Desde su mirada de asombro, una venezolana en Moldavia observa cómo las personas caminan con absurda normalidad por las calles. En ese país de Europa Oriental que comparte frontera con Ucrania y Rumanía, el indicio de que hay un conflicto bélico muy cercano es el número de refugiados que llenan las calles. Gabriela Quiaro observa su nueva realidad y narra el sutil pero significativo cambio en la vida de los moldavos desde el inicio de la invasión rusa al país vecino y cómo este territorio se ha convertido en la ruta alternativa de los ucranianios que huyen de la guerra
Los ve donde sea que mire. Son como una alucinación. Mujeres y niños con bolsos grandes y pequeños, en refugios improvisados o en los locales de comida, caminando sin rumbo. Algunos con sus mascotas envueltas en abrigos o dentro de los bolsos. Probablemente los ojos se le llenan de lágrimas, se los limpia y sigue andando. Porque para ella los animales son un preciado regalo de la vida. Es muy seguro que también ha visto unos cuantos hombres cargados con algunas de sus pertenencias. Todas esas escenas de vidas trastocadas y rostros nerviosos se repiten una y otra vez en Chisináu, la capital de Moldavia, desde el 24 de febrero cuando tropas rusas invadieron territorio ucraniano.
Gabriela Quiaro, una venezolana de la diáspora que hace dos años trabaja en esa ciudad, los mira mientras se dirige a su trabajo. Anhela los días en que no ocurría nada extraordinario en Moldavia, ese pequeño país de Europa del Este que separa a Ucrania de Rumanía.
Cuando está en casa lo primero que hace al levantarse es revisar las noticias. Gaby, como le gusta que la llamen, tiene 28 años y es menuda, de piel clara y muy risueña. Es oriunda de Guatire, una de las pequeñas ciudades aledañas a Caracas ubicada en el estado Miranda, en Venezuela.
Gaby tiene un título como licenciada en idiomas modernos y egresó de la Universidad Central de Venezuela. Habla español, francés e inglés y trabaja como Seo Writer en español para la web de una empresa moldava. Desde el interior de un edificio construido en la era soviética, mira su celular para estar al tanto de todo.
La conversación con Gaby es discontinua. Ha durado más de dos semanas porque responde cuando puede y siempre sigue la conversación donde la dejó. A través de notas de voz cuenta cómo luce Moldavia ahora. Ella, más que narrar la tragedia, habla de lo que puede percibir desde su ventana o en sus idas al trabajo.
Con el “Slava Ukrain”, que significa Gloria de Ucrania, inicia esta conversación.
—¿Cómo ves la vida en Moldavia ahora?
—¿Has visto a los refugiados ucranianos? ¿Has podido hablar con ellos?
—Sí los he visto. De hecho visité con una organización con la que trabajo de voluntaria, se llama Animal Care Moldova, uno de los centros para refugiados ucranianos. Una de las cosas que notamos es que hay mucho apoyo de la gente. Llevan comida, enlatados y cosas así, pero también se necesita comida para los animales. Porque la gente no piensa en primera instancia en los animales. Entonces, estamos realizando una campaña para recoger fondos y comprar cositas para los animales de las personas que vienen huyendo. No logré hablar con ninguno. Solo hablamos con la gente del centro, la gente que estaba organizando. Es que mi ruso es muy limitado. Pero tengo una amiga que recibió a una familia de refugiados en su casa por unos días.
—¿Tuviste contacto con esa familia ucraniana?
—¿Y los ucranianos se quedan en Moldavia?
—¿En Moldavia están alertas por si el conflicto los alcanza?
—¿Y qué harán si llegan las tropas rusas hasta Moldavia? ¿Han contemplado esa posibilidad?

—No sé si todos, pero muchos sí. Yo tengo un plan B. Mi amiga, la que recibió a los refugiados en su casa, tiene carro y en caso de cualquier cosa o emergencia saldré con ella y su familia hasta Rumanía.
—¿Qué te ha parecido la reacción de los moldavos ante esta situación?
—Es muy cercana.En verano la gente de Moldavia va a Odesa (Ucrania), que es la playa más cercana que tiene Moldavia. Es como a dos horas de la capital. Odesa es una de las ciudades turísticas de Ucrania (a orillas del mar Negro).
—Saliste de Moldavia por unos días. ¿Por qué? Y, ¿fue difícil?
—¿Regresarás a Moldavia?
—Si. Todas mis cosas están allá.
—¿Retornas a pesar de que la guerra está tan cerca?
Una tensa calma es la sensación compartida entre los moldavos. El peso de la guerra lo palpan muy cerca. Muchos temen que, si Ucrania cae en manos del poder de Putin, los próximos serán ellos.
Una tensa calma es la sensación compartida entre los moldavos. El peso de la guerra lo palpan muy cerca. Muchos temen que, si Ucrania cae en manos del poder de Putin, los próximos serán ellos.
Al cierre de esta crónica esta información es noticia: el Estado Mayor de Ucrania avisa de actividad de las fuerzas militares rusas en la región de Transnistria, zona separatista de Moldavia considerada un enclave prorruso. Así lo confirmaron El País, El Financial Times y Bloomberg.
Moldavia es un país de Europa Oriental con una economía que se sustenta en la agricultura, se le considera un país pobre y aún en desarrollo. Tras la disolución de la Unión Soviética, logró su independencia hace tan solo treinta años. La extensión de su territorio es de 33.846 kilómetros cuadrados, es más pequeño que el estado Barinas, en Venezuela. Comparte frontera con Rumanía y Ucrania, justo en el medio de ambos. En sus límites con Ucrania tiene nueve puntos de entrada. En esta república viven 2,6 millones de personas. Desde el inicio del conflicto, el país ha recibido a más de 360.000 refugiados ucranianos, y permanecen allí unos 100.000 de ellos, de los cuales casi 50.000 son niños, niñas o adolescentes, de acuerdo con la última actualización del ministro de Relaciones Exteriores moldavo, Nacu Popescu, realizada el 20 de marzo.
Felicitaciones por el trabajo de recolectar este tipo de testimonios en tiempo real. Eso va generando archivo e imaginarios de la diáspora venezolana. Muy interesante. Todos tenemos una historia qué contar o que contarnos. Saludos