JORGE PARRA, Doctor Yaso, Improvisto Producciones, Escuela de Humor @DomingoMondongo

“Mi mamá siempre me ha dicho que si algo te hace feliz, hacelo. Si te sientes feliz, está bien. Y eso es lo que yo hago acá. No intento ser feliz, yo ya soy feliz. Desde pequeño trabajaba con mi mamá en Teodelina, un pueblito en la provincia de Santa Fe en Argentina. Ella limpiaba casas, ponía inyecciones, vestía muertos y yo la ayudaba en todo. Hacíamos esas vainas de pueblo. Un día leí dos cuentos de Eduardo Galeano donde el protagonista era un torero negro llamado Domingo Mondongo y así como él salía al ruedo, yo salía a realizar mis presentaciones en formato de show callejero –cuando empecé como actor de teatro–. El público formaba un círculo y yo actuaba. A mí me gusta el sonido de las ‘o’ cuando pronunciás ‘Domingo Mondongo’. Ese era solo mi nombre de clown (payaso) pero ahora también es mi nombre porque hay muchos más Jorge Parra que Domingo Mondongo en el mundo. Me criaron en época de dictadura y todas las dictaduras tienen algo en común: quieren que ames a tu patria y luches por ella, pero se habla de patria como un territorio y ya. No te enseñan a quererla por respeto. En la patria no se nace, uno la hace y mi patria son mis hijos y mi pareja. Donde ellos están está mi patria y yo estoy aquí en Venezuela porque quiero.

Cuando estaba en Argentina un amigo me dijo: dejáte de quejarte tanto, si a vos lo que te gusta es estar viajando pues vete de acá. Viajá, disfrutá y a lo mejor encontrás tu lugar en el mundo. Yo le hice caso y fui mochilero por tres años. Quería ir a Cochabamba en Bolivia, viajé por México, fui a Colombia y pasé por Venezuela cuando me tocó renovar visa. Estando acá me robaron el pasaporte y me tuve que quedar por tres meses que se convirtieron en 18 años. Y me di cuenta de que Venezuela es mi lugar en el mundo.

Para mí Caracas tiene el clima ideal, este es mi lugar. De chiquito quería ver guacamayas y la única forma de verlas era yendo al zoológico. Porque en Argentina no hay guacamayas y las que ves están feas por el encierro. En cambio acá están en libertad, son bellas y las puedo ver todos los días. Por eso pienso que todos somos como guacamayas que en algún lugar están libres y en otro están presas y notás la diferencia. Así de simple.

Yo creo que uno en la vida debe ser porque quiere, debe estar en donde desea y si va a viajar que le brillen los ojitos y diga voy a construir, a conocer, a enamorar. Uno se va de miles de lados durante toda su vida, te vas muchísimas veces de un mismo lugar, te vas de tú país, y lo sé porque yo también me fui del mío. De este se están yendo muchos, pero no todos y esos que se quedan seguramente sacan fuerzas del ‘querer’. No el querer de poseer sino el querer de cariño, ese que te cambia y transforma.

Aquí nació Doctor Yaso en el año 2005. Primero hacía visitas como payaso humanitario –apoyando a las madres cuando había inundaciones en los pueblos– y luego vinieron las visitas a los hospitales. En una de esas, una mamá que tenía tres meses hospitalizada nos dio un papelito a los tres payasos que la acompañamos que decía: en el momento de mayor dolor de nuestra familia ustedes nos regalaron un momento de alegría. Eso nos llenó y el proyecto creció.

En este país me di cuenta de que yo quería trabajar con el humor porque así uno vive desde el disfrute de ser quien eres. Buscas reírte de ti para que la gente se ría de ti. También aprendí a ver el humor venezolano como hecho transformador que te permite ser.

Tengo muchos proyectos en mente que no sé si los voy a poder hacer porque siento que necesito unas cuantas vidas más para lograrlo. Pero mientras tanto voy a intentar hacer los que pueda. Estoy viviendo de dar conferencias, charlas y talleres en los que quiero mostrarle a la gente la opción de ver el mundo desde la alegría. Tengo –cuando digo tengo siempre hay un equipo conmigo porque no trabajo solo– Improvisto Producciones, la Escuela de Humor, Soy Papá Payaso (que en realidad es mi manera de aprender a educar a mis hijos y compartirlo con los demás porque así me comprometo a escribir siempre). Mi proyecto más importante indudablemente soy yo siendo feliz con mi pareja, mis hijos y el gato boludo que ahora también está en la familia”.