Fotos Anaís Marichal
Ya es mediodía y hay mucho movimiento en la plaza del pueblo de Anare. Varios hombres se reúnen en una mesa de dominó, otros conversan en sillas tejidas. Un grupo de adolescentes, uniformados con ropa deportiva, se juntan para ver las piruetas que uno de ellos hace con una patineta. Son los del club de surf.
—Estos muchachos siempre quieren estar montados en una tabla: si no es en la de surf, es en la patineta. Practican hasta fuera del agua —comenta riéndose Adriana Cano, mejor conocida como “la China”.
Ella es la presidenta y fundadora de Anare Surf Club, una agrupación que entrena a jóvenes de bajos recursos y que, además, los impulsa a mantener buenas calificaciones en sus estudios y brinda formación en valores humanos.
—Nosotros nacimos en 2020, en medio de la crisis de la pandemia. Habíamos conseguido unas donaciones de tablas de personas que se iban del país. Vimos que integrando a los chamos al deporte, y trabajando en conjunto por la escuela, podíamos hacer un aporte para alejarlos de la delincuencia, las drogas e incluso alejar de la prostitución a algunas niñas.
Frente a la plaza está la Unidad Educativa Bolivariana Francisco Lazo Martí, primera escuela piloto del Litoral Central. Está celebrando su 83 aniversario, así que la China nos invita a conocer a la directora, que juega un rol importante dentro del club de surfistas, integrado por más de 50 jóvenes del pueblo.
Entramos al lugar y vemos pancartas con los nombres de Carlos Lozada y Yandel Merentes pegadas en las paredes, ambos egresados de la escuela. Nos explican que a propósito del aniversario les rindieron un homenaje por estar clasificados al mundial de surf de El Salvador. Los directivos del plantel quieren que estos sean vistos como un ejemplo para los otros 187 niños y adolescentes que se están educando en este centro educativo.
Carlos Lozada dirigiendo un calentamiento antes de que los integrantes de Anare Surf Club entran al mar.
—Nuestro éxito dentro del club es producto de que hemos conjugado a la tríada perfecta: familia, comunidad y escuela. Cuando los tres están alineados puedes lograr grandes cambios en los muchachos, así como nosotros lo hemos hecho.
Nirlix Guía, la directora de la escuela, comparte lo gratificante que ha sido para ella trabajar en sintonía con el club. Explica que cuando algún integrante no está cumpliendo con sus responsabilidades académicas, no se le permite surfear y entra en un período de atención especial por parte de los miembros del club. Esto incluye actividades que fomenten la disciplina y la responsabilidad en todos los aspectos.