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Los Bandos y Parrandas de los Santos Inocentes de Caucagua han sido reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en una cita en la que se reunieron más de 150 países. Así, esta fiesta con más de 200 años de tradición que se celebra cada 27 y 28 de diciembre pasa a ser la novena declaratoria de patrimonio cultural de Venezuela que otorga la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

El fotógrafo Daniel Hernández lleva casi 20 años documentando esta festividad en Caucagua, y en este video galería, con imágenes y testimonios de los cultores e integrantes de la parranda, le rinde homenaje a quienes preservan la expresión de identidad y arraigo en este rincón especial del estado Miranda. Y en este texto que acompaña la fotogalería cuenta su experiencia asistiendo año tras año a estas fiestas para plasmarlas en su memoria.

Varios hombres caminan en el pueblo de Caucagua con los rostros pintados de negro. Sacan sus lenguas teñidas de rojo Kool-Aid y lucen sus vestimentas hechas con harapos y manchas de pintura. En sus manos, una vara. 

—Qué tipos tan locos— pensaba yo.

En medio de aquel desfile, el jefe de la policía le da la autoridad a las mujeres de los bandos.

—Sí señor, ellas este día, el Día de Los Santos Inocentes, ejercen la autoridad. No te atravieses o te dan tu planazo.

 

La música de los bandos deja muy claro que es un día para ser felices.  Bandos de rojo y verde, así se identifica la parranda de Pantoja, la más antigua. Con tantos años de historia como la  señora Vaamonde, que tiene décadas como abanderada por herencia de esta gentará.

Más de 200 años tiene esta muchedumbre que pasea cada 28 de diciembre con su parranda recordando a la gente que la fiesta representa la ironía a la matanza de aquellos niños en tiempos del nacimiento del redentor.  Los que visten de amarillo y rojo son los de la calle la línea y es la parranda que arrastra un pueblo entero. 

Muchos se congregan detrás de esta celebración y junto a la parranda de Pantoja, le dan la vuelta -cada grupo por separado- al pueblo de Caucagua sin importar si el sol es inclemente. Sólo una lluvia fuerte podría detener estas parrandas pa’ no desafinar los cueros.

—Van pueblo arriba y pueblo abajo cantando Los boleros, los boleros.

Con el pasar de tantos años, me atrevía a abusar de la confianza y me permitían subir al campanario de la iglesia frente a la plaza.  Desde ese punto, hacia las tres y media de la tarde se puede ver el encuentro fraterno de estas dos parrandas. Es un momento simbólico donde la alianza y el respeto, mezclado con alegría y color, sellan una de las tradiciones que le da identidad a Barlovento, en especial al pueblo de Caucagua en el municipio Acevedo del estado Miranda. Después de 19 años documentando estas fiestas los veo felices.

Sé que en estos días se sienten muy orgullosos de que la UNESCO haya declarado a su parranda el noveno Patrimonio cultural de la Humanidad en Venezuela.

Se que estarán sumamente alegres por estar codo a codo con esos otros patrimonios con los que ellos han compartido por años, y yo estoy feliz porque han hecho un trabajo impecable para cuidar su fiesta de arraigo que les da fuerza a la herencia de sus ancestros, a ese mestizaje de culturas africana y latinoamericana. 

Hoy recuerdo claramente cuando bajaba a Caucagua, en mis primeros tiempos como reportero gráfico,  para saber de muertos y de cultores. Allí encontré sin duda la cosa más paradójica: Caucagua tenía dos cosas que visitar, la morgue de la delegación del CICPC del pueblo,  y los hombres y mujeres vinculados con las fiestas y en especial con las parrandas de los Santos Inocentes.
La primera vez que vi está manifestación popular fue en el año 2004, cuando el ex gobernador de Miranda, Enrique Mendoza, elevó a Patrimonio del estado a las parrandas de los Santos Inocentes de Caucagua. Ese día fue una locura porque la parranda de San Pedro del CEA de Guatire, la cofradía de Diablos Danzantes de Yare y la Escolta Coromotana de Ocumare del Tuy  le hicieron un opening de color para festejar ese momento.  

Para mí era algo completamente nuevo y me recordaba las enseñanzas sobre cultura de mis maestras de primaria Mariam y Lourdes. De inmediato me conecté de inmediato con esta atmósfera de arraigo y tradiciones que le dan identidad a un lugar. Y por eso sigo documentando y celebrando cada fiesta popular de Venezuela.