Regresamos al Centro Espacial Kennedy por la fascinación que nos produce sentirnos cerca de la misión que pronto permitirá a la humanidad viajar de nuevo a la Luna, y luego a Marte. Esta vez, nuestra guía es la fotógrafa Eva Marie Uzcátegui, una cronista de la casa que pudo capturar de cerca imágenes del cohete Artemis, el programa donde también trabaja otra venezolana, Nathalie Quintero. En este relato nos cuenta las sorpresas que descubrió en ese recorrido junto a su familia, y su encuentro con la caraqueña en la NASA
Texto y fotos Eva Marie Uzcátegui
Esta es mi cuarta visita al Kennedy Space Center. No deja de ser una novedad y algo súper emocionante. Empecé a ejercer el fotoperiodismo tarde; en mis últimos meses en Venezuela antes de migrar a los Estados Unidos. Y jamás me imaginé que tendría la oportunidad de cubrir lanzamientos de cohetes, y menos que iba a tener el acceso que tuve en esta última visita.
No puedo decir que la NASA y “el espacio” no llamaran mi atención, pero honestamente, no era una visita pendiente en mi lista de deseos. Ahora, quiero tener la oportunidad de ir a ver todo lo que pase allí.
Mi primera visita fue bien atípica, pero esto lo descubrí en mis próximos recorridos. Fui por primera vez en Enero de 2021 para un lanzamiento de SpaceX que iba a transportar un satélite turco, en una cobertura fotográfica para la agencia de noticias turca Anadolu.
Estaba muy nerviosa.
Cuando el cohete salió, hice fotos los primeros segundos, y después me quedé con la boca abierta mirando, mirando, hasta que reaccioné y recordé que tenía que seguir tomando fotos.
Después he presenciado los lanzamientos de SpaceX Inspiration4 (la primera misión espacial tripulada enteramente por civiles), y de la United Launch Alliance con un satélite para la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). En el lanzamiento de Inspiration4 tuve la oportunidad de entrar al Vehicle Assembly Building (VAB), el edificio icónico que sale en todas las películas donde se ensamblan los cohetes.
El lanzamiento lo vimos desde el techo de ese edificio. Recuerdo anécdotas curiosas: el ascensor que llega al techo estaba dañado y nos tocó subir y bajar unos 20 pisos por las escaleras con todos los equipos encima. Después que terminó el lanzamiento, nos dimos cuenta de que quedamos atrapados en el techo sin llave para volver a bajar. ¡Sí! Estas cosas pasan en la NASA también.
Mi última visita, justo en estos días, fue para darle cobertura al 60 aniversario de Kennedy Space Center, un privilegio que dieron únicamente a representantes de los medios que fueran ciudadanos o residentes americanos. El martes tuve la oportunidad de entrar al famoso Launch Control Center (LCC) y conocer a tres antiguos directores del centro de control. También conocí al actual asistente del director de lanzamiento, Jeremy Graeber, quien estará allí para el lanzamiento de Artemis I.
Cada uno posó para mí cámara y las fotos están publicadas en el reportaje que realicé para la agencia de noticias francesa AFP. Escuchar sus anécdotas y experiencias da mucha emoción, pero en particular me conmovió el cuento de Robert Sieck, quien relató una historia de un antiguo director de lanzamientos (Norm Carlson) que quiso incluir a todos los miembros del equipo que trabajan de manera anónima pero que son igual de partícipes en cada lanzamiento. Porque sin ellos, muchas cosas no podrían pasar dentro de la organización. Por eso, en honor y agradecimiento a todos, Carlson cocinó en aquel abril de 1981 “beans y cornbread” con la receta de su familia y lo compartió en el lobby del LCC. Esto luego se volvió tradición, y se sigue celebrando de la misma manera, incluso con la misma receta familiar del antiguo director.
También tuve la oportunidad de visitar un laboratorio donde desarrollan avances para el proyecto espacial y los planes de desarrollo en otros planetas. Vi el modelo de un excavador, muestras de tierra lunar, fotos de antiguas exploraciones.
Escuchar a quienes trabajan en ese lugar es alucinante. ¡Estos científicos tienen planes de conseguir sustentabilidad para habitar en otros planetas! Y son apasionados en su trabajo, y eso se siente desde el segundo en el que te abren la puerta del laboratorio.
El recorrido cerró en el Astronaut Crew Quarter (ACQ), el edificio donde los astronautas hacen vida y cuarentena previa al lanzamiento. Una empleada del ACQ con 28 años en el cargo contó con mucha emoción algunas de sus vivencias en ese sitio. Nos mostró la cocina y el comedor de los astronautas, y para terminar el recorrido, nos llevó al cuarto donde los astronautas se visten con los trajes espaciales para viajar al espacio.
Ese día usé el mismo ascensor que hemos visto tanto en la televisión cuando salen los astronautas y crucé las mismas puertas que ellos atraviesan para entrar y salir del edificio. Estar en tantos sitios icónicos, con tanta historia, es realmente impresionante.
La segunda parte de la pauta fue una oportunidad de tomarle fotos a Artemis I en la plataforma de lanzamiento 39B, con la luna de fresa del miércoles en la madrugada de fondo. Para mí, la manera más hermosa de apreciar los cohetes es de noche, con el cielo oscuro y ellos enfrente, gigantes e imponentes, iluminados perfectamente.
Nos dieron la oportunidad de estar en este punto como una hora, pero nunca se hacen suficientes fotos. Nunca estás listo para irte. La fotografía de los eventos espaciales es otro mundo, la mayoría son profesionales que tienen toda su vida en estas coberturas.
Comenzaron tomando fotos con rollos de película y ahora lo hacen en digital. Conocen todos los trucos, tienen todos los equipos, un corazón inmenso, y no son celosos con su conocimiento. También hay una nueva generación que sabe toda la historia, y toman estas fotos por pasión para luego comercializarlas. Todos dignos de admiración, porque hacen un trabajo maravilloso.
Artemis I es volver al sueño de ir a la Luna. Es un orgullo para los estadounidenses. Un proyecto que se ha extendido y postergado en el tiempo, pero en el que han trabajado muchísimo. Es la promesa de nuevas exploraciones, y de significativos avances.
Artemis I es un cohete que te quita el aliento y te hace sentir mínimo, diminuto, aún estando a metros de distancia.
Artemis I también es Venezuela, y eso lo supe días antes de viajar a Cabo Cañaveral por un post que publicó Historias que laten. Así que me animé a contactar a Nathalie Quintero -la ingeniera venezolana que está trabajando en este programa- para contarle que estaría por allá, y que nos encantaría conocerla.
Así fue como terminamos mi esposo Marco, mi hija Emma, Nathalie y yo sentados en una cervecería con ambiente agradable, escuchando en vivo sus historias. Una caraqueña sencilla, natural, siempre con una sonrisa y dos pasiones, una es obvia y es su trabajo, la otra, es Venezuela. Esa no sé si ella la tiene clara, pero es evidente. Habla como una caraqueña, se ríe sabroso y deja ver esa nostalgia bonita de todo venezolano que ha emigrado pero se le quedó un pedazo de corazón allá.
Emma, mi hija, había escrito brevemente sobre ella en un proyecto sobre la migración en el colegio. Nunca pensamos que meses después la conoceríamos.
El viaje cerró con una visita al Kennedy Space Center Visitor Complex. Creo que la mejor manera de definir este lugar es decir que es la versión de un parque de Disney pero sobre el espacio. No nos alcanzó el tiempo para recorrerlo completo. Estuvimos cinco horas y no vimos ni la mitad. La experiencia es muy interesante, exponen sus logros, pero también sus fracasos.
Mientras esperábamos para entrar al Gateway (la nueva atracción del KSC Visitor Complex), uno de los cuatro viajes inmersivos (simuladores) que tienen disponibles, conversamos con las personas que estaban detrás de nosotros en la cola. Terminé mostrándoles mis fotos de Artemis I con la luna de esa madrugada. Sus caras de impresión con mis fotos y su agradecimiento por dejarlos verlas me tomó desprevenida. Me recordó, una vez más, por qué me fascina tanto mi trabajo y lo agradecida que estoy de tener estas oportunidades.
En el KSC Visitor Complex exhiben réplicas, piezas originales, fotos, videos, pantallas interactivas y hasta un simulador del Space Shuttle que significó un logro importantísimo en los años 80 y que viajó en 135 misiones. Los simuladores han sido clave en el desarrollo espacial para entrenar a los astronautas, y permiten a los visitantes experimentar de manera muy similar cómo se sentía el lanzamiento del Space Shuttle.
Regresamos de esta visita queriendo planear el próximo viaje, con la curiosidad a mil revoluciones por hora, y pensando en qué documentales y películas queremos que Emma vea para que entienda más sobre este y otros programas espaciales.
QUE EXTRAORDINARIO TRABAJO TIENEN EN LA NASA, SUEÑO LLEGAR A CONOCER CADA DETALLE DE TAN FASCINANTE LOGRO HUMANO .
GRACIAS TAMBIÉN PIR TU EXELENTE TRABAJO . UN ABRAZO DESDE PERÚ.