Hace no tanto tiempo, Kevin-kun, un joven venezolano de 23 años, viajó en autobús desde la ciudad andina de San Cristóbal hasta Caracas. Fue un viaje largo, de más de 12 horas. Entre más duraba el recorrido menos dinero le quedaba. Esta es la historia ilustrada de cómo Kevin-kun terminó pagando su pasaje con unos trozos de pan.
Una crónica de Arantxa López con ilustraciones de Betania Díaz.
Ésta es San Cristóbal, capital del estado Táchira. Una ciudad anclada en la región andina, al oeste de Venezuela, a 57 kilómetros de la frontera con Colombia. También se le conoce como “la ciudad de la cordialidad”.
En esta parte del país, la moneda que más circula por las calles es el peso colombiano. Su cercanía con la frontera la convierten en una ciudad de paso. Kevin-kun cuenta que la mayoría de la gente revende productos básicos para conseguir otros alimentos o repuestos para carros en Colombia. Una dinámica que se ha mantenido a pesar del cierre fronterizo que se anunció en el año 2015 y fue reactivado en febrero de 2019.
San Cristóbal puede ser una ciudad muy oscura. El 13 de marzo de 2018, cuando el ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, informó que había sequía en Venezuela, se implementó un plan de administración eléctrica con interrupciones programadas de manera rotativa en los estados Apure, Barinas, Mérida, Táchira, Trujillo y Portuguesa. Algunas veces, los cortes de luz duran más de seis horas diarias. Hay días que las horas sin luz no se cuentan porque son demasiadas. En ese lugar también se vive con escasez de dinero en efectivo y pocas posibilidades de trasladarse de un lugar a otro.
Esta historia ocurre en 2018, plena época de protestas, paros de transporte y de empleados y de universidades. También ocurre en temporada de lluvias, la carretera que conecta a San Cristóbal con otras ciudades está a punto de derrumbarse. A pesar de este caos, en una residencia de la ciudad de San Cristóbal, estado Táchira, un joven planea un viaje.
—En unos meses debo ir a Caracas a presentar el examen de japonés. Quiero tener el aval de que puedo hablar y leer el idioma. El problema es que es en Caracas, una de las ciudades más peligrosas del mundo, no tengo dónde quedarme y no sé cómo moverme en esa ciudad.
Kevin-kun planea el viaje, hace maletas, entra en crisis. Abre Twitter.
4:42 pm – 23 de junio de 2018 Tweet:
“Agradezco con el corazón que orienten a este intento de espécimen humano a ir a Caracas en óptimas condiciones la próxima semana, el Gran Arquitecto del Universo (o Cthulhu según su preferencia) sabrá apremiar por ayudarlo en su travesía”.
5:45 pm Respuesta:
“Si necesitas ayuda estando en Caracas, estoy a la orden”.
5:53 pm
“Necesito saber cómo hacer para llegar el domingo que viene a la Unidad Educativa Carlos Soublette en Bello Campo. Voy el viernes. Estoy asustado, en serio, jajajaja”.
5:57 pm
“No te preocupes, yo te ayudo”.
Despierta a las 6:00 am. Pide un taxi. Llega al terminal privado Flamingo a las 6:30 am.
—Tengo 30 dólares y 4.000 pesos para este viaje.
Pasa el tiempo, habla con la señora que tiene al frente.
—Yo voy a la graduación de mi hijo en la Escuela de Aviación Militar, debo llegar como sea—, comenta la señora.
Son las 9:00 am. En la taquilla informan que los autobuses no van a llegar porque hay problemas con la carretera. Decaído Kevin-kun exclama:
—Ya no iré…
La señora lo oye y le responde:
—Vámonos juntos en taxi hasta el terminal público a ver si tenemos suerte.
Sacan dinero en efectivo. Kevin-kun nota que tiene menos dinero.
10:30 am. Llegan al terminal. Hacen la cola. Kevin-kun va pagar, su tarjeta no pasa. La segunda vez tampoco. Entra en crisis. A la tercera pasa. Compra pasaje para la noche. Le regala un helado a la señora. La abraza, se despiden. Va a su casa a buscar la maleta. Regresa al terminal a las 5:00 pm. Inicia su viaje a las 6:00 pm.
Viaje de 12 horas en autobús.
11:00 am. Terminal La Bandera. Llega a Caracas. Lo recibe la amiga de Twitter. Se monta en el Metro de Caracas. Saluda a la gente. Nadie le contesta los buenos días. Consigue un hotel por Chacaíto.
—Ugh, solo hay wifi en la recepción, al lado del bar.
Lee guías de japonés rodeado de cuatro hombres que beben, un travesti y una familia que come arepas. Él come una arepa.
Kevin-kun tiene menos dinero.
Despierta a las 4:30 am. Se para a las 6:30 am. No hay agua. Compra una arepa y una cerveza. Kevin-kun tiene cada vez menos dinero. Entrega las llaves. Tiene un mapa de cómo llegar al colegio y andar en Metro, se lo dio su amiga. Llega a las 7:40 am. El examen comienza a las 10:00 am. Dos horas de examen. Termina. Va a La Bandera.
12:30 pm
—Se me descargó el teléfono. El autobús que va a San Cristóbal es muy costoso, ya no tengo dinero. ¿Por qué casi no hay autobuses? ¿Qué hago?
1:15 pm
Un hombre con un cartel que dice “Barinas” pasa cerca de él.
—Haré escala. ¿Cómo puedo pagar?
—Solo efectivo —responde el chofer.
—Pero no tengo suficiente…
—Solo efectivo.
Kevin-kun revisa sa su cartera, cuenta los billetes al frente del chofer, no tiene suficiente dinero.
—Ok. Te dejaré subir —le dice el chofer.
En el bus el chofer cuenta bolsas de dinero. Todos pagaron con billetes de baja denominación. Cuenta cada uno de los pasajes. Sale a las 3:00 pm. Hacen una parada. Compra una cachapa.
Kevin-kun tiene mucho menos dinero.
12:00 am. Llega a Barinas.
—Uff… estoy más cerca.
7:30 am.
—¿Cómo que no hay internet ni punto? Ya no tengo efectivo. ¿Cómo pago? —llama por teléfono—. ¿Aló? ¿Me prestas dinero? Tampoco tienes…
Tres horas después. Kevin-kun sigue dando vueltas por el terminal, desesperado. Un señor se acerca:
—Hijo, váyase en ese bus que está saliendo.
—Disculpe, pero no tengo efectivo.
—Móntate, te vas sentado en las escaleras. Cuando lleguemos a San Cristóbal me pagas el pasaje con pan.
Kevin aguanta cinco horas de viaje sentado en las escaleras del bus.
4:30 pm. Llega a San Cristóbal.
—Les dejo mi maleta, voy a la panadería a comprar el pan —dice apresurado.
La panadería más cercana tiene cola. El punto no pasa. Está ansioso.
—¿Qué ocurre? —le pregunta una señora.
—No tengo efectivo y debo pagar mi pasaje de bus con pan.
—Ve a la otra que está en la esquina. El pan es más caro pero el punto funciona.
Corre. Llega a la panadería. Compra tres panes. Regresa al terminal. Busca su bolso y lo cambia por la bolsa de pan.
6:00 pm. Llega a su casa.
—Ugh.
Felicitaciones por plasmar de esta forma la realidad actual.
Muy buen periodismo al servicio de la verdad.