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Luego de cruzar más de siete países a través de la selva y pasos clandestinos, después de que algunos sobrevivieron al viaje sobre los vagones de un tren que iba a toda velocidad, y una vez que el Río Bravo quedó atrás, los desplazados venezolanos encontraron en Washington y Nueva York el nuevo destino de la migración cuando fueron enviados en autobús desde Texas hacia la costa este de Estados Unidos.

Esta es una historia que narra el nuevo destino de los desplazados venezolanos y muestra a aquellos que empezaron a trazar las primeras líneas en la historia del flujo migratorio de venezolanos hacia Nueva York y Washington DC.

Algunos van en sandalias con medias, otros llevan zapatos. La mayoría son hombres jóvenes que viajaron solos e hicieron amigos en el camino, porque esa llegada hacia la Costa Este de Estados Unidos, además de inédita, les tomó más de un mes.

El terminal de autobuses Union Station de Washington DC y el Port Authority de Nueva York comparten un hecho histórico para ese país; reciben a cientos de migrantes que a diario son enviados en autobuses desde Texas y Arizona. La mayoría de ellos son venezolanos y ese es su segundo –o tercer– intento de huida para empezar de nuevo.

30 horas les tomó llegar desde la frontera sur de aquel gigantesco país hasta Washington, la capital. Nelson*, un venezolano del estado Trujillo, llegó en uno de esos vehículos.

Muchos cargan bolsas de plástico con productos de higiene personal y algo de ropa donados por las ONG que se han acercado a apoyarlos, porque durante aquella travesía que comenzó atravesando Colombia perdieron sus pertenencias.

Los traslados de migrantes hacia el centro político y económico de Estados Unidos iniciaron en abril de 2022 y registran cifras sin precedentes. Según la presidente de la ONG Humanitarian Action, se calcula que 5.000 migrantes han llegado desde Texas a Washington DC. Y cerca del 70% son venezolanos. La alcaldía de Nueva York estimó que unos 750 migrantes habían sido enviados hacia el terminal Port Authority.

En Nueva York, para poder recibir a más migrantes, el gobierno local alquiló 1.300 habitaciones de hoteles.

Y en los patios de los albergues de Washington, algunos jóvenes venezolanos esperan turno para dormir en una cama. Los activistas humanitarios les ayudan a comprar los boletos para reunirse con sus familiares y amigos o les explican cómo llegar a los refugios. A Nelson lo ayudan a viajar hacia Nueva Jersey, donde vive su hermano.

Él y los demás venezolanos tuvieron que atravesar más de siete países para estar allí. La mayoría había salido de Venezuela hacia el sur del continente y luego emprendieron el viaje migratorio hacia el norte con el nuevo destino de la migración venezolana.

Partieron desde Chile, Perú y Ecuador, en una ruta con varios niveles de dificultad. Cada paso –o nivel– era más inhóspito y peligroso. El primero inició en Necoclí, (en Antioquia), Colombia.

El nivel dos fue la selva del Darién -con caminos riesgosos y expuestos a vejaciones-, por donde 28.089 venezolanos se han visto obligados a cruzar, según el Servicio Nacional de Migración de Panamá. Por allí pasó Nelson, y agradeció no haberse topado con ningún cadáver ni grupos criminales.

El nivel tres los llevó por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Extenuados, con poca comida y dinero limitado, sortearon alcabalas, robos, burocracia. Caminaron y subieron a autobuses. Pasaron por trochas, pantanos y ríos.

México fue, según Nelson y sus acompañantes, el paso más difícil.

—Toditos decíamos que si nos decían que debíamos cruzar la selva por segunda vez para no pasar por México, cruzábamos la selva de nuevo.

El clima árido y el temor de ser presas de traficantes de migrantes los acechaba. Algunos enfrentaron otro peligro: una red de trenes de carga que iba desde Monterrey hasta la frontera norte con Estados Unidos y subían a sus vagones mientras aún estaban en movimiento.

—Un señor buena gente que trabaja en el tren nos abrió un vagón y dijo “para que se acuesten ahí, muchachos, y descansen”. Eran las dos de la mañana. El tren iba a salir al otro día a las nueve –narró uno de los migrantes.

Hasta que llegaron al Río Bravo. Nelson lo cruzó poco después de las nueve de la mañana. El agua le llegaba hasta las rodillas. Una vez en suelo estadounidense atravesó un terreno donde encontró un sembradío de patillas y comió una. No había comido ni bebido nada desde la noche anterior.

Todos los que completaron la travesía se entregaban a las autoridades fronterizas de Estados Unidos. Pocos días después de su encierro en un centro de detención, recibían la oferta para ser enviados en un bus, de manera gratuita, hacia Washington DC.

Accedían sin pensarlo.

En el autobús donde estaba Nelson sólo viajaban venezolanos. Hoy agradecen haber llegado con vida, a pesar de que aún les queda mucha incertidumbre por recorrer.

Cifras actualizadas

Pocos días antes de esta publicación la oficina del gobernador de Texas, Greg Abbott, informó que han empezado a enviar autobuses con migrantes hacia un nuevo destino; Chicago, Illinois. Los primeros vehículos partieron el miércoles 31 de agosto. Según ese comunicado, ya suman 10.400 los migrantes enviados desde Texas hacia Washington DC (7.900), Nueva York (2.200) y Chicago (300).

Fuente: Operation Lone Star Buses More Than 10,000 Migrants To Sanctuary Cities. Office of the Texas Governor.

Washington y Nueva York: el nuevo destino de la migración forzada venezolana fue producido en alianza entre Historias que laten y Efecto Cocuyo y forma parte de la serie Del Darién a Washington DC: el viaje de los nuevos migrantes venezolanos.

Créditos

Producción general

Liza López

Luz Mely Reyes

Reportería e investigación

Luz Mely Reyes

Yohennys Briceño Rodríguez

Guion

Yohennys Briceño Rodríguez

Edición de guion

Liza López

Jonathan Gutiérrez

Ysabel Viloria

Edición

Jonathan Gutiérrez

Fotos y videos

Luz Mely Reyes

Iván Reyes

Locución

Yohennys Briceño Rodríguez

Edición y montaje de video

Rayner Yánez

Sonido

Sergio Márquez

Coordinación multimedia

Abigaíl Carrasquel

Montaje web

Anaís Marichal