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Foto Roland Streul

Rafael Nieves es un bailarín que encontró en la danza su manera de hacer teatro. Comenzó como coreógrafo en el año 1999, después de romper con su familia y los estereotipos que tenía en cuanto a la masculinidad: de las artes marciales y el militarismo —llegó al segundo año del internado en la Academia Militar de Venezuela—, pasó a las artes. «Era muy solo, muy abandonado a nivel familiar y pude leer mucho. Nunca les había prestado atención a textos teatrales. Empecé a ir a grupos de lectura, de cuentacuentos y títeres, que me gustaron muchísimo. Yo me controlaba la ansiedad a través de las manualidades».

Comenzó a estudiar actuación en la primera promoción del Instituto Universitario de Teatro y sus profesores siempre le vieron capacidades para la escena. Rocío Rovira lo inició en el grupo de Teatro y Mimos de Venezuela, tres años después de haber salido de la Academia Militar.

En 1994, con 22 años, ya Rafael Nieves había bailado por primera vez.

Después consiguió apoyo en Angélica Escalona y Andreína Womutt y empezó a bailar con Luis Viana en el Iudanza. Sin haber terminado la carrera, Nieves formó parte del Grupo Theja, en un montaje de Javier Vidal en el que participaban José Simón Escalona, Hernán Marcano y Frank Spano. «Fue muy sabia Angélica (Escalona) cuando me dijo que yo tenía que terminar la carrera. Ya había empezado a trabajar y estaba haciendo teatro con grupos profesionales. Luego fui a hacer danza y eran muchas cosas a la vez. Aparte tenía novias, noviecitas y noviesotas y no me daba tiempo de nada. Al año siguiente me casé y tuve un hijo que debía mantener».

Macarena Solórzano los llamó a su hermano Rommel y a él para formar parte de la compañía Danza Actual. Al mismo tiempo era actor del Teatro Nacional Juvenil de Venezuela y del Centro de Actores. Luego bailó en Oto el pirata con Danzahoy. «Entonces me di cuenta de que me empezaron a usar en teatro solo para las cosas físicas, para salir en interiores o fingir ataques de epilepsia. Para los textos siempre agarraban a otros actores aunque no fueran tan buenos como yo y me dije: ‘Para esto me voy a la danza’. Y empecé en Espacio Alterno con Rafael González».

Rafael Nieves, ganador del Premio Nacional del Artista 1999, recibió clases en el Taller de Danza de Caracas, a pesar de que también bailó por un año y medio en Espacio Alterno. En el año 98, el bailarín se fue a Neodanza y luego de graduarse en el Iudet conoce a Luis Armando «Yayo» Castillo, director de Rajatabla Danza y decide pertenecer a la compañía, donde compartió escenario con Vanessa Lozano, Belén Zapiola y Daniela Pinto. Al año siguiente se renovó el elenco y entraron Claudia Capriles y Félix Oropeza.

«El tipo amaba el elemento teatral y el espacio y era muy atrevido. Ahí había un universo sin llegar a ser tan intimista como los improvisadores. Era expresar su risa, su arrechera, su llanto, su bienestar… Él era muy crudo en ese sentido y entonces yo terminé lo que no había podido hacer en Espacio Alterno. Rafa (González) es un tipo que maneja demasiado bien el uso de la luz y la composición. Yayo era la búsqueda, la ruptura y además mayor. Yo era el pitufo de la cosa».

Nieves caminó de la mano por diferentes proyectos. Bailó como invitado en Espacio Alterno, Agente Libre, Theja Danza Teatro y el Festival de Jóvenes Coreógrafos, a pesar de su relación con Rajatabla Danza. Entonces apareció Julio César Alfonso, profesor de Danzahoy, que se ofreció para coreografiarle solos al bailarín… Y ahí se acabó la historia en compañías ajenas.

En el año 1999, Rafael Nieves se dio cuenta de que la mejor ofrenda que le podía hacer al movimiento era precisamente su cuerpo. Y que el teatro no se limitaba al uso de un texto en escena. El material creativo que manejó para el monólogo Amarillo #5 que le escribió Rubén León —hermano de Hilse, su esposa y compañera de baile— sirvió para escenificar un espectáculo de solos coreografiados por otros bailarines, que tenía por nombre Caracas roja.

«Para poder recibir el subsidio del Conac tuve que registrar el grupo. Y justificamos que Caracas, la de los techos rojos, ahora era violenta. Fíjate que estábamos empezando con los 2000 y la ciudad todavía no era ‹roja, rojita›. Y Laboratorio porque pensaba que cuando tienes una agrupación con estas características, no podía centrarme solamente al hecho de la danza, sino que yo podía acercarme a otras manifestaciones escénicas como el breakdance, la capoeira, el circo, la improvisación, invitar a artistas plásticos y hacer proyecciones… La danza necesitaba un espacio para investigar».

Caracas roja se estrenó en el Teatro Alberto de Paz y Mateos, lugar de resi¬dencia de la compañía desde entonces. La permanencia de Caracas Roja Laboratorio en el teatro de Las Palmas se debe al apoyo que recibieron de parte de las dos agrupaciones del recinto: Angélica Escalona —directora de Theja Danza Teatro— y Margarita Méndez —directora de Macrodanza—.

Nieves y León heredaron el espacio y se inventaron un sistema de entre-namiento, tomando como punto de partida la experiencia de Nieves y la creación de una danza agradable para los dos intérpretes, a quienes dos años más tarde se uniría Isabel Story, quien «se quedó para siempre».

A finales de 2010, la época de lluvias en Caracas generó damnificados en todos los puntos céntricos de la ciudad. El gobierno de Hugo Chávez los ubicó en lugares culturales como el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, el Poliedro de Caracas y el Teatro Alberto de Paz y Mateos, la sede de Caracas Roja Laboratorio. Por ese motivo, estuvieron seis meses sin poder entrar a su propio lugar de ensayos. «Pedí prestado, pagué por ahí, fui a Río Teatro Caribe, al Teatro Teresa Carreño, pero estamos mal. No estamos en una buena etapa. A nivel de exigencias, yo hago una clase fuerte y que me interese, pero si pasamos días sin entrenar eso nos quita solidez».

El mantenimiento de una compañía, según la visión de Caracas Roja Laboratorio, no solo se basa en el sustento, sino en los premios, la experiencia y el material que se maneja a nivel de información. «La gente sabe que si no se entrena conmigo, no baila conmigo. Ves heterogeneidad en la manera de entender el movimiento, pero ves homogeneidad en los códigos y la energía. Yo soy muy elitesco: para mí mis bailarinas son muy importantes. Mi trabajo se lee en el cuerpo de esta gente».

El coreógrafo dictó las cátedras Técnica de Danza Contemporánea I y II en Unearte y Taller Montaje de quinto año, además de haber sido profesor de Expresión Corporal, Puesta en Escena de la Obra Coreográfica y Cátedra Libre de Movimiento e Improvisación. Con su sueldo como docente, el subsidio que le otorgaba el IAEM (insuficiente para pagarles a sus bailarines) y funciones compradas, pudo mantenerse hasta que migraron a Bogotá.

«De la docencia tampoco se puede vivir bien, pero es algo más. Ellas (León y Story) pudieron acceder al pilates, que les da dinero. Yo soy el que menos gana de los tres, pero eso sí, ellas me cuidan. Porque saben que yo soy el que les va a permitir que ellas tengan su obra».

Caracas Roja Laboratorio es el resultado de una conjunción de elementos que tienen que ver con el significado que Nieves le da a la ciudad. Desde el año 2001, cuando la bailarina Isabel Story apareció en el camino de Nieves y León, lo que han transitado se ha paseado por hechos figurativos y abstractos, implementando técnicas como el contact improvisation, passing throught y otras técnicas de la Nueva Danza, siempre tomando en cuenta el cuerpo como punto de partida para luego organizarlo metodológicamente a través de su experiencia particular.

«Nosotros engranamos un sistema que nos mantiene cohesionados. En cuanto a formas de expresión, nuestro elemento es abstracto a partir de motivaciones diferentes, elementales. Es una técnica mixta… En Caracas Roja hay una cantidad de condiciones físicas que nos delimitan y que nos permiten desechar, o no repetir».

Es en ese lugar de investigación donde Nieves descubrió que la danza era su vida. Su espacio y su tiempo. Donde encontró un hogar, cambió patrones de conducta, adquirió destrezas y conoció un territorio en donde el cuerpo se pudiera expresar como totalidad.