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Inició la segunda parte del partido Italia-Haití. Vorbe, el creador de todas las jugadas de Haití, superó a tres mediocampistas italianos, Benetti, Mazzola y Fabio Capello. El antillano hizo un magistral pase a Emmanuel Sanon, que venció en velocidad al defensa Facchetti y burló con destreza al arquero italiano Dino Zoff. Cañonazo con la izquierda al fondo de la red. ¡Gol de Haití! Emmanuel Sanon gritó eufórico. Su compañero Barthelemy —quién hacía un minuto acababa de entrar al campo en sustitución de Saint-Vil— fue el primero en abrazarlo. Segundos después el equipo completo se unió a la celebración. Haití era una fiesta. Los jugadores de la banca gritaban, saltaban, bailaban en colectivo. El público presente en el Olímpico de Munich ovacionó la jugada.
El árbitro Llobregat siguió toda la jugada desde atrás y cuando observó el pase a Emmanuel Sanon aceleró la carrera sin despegar la mirada en el jugador. Al ver que un italiano intentaba derribarlo con gran autoridad le gritó a pesar de la distancia que lo separaba de los protagonistas. En el instante del gol Llobregat ya había atravesado el campo de fútbol de un extremo a otro, en solo pocos segundos estaba frente de la arquería, fue testigo de excepción y confirmó no solo la anotación, sino también su rapidez en el desplazamiento en la cancha.
Haití, uno, Italia, cero. Italia temblando.

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La emoción de revivir ese gol del que fue testigo hace que Llobregat se levante de la silla. Balancea con rapidez los brazos hacia delante y hacia atrás simulando la carrera de Emmanuel Sannon. Con su mano derecha hala con fuerza su camisa para explicar de qué manera Facchetti —36 años atrás— hacía lo propio con la camiseta del autor del gol haitiano. Se para frente a la silla en actitud desafiante, en su puesta en escena de la jugada la silla es Dino Zoff, el arquero azurro, le pasa por el lado izquierdo y lanza un zurdazo invisible que, por supuesto, es el gol que vulnera al hasta ese momento imbatible Zoff-silla.
“Facchetti, el defensa central italiano, lo agarró por la camisa. Ellos iban corriendo y yo atrás, siguiéndoles. Yo les decía: —jueguen, jueguen… aunque había falta del italiano decidí no interrumpir la jugada, le dí la ley de la ventaja a Emmanuel Sannon y cuando Facchetti ve que el hombre se introduce en el área, lo suelta, claro con el temor de que yo le cobre tiro penal, y efectivamente se lo hubiera cobrado, pero Sannon metió aquél golazo que me dejó sin aliento, tanto por la carrera que tuve que hacer, como por la extraordinaria belleza de semejante gol”.

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Para Haití ese sería un partido para recordar: su primera participación en un mundial de fútbol. El gol de Emmanuel Sannon constituiría, por tanto, el primer gol de un haitiano y de una selección de Haití en un torneo mundialista. Las reseñas de la época relatan que la gente salió a las calles de Puerto Príncipe a festejar el gol, y seguían la trasmisión por radio o agolpados en los cines de la ciudad. El gol de Emmanuel Sannon, además, acabaría con los minutos de imbatibilidad del arquero italiano Dino Zoff, una leyenda de entonces. El italiano tenía el récord de mayor cantidad de minutos acumulados sin recibir goles como guardameta de una selección nacional en partidos oficiales de FIFA, mil ciento cuarenta y tres minutos, una marca que todavía se mantiene vigente.
Por su brillante carrera como futbolista, pero en especial por aquél magnifico gol de orgullo nacional frente a Italia, Emmanuel Sanon sería nombrado deportista haitiano del siglo. En 2008, víctima de una grave enfermedad, murió a la edad de cincuenta y seis años. El día de su muerte fue declarado día de luto nacional en Haití.
“El fútbol como cultura va más allá de una pasión. Es un fenómeno colectivo que genera identidad y alimenta el espíritu de pertenencia a un pueblo. Con el marcador abajo frente Haití los italianos pasaron un gran susto. Pero el fútbol es fútbol”, dice Llobregat. “Y en el fútbol los grandes y la tradición se imponen”.
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Un rebote a los pies del delantero Rivera. El italiano no perdonó. Remató. ¡Gol! Anotación de Gianni Rivera. Minuto cincuenta y dos. Italia, uno; Haití, uno. Se igualó el marcador.
Benetti bajó la pelota con la pierna derecha, disparó desde el borde el área. Cañonazo. ¡Gol! Romeo Benetti anotó y dio la ventaja a Italia. Minuto sesenta y seis. Italia, dos; Haití, uno.
Anastasi recibió la pelota por el costado izquierdo, quedó solo frente a Francillon, disparó. ¡Gol! Pietro Anastasi convierte el tercer gol italiano. Minuto setenta y nueve. La banca de Italia celebra. El entrenador italiano Ferruccio Valcareggi comenzó a exhibir un rostro de alivió, saludó a las gradas.
Italia, tres; Haití, uno.
La historia se impuso.
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Llobregat pareciera revivir no solo las emociones del partido, sino también el cansancio. Se pasa la mano por su frente como si estuviera limpiando un sudor invisible y exhala aire de sus pulmones como si acabara de dirigir el partido y estuviera extenuado. “El segundo tiempo me dio mucho trabajo. No dejé de correr. Me hicieron sudar la gota gorda. Al final fue un verdadero bombardeo y los italianos no metieron más goles porque Francillon, el arquero haitiano tuvo una actuación bárbara. Solo saqué una tarjeta amarilla. Fue un juego limpio porque yo estuve siempre a centímetros de las jugadas. Controlé el encuentro. Te voy a mostrar lo que dicen los periódicos internacionales:
´Gran actuación del árbitro Vicente Llobregat en su debut como un árbitro mundial´ (reseña del 16 de junio de 1974 en Mundo Deportivo de España)”.