Seleccionar página

Durante los primeros meses de la pandemia por covid-19 en Venezuela, el Movimiento de Educación Popular y Promoción Social Fe y Alegría comenzó a implementar en sus escuelas un programa de atención psicoemocional para niños, niñas y adolescentes. Dentro de esta iniciativa, maestras y docentes se formaron para saber cómo atender el duelo migratorio que sufrían sus estudiantes dejados atrás

En Venezuela, cerca de un millón de niños, niñas y adolescentes han sido dejados atrás por la migración de sus padres y/o madres, según cifras de la organización Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap). La atención especial que brindan las maestras de los 2.015 estudiantes que están en esa condición en las 177 escuelas que tiene Fe y Alegría en todo el país ha servido como apoyo y contención para que puedan continuar sus estudios.

Esta es una nueva entrega de la serie #HijosMigrantes.

Investigación y texto María Fernanda Rodríguez

Ilustraciones Michelle Díaz

Cuando su madre se fue a Bogotá en 2020, Jesús* empezó a bajar de peso, comenzó a trabajar para dar de comer a sus dos hermanos menores y dejó de ir regularmente a la escuela. Tenía 16 años y cursaba cuarto año de bachillerato en la Unidad Educativa Hermana Felisa Elustondo, uno de los 12 centros de educación que tiene Fe y Alegría en el estado Mérida, en los andes venezolanos. Génesis Contreras, su maestra de educación física y guía de su curso, se preocupó por él. Las jornadas de formación para contener el duelo migratorio en niños, niñas y adolescentes dejados atrás a las que asistió por iniciativa de su escuela habían despertado en ella un compromiso por ser más que una docente. Sentía que debía acompañar y apoyar a sus estudiantes en esta condición de forma empática y comprensiva.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) utiliza la expresión niñez dejada atrás para referirse a los niños, niñas y adolescentes que están rezagados en la obtención de sus derechos, consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño. El término también se refiere a hijos e hijas menores de edad cuyos padres y/o madres emigraron de sus lugares de origen, dejándolos temporal o definitivamente al cuidado de terceros.

Unicef reconoce que no existen estadísticas oficiales de niños y niñas dejados atrás por la migración, pero cálculos independientes dan algunas cifras. Un estudio publicado en 2019 indicó que 69,7 millones de niños y niñas de China fueron dejados atrás por sus progenitores migrantes, muchos de los cuales se fueron del campo a las ciudades de su mismo país. China es la nación con mayor número de menores de edad en esta situación, cuya cifra representa más del doble del total de la población que tiene Venezuela. 

Otro país con gran cantidad de niños y niñas dejados atrás por la migración es Filipinas. En 2016, aproximadamente 9 millones de niños y niñas filipinos tenían al menos a uno de sus padres viviendo en el extranjero. Esta cifra representaba entonces el 27 % de la población infantil de ese país.

En Venezuela la expresión niñez dejada atrás comenzó a escucharse en 2018, cuando la organización no gubernamental Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap) empezó a hablar de una creciente población infantil en esta condición en el país, como consecuencia de la migración forzada. A finales de 2019, Cecodap publicó un informe donde por primera vez se estimaban cifras de niños, niñas y adolescentes venezolanos dejados atrás.

“En 2018, desde Cecodap se estimaba que al menos unos 849.000 niños, niñas y adolescentes aproximadamente se habían visto afectados por la migración de sus padres. Para el 2019 podemos afirmar que como mínimo este número aumentó a 930.020, pudiendo inclusive ascender a 943.117”. Este número representa cerca del 8,5 % de toda la población infantil venezolana, apunta Cecodap.

Jesús vive en el sector Tacarica de Tovar, una zona rural y agrícola de difícil acceso vial, casi nula conexión a internet y mucha pobreza. Allí también queda la escuela Hermana Felisa Elustondo, que es la única oportunidad de estudiar que tienen cerca los 56 adolescentes que cursan entre primero y sexto año de bachillerato.

Jesús es alto, moreno, de cabello y cejas abundantes. Mide más de un metro y 80 centímetros, pero su mirada transmite la tristeza de un niño pequeño. Aunque su mamá ya está de vuelta, el duelo migratorio que sufrió en su ausencia dejó huellas profundas en él.

Génesis, su maestra, celebra como si fuese el logro de un hijo propio el hecho de que Jesús se haya graduado de bachiller el pasado 28 de julio, egresado como técnico medio en agropecuaria. Ella dice que ahora tiene el compromiso de alcanzar la misma meta con los dos hermanos menores de Jesús, cuyas secuelas del duelo migratorio de su madre también persisten.

Atención psicoemocional para la niñez venezolana durante la pandemia

Pedro Cedeño es el coordinador de ciudadanía de Fe y Alegría en la zona Andes, que abarca los estados Mérida, Trujillo y el Sur del Lago de Maracaibo. Su función va más allá de los objetivos pedagógicos que tiene cada centro educativo. Es el encargado de velar por la ejecución de programas que forman a los estudiantes como ciudadanos, para que lo que aprendan en las aulas lo apliquen en comportamientos y tomas de decisiones que incidan positivamente en sus entornos comunitarios y en los espacios de construcción de lo público.

En entrevista para este reportaje, Cedeño explicó que la atención especial que brindan en las escuelas de Fe y Alegría a los niños, niñas y adolescentes dejados atrás por la migración surgió como iniciativa en 2020, durante los primeros meses de la pandemia por covid-19, y contó con el apoyo de Unicef hasta el año pasado.

ーEn pandemia, Unicef propuso un proyecto macro que abarcó todas las escuelas de Fe y Alegría en el país. Dentro de ese proyecto estaba el programa de atención psicoemocional, dirigido originalmente para el personal de las escuelas. Se desarrolló entonces una planificación que incluía la incorporación de un psicólogo a los equipos pedagógicos de cada zona, para trabajar varios temas, entre ellos: psicología positiva, primeros auxilios psicológicos y técnicas de autorregulación ーdetalla.

Ese programa formó a docentes, personal administrativo y obrero de todas las escuelas, quienes aprendieron herramientas para atender psicoemocionalmente a sus estudiantes. Debido al confinamiento por la pandemia, esta atención la brindaban a través de grupos de WhatsApp, Telegram, mensajes de texto, vía telefónica e incluso en algunos encuentros presenciales donde mantenían las medidas de bioseguridad para prevenir el contagio de covid-19. Estos encuentros estaban dirigidos sobre todo a los estudiantes que no tenían equipos de tecnología ni acceso a internet, muchos de los cuales habían sido dejados atrás por padres y/o madres migrantes.

ーHabía chamos (niños, niñas y adolescentes) que no tenían ni papá ni mamá, ni tío ni abuelo, sino que estaban solitos, o estaban con el abuelito o con la abuelita, o con un vecino. Y esos chamos tenían menos acceso a un teléfono inteligente, a internet y a la información virtual. Entonces nos dimos cuenta de que esos chamos se nos iban a quedar atrás ーdice Cedeño para referirse al retraso en los objetivos pedagógicos que presentan algunos niños, niñas y adolescentes dejados atrás por la migración forzada de sus padres.

ーEs allí cuando Fe y Alegría diseña unos instrumentos para ir registrando las condiciones particulares de cada estudiante y se desarrolla un sistema de monitoreo con varios focos de atención, entre ellos el de protección y ciudadanía, donde llevamos el registro de los niños dejados atrás ーprecisa.

Otros focos de atención son trabajo infantil, distintos tipos de violencia, explotación, entre otros. Cedeño señala que es común ver niños, niñas y adolescentes sufriendo varias de estas situaciones a la vez.

Si bien ese monitoreo que hace Fe y Alegría es único en el país, Cedeño reconoce que no ha sido fácil ejecutarlo. Hay docentes que no registran a sus estudiantes dejados atrás por miedo a meterse en problemas, porque la mayoría de esos niños, niñas y adolescentes se quedan al cuidado de terceros sin la documentación legal necesaria. Algunos tampoco lo hacen porque sienten que exponen negativamente a los padres y madres que emigraron. Otros simplemente están desmotivados por los bajos salarios que perciben como docentes adscritos al Ministerio de Educación venezolano, y no quieren hacer más trabajo del que ya les toca en las aulas.

 

Acompañar y sostener el duelo migratorio dentro y fuera de la escuela

Hasta mayo de este 2022, en los 177 centros educativos que tiene Fe y Alegría en Venezuela 2.015 estudiantes son niños, niñas o adolescentes dejados atrás por la migración forzada de sus padres y/o madres. En las 12 escuelas que hay en la zona Andes la cifra era 144 al inicio del año escolar, en septiembre de 2021. Jesús y sus dos hermanos estaban en esa estadística -que lleva la organización desde el año 2020- hasta que su mamá volvió de Bogotá a finales del año pasado.

Durante la ausencia de su madre, Jesús le dijo varias veces a su maestra que estudiar era perder un tiempo que él podía usar para ganar dinero.

ーÉl siempre me decía: profe, yo lo que hago aquí (en la escuela) es estar gastando tiempo. Debería estar trabajando. Pierdo de estar haciendo plata ーcuenta Génesis.

Jesús trabajaba, y sigue trabajando, como recolector de cosechas de papa, zanahoria, cebolla y otras hortalizas que se cultivan en la zona del Valle del Mocotíes, donde quedan Tovar y otros cuatro municipios de Mérida. Cuando empezó a trabajar tenía que caminar más de siete kilómetros desde su casa hasta el cultivo, muchas veces sin nada en el estómago. 

ーCuando empezamos este proceso nos dimos cuenta de que nos hacía falta saber cómo tratar a los chamos dejados atrás, porque le estábamos dando una atención igual que a sus pares, y sus compañeros que sí tienen a la mamá o al papá, o que tienen a papá y mamá con ellos, no están procesando el hecho educativo igual que el que no tiene a nadie. Que el que se ha quedado con una abuelita, en el mejor de los casos, o con un desconocido ーreconoce Cedeño.

La psicóloga infantil Gaudy Avendaño fue la encargada de formar a los docentes de Fe y Alegría en Mérida sobre el duelo migratorio de los infantes. Lo hizo a través de grupos de WhatsApp y en algunos encuentros presenciales que tuvieron lugar en otra escuela del municipio Tovar en septiembre de 2020. Su capacitación buscó enseñar a las maestras cómo identificar el duelo migratorio en sus estudiantes, brindarles herramientas para asistir a esta población con primeros auxilios psicológicos y comprender la importancia de humanizar los datos de la niñez dejada atrás.

ーPara nosotros es muy importante tejer vínculos con esos niños dejados atrás, hacerles seguimiento dentro y fuera del aula para brindarles todas las herramientas y posibilidades a nuestro alcance, para que puedan cumplir con sus metas educativas y pedagógicas ーsostiene Cedeño.

La psicóloga Avendaño también diseñó guías para atender el duelo migratorio en las aulas. Una de las actividades que incluyen esas guías consistió en que los niños y niñas dejados atrás escribieran cartas expresando lo que les generaba la ausencia de sus padres o madres, para que pudieran poner en palabras sus sentimientos y emociones, identificarlos y trabajarlos junto a sus maestras. 

ーNos encontramos con escenas muy distintas. Por ejemplo, el chamo que tenía siempre la amenaza latente de que sus padres regresarían para llevárselo con ellos y su abuela, que entonces lo cuidaba, se iba a quedar sola ーrecuerda Cedeño.

Jesús no escribió cartas, pero hablaba mucho con su maestra Génesis. Ella se convirtió en su madrina dentro y fuera de la escuela. Entendió que escucharlo, abrazarlo y motivarlo a seguir estudiando era lo mejor que podía hacer para contener su duelo migratorio. También fue más allá de lo que aprendió en las jornadas con la psicóloga Avedaño. Dio cobijo, techo y comida muchas veces a Jesús y sus hermanos, pese a las precariedades propias que ella también padece con un salario como docente que no supera los 40 dólares mensuales.

ーYo creo que lo que todos debemos hacer como docentes es cambiar nuestro modo de ver las cosas. A partir de todo lo que pasó en esta pandemia, yo cambié totalmente mi modo de ver las cosas. Ahora soy más mamá que docente. Hay docentes que me critican por involucrarme tanto en la atención de los estudiantes, pero yo siento que nuestro deber ahora está más allá de las aulas. Ir a donde viven los estudiantes, llegar allá y ver cómo los atendemos y entender por qué sacan una mala nota en lugar de criticarlos por esa mala nota. ¿Qué hay detrás de esa mala calificación? Eso es lo que debemos entender ーafirma Génesis Contreras.

Luego de mucha hambre, sentimiento de orfandad y desmotivación para seguir estudiando, Jesús no solo recuperó su peso y a su mamá. Ahora, que ya se graduó de bachiller, quiere ir a la universidad. Su sueño es ser ingeniero agrónomo. El apoyo de su madrina escolar no solucionó todos sus problemas, pero fue el sostén para que él no abandonara sus estudios y se convenciera de la importancia de continuarlos en medio de su duelo migratorio.

(*) El nombre real del adolescente ha sido cambiado para resguardar su identidad.

Producción realizada en el marco de la Sala de Formación y Redacción Puentes de Comunicación III, de Escuela Cocuyo y El Faro. Proyecto apoyado por DW Akademie y el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.

¿Cómo se manifiesta el duelo migratorio en la niñez dejada atrás?

Síntomas y guía de primeros auxilios psicológicos

 

El duelo migratorio es el sentimiento de pérdida de seres queridos que, aunque no hayan muerto, su partida del territorio compartido impacta psicológica y socialmente a quienes se quedan.

Abel Saraiba es psicólogo especialista en niñez y adolescencia. Coordina el programa Creciendo sin violencia de Cecodap y tiene más de cinco años atendiendo niños, niñas y adolescentes dejados atrás por la migración forzada de venezolanos. Esta experiencia le ha permitido identificar síntomas comunes en esta población y crear recomendaciones para cuidadores, padres y madres que sirven como primeros auxilios psicológicos.

ーEsta es una problemática social que tiene un profundo impacto emocional. Lo paradójico es que muchas veces los cuidadores de los niños dejados atrás, si bien notan que hay cambios en el comportamiento de los niños, no logran establecer una conexión directa con el componente emocional. De hecho, la mayoría de las veces los cuidadores se dan cuenta de que algo está pasando porque baja el rendimiento escolar, porque el niño o el adolescente se mete en algún tipo de situación problemática, y es a partir de allí que comienza un tema de tratar de entender qué es lo que está pasando con el niño ーexplica Saraiba.