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La popular Parranda de San Pedro cuenta la historia de una negra esclava llamada María Ignacia cuya hija fue curada por el santo. La promesa que hizo ella por aquel milagro, los cantos y bailes de los parranderos que se visten como María Ignacia, la confección de las muñecas de trapo, son todos actos de fe que cautivaron al fotógrafo Daniel Hernández, quien ha documentado la festividad desde hace casi 20 años.

Esta celebración religiosa y cultural sucede cada 29 de junio en Guarenas y Guatire, dos ciudades muy cercanas a la capital de Venezuela, y fue declarada por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año 2013. 

“Es una de las más hermosas que he visto”, asegura el fotógrafo documental, y seguro que es así, pues en esta crónica multimedia que realizó (video, fotogalería, texto) se hace evidente por qué estas imágenes lo marcaron para siempre.

Magdalena y sus muñecas

La esclava María Ignacia tenía a su pequeña hija, Rosa Ignacia, enferma. En su desesperación, le pide a San Pedro que se la cure y a cambio ofrece bailarle y cantarle. Milagrosamente la niña mejora, en una época donde la enfermedad para los pobres era una muerte segura.  

Llegado el momento, la esclava paga su promesa a San Pedro bailando acompañada de otros esclavos.  María Ignacia, tiempo después, enferma de gravedad y en su lecho de muerte le pide a su marido que mantenga el pago de la promesa. Entonces, éste se viste de mujer y honra el compromiso con el santo.

Esta tradición se ha mantenido desde tiempos de la colonia a través de varias generaciones y se ha multiplicado hasta nuestros días. Con el pasar del tiempo la niña, por quien se pide la promesa, pasó a ser representada por una hermosa muñeca negra de trapo. 

Es aquí donde aparece la señora Magdalena Isturiz.

Quienes la conocemos y la amamos con locura la describimos como una mujer de carácter fuerte, impetuosa, con una mirada poderosa que te hace entender cuando estás haciendo las cosas bien o mal.  Es ella la que, desde los años 80, elabora las muñecas Rosa Ignacia para las Parrandas de San Pedro.

Magdalena me cuenta que trabajó en el sector salud pero se inició en esto porque era costurera y había trabajado en empresas donde era talentosa en el arte de la costura. Hija de «Machaito» Istúriz y como guatireña de pura cepa, es devota de San Pedro y es en el año 86 cuando confecciona las primeras muñecas, entre esas, la que le entregó a Felipe Eleazar Muñoz, miembro fundador de la Parranda del 23 de enero, quien fue su compañero de trabajo en una de las empresas donde su labor como costurera era valorado.

Magdalena vive frente a la sede del CEA (Centro de Educación Artística Andrés Eloy Blanco), lo que la conecta más a la Parranda San Pedro, pues vive día a día todos los aspectos que envuelven a la manifestación. La Parranda de San Pedro del CEA es, quizás, la parranda con más participantes y es Magdalena quien confecciona, en modo de ofrenda al santo, la Rosa Ignacia que saldrá cada año con la parranda, al igual que muchas otras que cada 29 de junio salen a bailar en el pueblo de Guatire.

La negra Magdalena cuenta que la Parranda de Sarría (una parranda de San Pedro que aprendió la tradición en Guatire y la adoptaron luego en esa populosa parroquia de Caracas) portaba una muñeca a la que le faltaba hasta un ojo.

Decidió entonces hacerles una muñeca nueva. «Una parranda de San Pedro debe tener una Rosa Ignacia bonita, bien hecha», tiene como lema. Sus muñecas también han llegado a Guarenas y son llevadas en las manos de la María Ignacia de la parranda de la familia Nuñez, quienes mantienen la tradición en el municipio Plaza.

¡Pero la Rosa Ignacia de Magdalena ha llegado todavía más lejos! 

Durante el viaje a Azerbaiyán (para el acto de Declaración de la manifestación como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO en 2013), una de las Parrandas de San Pedro, llevó consigo una Rosa Ignacia confeccionada por Magdalena para ese momento histórico.

Magdalena Istúriz es una mujer que ha sido partícipe en el desarrollo cultural guatireño a la callada, cultivando el arraigo en su familia y en otras personas ligadas a ella. Sus nietos son San Pedreños, ella también participa de las burriquitas y los apoya elaborando sus trajes. 

Es de esas mujeres que entiende que con el trabajo constante se mantienen las tradiciones y por esto es querida y respetada entre los cultores populares, quienes saben el valor que está guatireña tiene. Magdalena no vive de vender muñecas Rosa Ignacia. Elabora cada muñeca de trapo para las Parrandas en un acto de amor por tradición y fe, petición que hace por ella y por los suyos.