Linda Loaiza López apenas salía de su adolescencia cuando vivió uno de los peores casos de violencia contra la mujer en Venezuela. Veinte años después, comparte su historia en clave de crónica en un libro y conversa sobre cómo se atrevió -y sigue atreviendo- a luchar por los derechos de las sobrevivientes
Fotos cortesía Editorial Dhabar
La historia (breve reseña del libro Doble crimen, tortura, esclavitud sexual e impunidad de las coautoras Luisa Kislinger y Linda Loaiza López. Editorial Dahbar).
Veinte años han pasado de aquel día de marzo de 2001 cuando Linda Loaiza López Soto caminaba rumbo al Ministerio de Educación a entregar su tesis de bachillerato.
Pero nunca llegó. Un individuo la abordó por la espalda y, a punto de pistola, la arrastró hasta una camioneta Cherokee color vinotinto.
Los siguientes casi cuatro meses fueron de cautiverio, tortura y violencia física, psicológica y sexual por su agresor: Luis Antonio Carrera Almoina.
“El hijo del rector”, posteriormente apodado “el monstruo de Los Palos Grandes”, la mantuvo cautiva en el Hotel Aventura, una casa en el pueblo de Petare, estado Sucre, y un apartamento en las Residencias 27, en El Rosal. En este último finalmente fue rescatada el 19 de julio de 2001.
Linda sufrió múltiples traumatismos y lesiones, cuyas secuelas perduran hasta la fecha. Su caso ha tomado casi dos décadas y todavía no termina.
Durante los juicios no se investigaron debidamente los delitos de violación, tortura ni homicidio en grado de frustración, hubo discriminación e irregularidades. Al no obtener justicia, Linda demandó al Estado venezolano.
En 2018, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó una sentencia en su caso contra el Estado venezolano: es la primera sentencia que aborda un caso de violencia contra la mujer en el país.
La Corte encontró a Venezuela responsable y dispuso que el Estado debía investigar los actos y abrir averiguaciones de los funcionarios que participaron en el caso.
En su cruzada, Linda Loaiza López logró desnudar a un sistema judicial que discrimina a las mujeres víctimas de violencia y expuso una sociedad de cómplices.
—¿Sabes qué es difícil? Cuando las huellas hablan, y la huella soy yo —confiesa en el libro en el que reconstruye su historia junto a la investigadora y activista por los derechos de las mujeres, Luisa Kislinger.
La conversación
La publicación de Doble Crimen: Tortura, esclavitud sexual e impunidad de la Editorial Dahbar permitió un encuentro especial entre su protagonista y el club de lectura del equipo de #HistoriasQueLaten.
En esa conversación, que se dio justo en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, intercambiamos reflexiones con @lindaloaizaoficial sobre su proceso de sanación, su lucha por lograr justicia, el amor por su familia y sobre lo que la hace sonreír.
Pueden escuchar su testimonio completo en nuestro Instagram @historiasquelaten