Un poco de capitalismo, a decir verdad, no le hace mal a nadie. El Metro también comulgó con esa corriente y de ella bastante que se benefició. Hablo de aquella época cuando las empresas pagaban millones por tapizar con sus marcas las paredes, escaleras, torniquetes del subterráneo. O por rotular los vagones con sus productos, a sabiendas de la exposición que tendrían bajo tierra. Pero esa explotación comercial se mantuvo hasta que la directiva del Metro decidió rescindirle el contrato a la firma DLB Group, por considerar que tenía un monopolio con la comercialización de los espacios publicitarios y así –de un día para otro− el consumismo se esfumó.
Lo que quizás no sabían es que el socialismo le saldría caro. Tal decisión le costó al Metro de Caracas dejar de percibir cerca de seiscientos mil bolívares fuertes mensuales por la pérdida de al menos cuarenta clientes. Y una empresa con un déficit de 1.450 millones de bolívares fuertes, según proyecciones de la Oficina Nacional de Presupuesto, no podía darse ese lujo. El actual presidente Víctor Matute parece haberlo entendido. Por eso, este año finalmente autorizó la comercialización de espacios publicitarios a cuatro empresas. Razón por la que comienzan a verse tímidamente algunas marcas en medio de avisos oficiales del Seguro Social, Cantv, Movilnet, entre otros. En un gesto de convivencia.
Me detengo a mirar uno. El afiche del Fonden (Fondo de Desarrollo Nacional). “Kilómetros y kilómetros de desarrollo nacional”, se lee. Me río, sin querer. Pero saco cuentas y los números no me dan. Según tengo entendido, la Cuarta República dejó un legado de cuarenta estaciones (cuarenta y siete kilómetros) más dos patios y este gobierno sólo ha construido diez estaciones (21,5 kilómetros), todas proyectadas en los tiempos de González Lander. Así que nada nuevo nos ha dejado. “¡Ya va, con calma!”, escucho gritar a una usuaria cuando intenta entrar al vagón y su súplica me saca de las cavilaciones. “¡No caben, no caben. Móntense en el techo!”, grita otro, al ver la marea de gente que intenta entrar. Es la hora. El caos se instaló.
En pleno túnel el tren se detiene. Lo que pude haber hecho en veinte minutos ya se ha extendido a cuarenta. Sigue parado unos segundos más y mientras tanto me quedo mirando el mapa del Metro. Ese que incluye estaciones fantasma como Las Mercedes, Chuao, Bello Monte para vendernos la idea de progreso. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que el Metro llegue al sureste de Caracas?, me pregunto. Pero me vienen a la mente las palabras de aquel presidente del Metro, Claudio Farías, quien se atrevió a decir –a costo de su despido− que la Línea 5 sería reformulada porque así como estaba planeada beneficiaba a la oligarquía. Y me convenzo –porque sé que ese proyecto sólo ha avanzado quince por ciento en tres años−de que ese anhelo puede demorar tanto como la llegada de un próximo gobierno.
−Permiso, por favor, que aquí me bajo yo.
Hola mirelis, excelente articulo sobre lo que sucede en el metro de caracas me encanto sin embargo me gustaria tu comentario en una proxima edición en relación a lo que ocurrio ayer. Sigue asi amiga eres excelente profesional y me encanta que nos hable de caracas y de las cosas buenos y no tan buenas que suceden en nuestro pais. Un abrazooooooo
Hola, Mirelis, excelente reportaje… Describe muy clara la situación del metro, saludos desde San Fernando de Apure…
Seré asiduo lector de la revista, desde ahora que me enteré de su existencia a través de Twitter; muy ilustrativa tu nota, Saludos.
Excelente articulo. Una pequeña muestra de lo que vivimos dia a dia en el metro de Caracas y lo triste y descuidado que esta. Este gobierno ha logrado que una obra emblematica y que llenaba de orgullo al caraqueño ahora sea un problema mas, eso que debes hacer y no quieres.
Hoy me tocó cubrir el «desnalgue» del Metro, otra vez. Estuve con un Don vestido de santero que se le quedó la mano atascada en la puerta, muy divertido ver a los funcionaros tratando de sacarlo mientras los mirones se aglomeraban. Lo más asombroso fue despues….un joven que punto de arrancar el subway, se metió en medio de los dos vagones, si, en el espacio que queda entre ellos, y ahi se fue… me quedé en shock. Besos Mire 😀
Mirelis, te quedó buenísimo… Yo no me subí más al metro desde que mi tía, de 80 años, metió una pierna entre el vagón y el andén en Plaza Venezuela y le paso una estampida encima… pasó meses llena de moretones y hospitalizada, porque nadie fue capaz de ayudarla. Ojalá hubiese habido un poco del civismo caraqueño del que hablas allí ese día
Excelente crònica, es lamentable como ya nos quedamos esperando a que otros resuelvan nuestros problemas… sòlo espero que las cosas cambien y caigamos en cuenta del hueco en donde estamos metidos…
Saludos.-
Como todos tus escritos, éste si es periodismo, es veraz, contundente y a la vez subjetivo como ente perteneciente a una sociedad… en pocas palabras me parece MAGISTRAL.
Permíteme para finalizar una frase tuya para todos tus lectores y ciudadanos en general: «Éramos privilegiados y no lo sabíamos» fin cita. Debemos volver a reconquistar EXCELENCIA Y CALIDAD.