Con pura alegría y bochinche los chinos parisinos le dieron la bienvenida a su nuevo año del Conejo durante estos quince primeros días de febrero. Terminaron con la tradicional fiesta de los Faroles, pero antes festejaron en las tardes, a media noche, a mitad de mañana de los sábados, amanecieron los domingos, bailaron con dragones, se mezclaron con hindúes, franceses, afroamericanos, latinos. Todos convertidos en una suerte de palitos de mucho colorido; así se celebra al estilo chino en Paris.
Todo empezó según cuenta la leyenda: Buda invitó a doce animales a una fiesta de fin de año. A la fiesta llegaron por separado la rata, el búfalo, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el perro y el cerdo. La fiesta se convirtió en un éxito bailable y para agradecer su visita, Buda les otorgó un año a cada uno y les informó sobre sus compatibilidades y de los años favorables y desfavorables para cada uno.
Un minúsculo trozo de esa leyenda se revivió en las calles de Paris. Estas imágenes narran el gran desfile que contagió a todos hasta hace pocas horas.