Seleccionar página

Hace más de diez semanas a Venezuela llegó la noticia de los dos primeros casos confirmados de COVID-19 y con ella el miedo, la cuarentena, el confinamiento el tapaboca y los guantes

Al principio eran solo azules y blancos. Muy pocos negros. Pero al pasar los días aparecieron el resto de los colores, con estampados, otros que tienen dibujos y algunos con el símbolo de Nike. Desde hace más de diez semanas los venezolanos comenzamos a combinar los tapabocas con la ropa, nuestra nueva prenda de moda. 

Franelas y pantalones, gorras y los guantes, estos casi siempre de látex, ule o plástico transparente, a juego con las mascarillas que tapan narices y bocas. 

Antes de que la pandemia de COVID-19 llegara a Venezuela, estos tapabocas eran utilizados en su mayoría por médicos y enfermeras. Ahora forman parte de nuestra cotidianidad.

Los usamos no solo como protección, también los lucimos, nos tomamos fotos y las difundimos por redes. Se han vuelto prendas de uso diario.

Las usamos, ensuciamos, las lavamos y colgamos en nuestras ventanas o tendederos para que se sequen al sol. Incluso los desechables, esos que deberíamos usar por un máximo de tres horas y luego botar. Pero los usamos una y otra vez.

En Instagram, algunos alcaldes publican videos regalando algunos tapabocas y guantes en medio de la calle, mientras que en MercadoLibre los venden al mayor o detallados.

Hoy ví a mi mamá lavar y guindar sus guantes, mientras yo me quitaba el mismo tapabocas que he utilizado desde hace más de dos meses, pero no sé si botarlo o lavarlo.