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Gatobotz construye una ciudad digital que se resiste a ser borrada o aceptar cambios impuestos por otros. Diseña y anima para encontrarse a sí mismo. Juega con las piezas de Caracas a pesar de la pandemia y continúa en Venezuela para no perder el rumbo de lo que ha logrado

[Michael Zerpa, 29 años, diseñador gráfico @gatobotz]

Los edificios se arman y desarman como si fuesen parte de un juego virtual. Un autobús Mercedes Benz conocido como “el recogelocos” vuela sobre el cielo caraqueño mientras el cerro se muestra a través del parabrisas. Una iguana gigante posa sobre el centro de Caracas mientras devora unos cables de electricidad. Un chigüire se come los árboles que crecen en Los Palos Grandes. Las piezas de la parroquia 23 de Enero se unen cuidadosamente por las manos de Michael.  Así es como se ve una Caracas surreal.

Mi nombre es Michael pero me llaman Gato porque en mi casa siempre había muchos gatos, incluso dormía uno debajo de mi cuna. Los dibujaba en todos lados, mis amigos se dieron cuenta y comenzaron a decirme así. Acepté el apodo porque es más fácil de pronunciar que mi nombre, todos lo pronuncian diferente. Prefiero ser Gato y ya.

Vivo al oeste de Caracas, en el sector Monte Piedad de la parroquia 23 de Enero, cerca del Cuartel de la Montaña. Siempre he vivido aquí. Estudié para ser Técnico Medio en Informática en el colegio Fe y Alegría que queda en Alta Vista, Catia. En sexto año hice mis pasantías en el seguro de los ingenieros del Colegio de Ingenieros, estuve un año reparando computadoras. Luego ingresé a la universidad José María Vargas para estudiar Diseño Gráfico, eso era lo que realmente quería hacer y desde que me gradué estoy trabajando en ello. 

Mi primer trabajo como diseñador fue en la editorial Madera Fina haciendo portadas de libros y diagramaciones, duré un año y medio como freelance. En mi tiempo libre empecé a tomar fotos de sitios de Caracas que no conocía. Estaba buscando mi identidad y mi relación con la ciudad, a las fotos decidí incluirles animación, eso fue de forma autodidacta. A medida que lo iba haciendo me iba gustando más y me di cuenta de que ya no quería seguir con lo impreso, descubrí que quería trabajar con lo digital. Así comencé a desarrollar mi proyecto de Caracas surreal.

Es como si estuviese jugando a crear algo que no existe. Es ese proceso de estar en la calle y tratar de ver las cosas que no apreciamos normalmente, verlas varias veces, hasta los mínimos detalles. Tomar fotos y reinterpretarlas, animarlas. Me divierte, no se siente como un trabajo. Es como si Caracas no fuese tan feroz porque yo soy el que la maneja.

Imagen Michael Zerpa / @gatobotz

Un proyector apunta hacia un edificio y las imágenes aparecen. Las piezas de los rompecabezas se mueven a través de una pared de concreto. Ocurre de forma simultánea en varios lugares. Es de noche pero diferentes espacios están siendo iluminados por el arte.

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Hace un año nació mi otro proyecto Umbrales Urbanos junto  a Eva –Mujica–, lo creamos pocos meses después de conocernos. Yo estaba en un recorrido que hizo Ciudad Laboratorio en Bello Monte, era un espectador. Estaba disfrutando de caminar por el medio de la calle, ver a diferentes artistas mostrar sus obras, el ambiente, y me llamaron la atención unos carros que tenían adentro un proyector y estaban mostrando unas visuales demasiado arrechas en los parabrisas de los carros. Le comenté a un amigo que me gustaría estar involucrado en esas proyecciones y él me pasó el número de Eduardo Burger. 

Les escribí a él y a Eva que desde hace tiempo trabaja con Eduardo en la dirección de Plano Creativo.  Les mostré lo que hago, les gustó y participé en el siguiente proyecto de Ciudad Laboratorio. Pude proyectar mis animaciones en un formato mucho más grande, nos gustó lo que salió y decidimos formar una unión. Eva tiene conocimientos de cine, sabe manejar proyectores, y yo tengo una inquietud de pasar de lo digital a algo físico, así nacen los umbrales.

Foto Michael Zerpa / @gatobotz

Comenzamos a participar con proyectos de amigos y conocidos porque una vez que uno forma parte de ciertos voluntariados se da cuenta de que mucha gente se conoce y todos están en proyectos similares. Eso nos permitió hacer más intervenciones visuales pero llegó la pandemia y esas intervenciones urbanas de índole artístico mutaron a otros medios, haciendo actividades por Zoom como una que hicimos para el cierre del ciclo de talleres del Labo. 

Antes de la cuarentena teníamos un proyecto grande en Bello Campo, iba a ser apoteósico, una escala que no habíamos manejado. Fue chimbo, siempre teníamos una corredera en la calle, trabajando a una velocidad increíble y ahora estamos en un proceso de adaptación. Nos ha afectado bastante pero también han salido cosas interesantes, estoy contento con lo que ha salido a pesar de esta contingencia. 

Foto Michael Zerpa / @gatobotz

Gracias a Eva y Eduardo conocí el proyecto Secuencias Ciudadanas de Plano Creativo que trata de dar talleres de cine en las comunidades de Caracas. El año pasado estaban haciendo unos talleres en Propatria y Petare, yo estaba apoyando en la documentación, estaba tomando fotografías.  Ese mismo año Caracas City y la Fundación Espacios hicieron un concurso de intervenciones urbanas y decidimos participar con el proyecto de hacer un taller de cine en El Calvario, El Hatillo. Quedamos en segundo lugar, nos dieron financiamiento y ahora estamos llevando a cabo el proyecto desde enero. Hace poco se estrenó el primer acto de ese corto, realizado por los mismos jóvenes de la comunidad.

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Nunca he tenido la oportunidad de irme de Venezuela y creo que no la tengo tan fácil, yo debo ser descendiente de Guaicaipuro porque no tengo ninguna otra nacionalidad además de la venezolana.  Sí he pensado en irme pero no quiero hacerlo a lo bravo y perder el rumbo de las pocas cosas en las que me he enfocado en los últimos años. O por lo menos aún no. Tal vez en una situación de emergencia, a veces uno se va hacia la primera oportunidad que te salga. Yo no sé qué pase en un futuro y me dan un poco de temor estos tiempos de pandemia. Nosotros vivimos en un país donde si te enfermas no hay Estado que te ayude de forma óptima y asusta dar positivo en COVID-19 porque seguramente te van a  encerrar sin agua y sin comida. Aun así no tengo planes de irme de aquí.

Siempre me ha llamado la atención viajar pero mi principal motivación para seguir aquí es el mismo proceso que vivimos como sociedad. Nací en el 90 y desde esa fecha hemos enfrentado diferentes fracturas políticas y sociales que han marcado a nuestra generación. Es como un salto, siempre está pasando algo y eso me ha ayudado a mantener presente el tema de la ciudad, a interpretarlo a mi modo. 

Yo lo veo así: vivimos en un proceso político que intenta borrar parte de nuestra identidad, busca cambiar los símbolos y todo lo que tenemos, nos lo imponen. Parte de lo que hago es jugar con esa ciudad imaginaria que se resiste. Eso me ha permitido creer más en mí porque al principio yo hacía las animaciones porque me gustaba pero no pensaba que la gente e incluso empresas se iban a interesar tanto en ello. 

Por ejemplo, antes de Plano Creativo el proyecto más importante que tuve fue con Ron Pampero en Venezuela. Era una campaña de seis meses con un proyecto que se llamaba Toma las riendas y consistía en mostrar cómo distintas personalidades venezolanas hacían su trabajo. Participaron Ariana Quintero y Ricardo Parra que en ese momento hizo instrumentos musicales con barricas de ron. Luego participé en una campaña de Cine Color, estaba próxima a estrenarse la secuela de Ralph El demoledor y querían hacer una fusión de mi Caracas Surreal con la estética de Ralph. El resultado fue muy interesante: los centros comerciales que tenían las salas de cine que estrenarían la película se armaban y desarmaban como en un juego de Tetris.

Imagen Michael Zerpa / @gatobotz

No ha sido fácil mantenerse activo estos días. El encierro hace que uno olvide las razones por las que hace algo. Estoy viviendo para comer, dormir y trabajar, eso es todo. La vida se reduce a eso. Pero estoy tratando de encontrarme y cuestionarme todo lo que hacía y lo que hago. 

Me he planteado la idea de montar mi propia agencia de diseño, una agencia que no esclavice a la gente, algo diferente. Quiero seguir estudiando, la última vez que lo hice fue en 2018 cuando estuve en el diplomado de Innovación social de Prodiseño que se dictó en el CIAP-UCAB. Ese diplomado me marcó, hice amigos increíbles.

También quiero volver a exponer en galerías de arte, ya llevo dos años participando en colectivas y me ha gustado mucho la experiencia. El año pasado pude participar en un festival de videoarte que hicieron en Barcelona, España, fue a distancia. 

Tengo como metas seguir vivo, no enfermarme y no enfermar a nadie. Me gustaría seguir pasando de lo digital a lo físico con las intervenciones, proyectar en las calles, tomar la ciudad. Al final es una batalla por no quedarme estancado, seguir aprendiendo cosas nuevas, no hacer lo mismo siempre, evolucionar y aprovechar el encierro para crear”.