Desde hace ocho años una iniciativa promueve la prevención del abuso sexual infantil a través de talleres dinámicos para niños y padres. Los voluntarios de la Fundación Habla han logrado llegar a 150 comunidades en varios estados de Venezuela para romper el silencio de manera respetuosa y persistente.
En esta historia con enfoque de soluciones contamos cómo han logrado generar cambios, a pesar de las barreras y prejuicios que existen sobre este tema tan sensible.
Por Yohennys Briceño Rodríguez. Fotos cortesía Fundación Habla y Academia Shhekina’s
—La gente me decía que debía dejar que las niñas abracen a la familia, que tienen que saludar porque esa es una forma de educación. Decían que yo estaba loca.
A Norelis Aguirre no le parece apropiado obligar a sus hijas de 5 y 11 años a saludar con besos y abrazos. Ni siquiera a los miembros de su familia. Siente que las niñas deben ser libres de mostrarle afecto a quienes deseen, a esas personas con las que se sienten seguras.
Para ella es peligrosa esa arraigada idea de que los niños deben demostrar afecto a los adultos de la familia, que es una suerte de regla no escrita dentro de los hogares del país y se interpreta como una señal de respeto a los mayores.
Ahora Norelis está con sus hijas en un salón del Mini Campo Deportivo Camelia de Reggeti de la Escuela de Artes Escénicas y Musicales, en Caracas. Aquí también funciona la Academia Artística Integral Shhekina’s. Ella trabaja como vocera de los padres y representantes en ese centro de danza y cultura.
En el salón, sus dos pequeñas y otras 20 niñas se sientan en el piso formando un círculo. Delante de ellas un proyector refleja en la pared una lámina donde se lee Hablemos de nuestro cuerpo. Con un tono dulce pero firme, Sofía Martínez Campos, directora de la Fundación Habla, una organización dedicada a la prevención del abuso infantil, les explica qué partes de su cuerpo no puede tocar nadie y que no es necesario que abracen a todo el mundo.
Norelis mira desde el fondo de ese espacio, una especie de aula de clase sin ventanas, iluminada por unas lámparas pequeñas. Su pecho se infla, lleno con un aire de orgullo, porque escucha que eso que le enseña a sus hijas es lo correcto. Antes nadie se lo había mencionado. En la televisión, en la radio o en su trabajo no encontró respuestas.
—Cuando tocaron justo este punto, que a los niños no se los obliga a abrazar ni besar a quienes no le inspira seguridad y confianza, porque si no lo hace es por algo, fue cuando dije que no estoy tan loca como la gente me decía -cuenta aliviada.
Sofía Martínez sigue hablando con las niñas, todas entre los 3 y 12 años. Ella es una abogada que se ha certificado en el sistema de protección de la niñez de Venezuela y tiene estudios en psicología.
Les explica cómo deben llamar cada parte de su cuerpo. Remarca que no está bien que tengan secretos, mucho menos con los adultos. Que cuando una persona mayor hace algo que les resulte incómodo pueden contárselo a mamá y papá. Les dice qué hacer cuando se les acerca algún desconocido.
Cuando le toca el turno al público de pequeñas bailarinas, hablan de las cosas que les gustan, las personas con las que viven y de sus hermanas. Una vez que parecen más a gusto con la actividad, Sofía le pregunta a cada una qué cosas no le gustan y qué es aquello que les incomoda.
Norelis se mantiene en silencio al fondo, consciente de que luego será su turno de recibir el primero de los tres talleres que desde la Fundación Habla han preparado para enseñarle a los padres sobre la prevención del abuso sexual infantil.
—Si los niños no se sienten cómodos quedándose con la madrina, con la tía, o no quieren darle un beso al tío, no hay que obligarlos. Porque si no lo hace es por algún motivo y esas son cosas que hay que aprender a observar y entender.
Para los padres, la capacitación tomará más tiempo. Esta organización venezolana tiene ocho años trabajando en la prevención del abuso sexual en niños, niñas y adolescentes a través de talleres y campañas dirigidas a pequeños y adultos. En lo que va de 2023 han realizado 226 charlas formativas en comunidades de Caracas, La Guaira, Carabobo y Miranda.
Las leyes venezolanas exigen al sistema educativo que tengan programas de prevención de abuso sexual. Pero la precariedad de ese mismo sistema, por la crisis económica y social que vive el país, ha quebrado esa primera capa de protección para la niñez y la adolescencia.
Tras una década de opacidad en los informes oficiales, los datos fueron finalmente publicados por el Ministerio Público: desde inicios de 2022 hasta mayo de 2023 se registraron 7.165 casos de abuso sexual a niños, niñas y adolescentes. Hasta allí hay evidencias. Los reportes no precisan las edades de las víctimas, ni el género, ni el lugar donde se cometió el delito, ni la procedencia del agresor.
—La escuela como un espacio de protección sigue siendo una deuda pendiente. Los docentes, por su cercanía y proximidad con los niños, pueden ejercer un rol importante de garante de sus derechos, pero tiene que haber un proceso de acompañamiento del docente para que se vea como promotor de los derechos de los niños —explica Carlos Trapani, abogado y coordinador general de Cecodap, organización no gubernamental dedicada a promover los derechos de la niñez en Venezuela.
Gran parte de la responsabilidad queda entonces por completo en manos de los padres y adultos cercanos a las familias. Muchos, según revelan las estadísticas, han estado vinculados con este tipo de abusos.
Norelis escucha sobre esto en el primer taller para padres.
Sofía Martínez dirige la charla y menciona que en los últimos ocho años han podido determinar que poco más del 80% de los agresores pertenecen al entorno familiar y cercano del niño o adolescente. La cifra deja perpleja a Norelis, la madre de 41 años.
Ella no estaba al tanto de los datos y desconoce la responsabilidad del Estado en esta materia, pero sabe que en la escuela no le hablan a sus hijas de manera efectiva sobre este tema.
—La ausencia de datos lo que hace es que este tipo de casos esté invisibilizado y la violencia contra los niños sea poco denunciada, registrada, documentada y por lo tanto cueste mucho tener acciones efectivas para su erradicación —señala Trapani.
Por su parte, la directora de la Fundación Habla interpreta con desánimo las cifras oficiales, consciente de que falta información valiosa que permita un mejor abordaje.
—Las cifras oficiales son muy genéricas, porque nos hablan de que tenemos casos abiertos ante el Ministerio Público o en averiguación. Pero no sabemos cuáles son los géneros de esas víctimas, cuáles son las edades, cuál es el vínculo del victimario con la víctima, en qué estado hay mayor incidencia. No conocemos tampoco a donde llega la causa, si hay un juicio o imputados -lamenta Sofía Martínez.
En el informe Violencia contra la niñez en Venezuela, publicado en 2023 por el Observatorio Venezolano de Violencia, la educadora y experta en tema de niñez, Gloria Perdomo, resalta el impacto negativo de la carencia de cifras oficiales más precisas:
“Sin datos desagregados por edad, sexo, localización geográfica y por tipo de derecho vulnerado, no se pueden activar medidas, planes ni la asignación de los recursos, o las acciones no logran ser eficaces o apropiadas. La desinformación posterga, restringe o impide una protección que, tratándose de población vulnerable, no puede ser demorada”, advierte en el reporte.
La sociedad civil ha tratado de llenar esos vacíos de datos. A través de los casos difundidos en la prensa identifican las zonas donde los niños son más vulnerables, esas de mayor incidencia de este tipo de delito.
—El Estado debe tener una estrategia clara, con objetivos precisos, con indicadores de medición, con recursos suficientes y metas a corto, mediano y largo plazo. Esa intencionalidad del Estado, lógica, con un enfoque de derechos, ha sido el gran ausente durante todos estos años —analiza Trapani.
El Observatorio Venezolano de Violencia, el Cluster de Protección de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Venezuela y la Fundación Habla identificaron al estado Zulia como el lugar de mayor incidencia de violencia o abuso sexual infantil en el primer semestre de 2023.
Cecodap destacó en su último informe que las solicitudes de atención por casos de abuso sexual entre abril de 2022 y marzo de 2023 aumentaron más de 46%.
Sofía Martínez aprovecha el taller dedicado a los adultos para narrar la importancia de hablar del tema, asomar las cifras y el impacto que tienen, y explicar cómo ayudar a los niños a defenderse y cómo protegerlos. Los 25 representantes escuchan con atención. Entre ellos está Norelis.
Las charlas se han vuelto una rutina para la abogada y el resto del equipo de Fundación Habla. En total son siete miembros. En ocho años, han llegado a 150 comunidades con los talleres presenciales en varias regiones de Venezuela.
Forman parte del Cluster de Protección de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y cada año su mensaje llega a unas 1.000 familias, solo con los encuentros en escuelas y centros médicos de comunidades en Distrito Capital, La Guaira, Miranda y Carabobo.
—Los esfuerzos de formación disminuyen los riesgos de vulneración de derechos. En la medida que los niños, la familia y los docentes tienen información y saben cómo accionar, reaccionar y prevenir contextos de violencia sexual será una iniciativa positiva y valiosa. Ahora, si esos esfuerzos no van acompañados de otras medidas, como una estructura organizacional que dé respuesta a las demandas que impone estos procesos formativos, no darán resultados efectivos —señala el coordinador general de Cecodap, Carlos Trapani.
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Transcurre el segundo taller para representantes en la academia de danza y Norelis está aprendiendo a interpretar las emociones y sentimientos de sus hijas, a prestarles más atención porque ahí puede encontrar señales.
—Aprendí a conocer un poco más la parte sentimental de mis niñas, evaluar visualmente si hay algo que las incomoda. También que no podemos obligar a los niños a compartir con personas y en lugares donde no sienten seguridad.
En la charla, Sofía Martínez sigue los pasos que ha dado desde 2015 cuando surgió la fundación de la mano de un sociólogo, una periodista, un trabajador social, una psicóloga, una persona que trabajó en el sistema de protección, un publicista y ella.
Cada uno procuró prepararse para enviar el mensaje de Habla a todos los que estuvieran interesados en recibirlo. Su punto de partida es la prevención. Que no pase más es su lema y eslogan.
Asisten a comunidades, instituciones públicas y privadas, centros de salud en zonas populares e instituciones del Estado con su programa formativo para capacitar a los adultos y niños en prevención del abuso sexual infantil.
—Los programas fueron armados por especialistas en el área y en el marco de las leyes del país. No tratamos de ser explícitos con los niños, que a muchas personas les preocupa eso, sino que todo es pedagógico, todo es trabajado bajo nuestros programas desarrollados por psicólogos clínicos infantiles —comenta Sofía.
Son tres los pasos que siguen en estos talleres y Norelis toma notas de todo lo que puede. Primero buscan prevenir el delito a través de la formación, luego les enseñan una “ruta de acción” si el delito ya se consumó y cierran indicando los pasos jurídicos que se deben seguir al tener un caso de abuso. También refieren a psicólogos.
—En los talleres ofrecemos técnicas de abordajes para saber cómo acercarse a los niños. Les explicamos que a la víctima hay que dejarla que cuente lo que desee, pero también se le debe permitir reservarse cosas -explica la directora de la fundación.
Los talleres tienen un costo mínimo que puede variar según la institución o lugar donde se realice. Cuando se trata de zonas vulnerables y de escasos recursos, puede costar un dólar por persona.
Para quienes están en otras regiones de Venezuela, las campañas de los voluntarios apuntan a la formación. En alianza con la empresa de telefonía Movistar, pudieron llegar a más de 11.000 personas en Venezuela con mensajes de texto sobre prevención. A finales de 2019, lanzaron una pieza audiovisual que fue proyectada en las principales salas de cine del país y, según las mediciones de la organización, el video fue visto por más de 3 millones de personas en seis meses.
—La sociedad civil ha dado un esfuerzo importante en poder cubrir las omisiones del Estado, pero hay que reivindicar la obligación que tiene el Estado de generar mecanismos de protección frente a cualquier contexto de violencia, y más si se trata de niños y adolescentes. Necesitamos programas para adecuada atención a las víctimas, así como programas y servicios de prevención. Y esto requiere una inversión pública que es muy limitada y en algunos espacios casi ausente -subraya el coordinador general de Cecodap.
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Una pausa en el tercer taller es suficiente para que Norelis cuente cómo logró que este encuentro fuera posible.
—Nos enteramos a través de una entrevista que le hicieron a la fundación en Venevisión. Los contactamos, pedimos una reunión y solicitamos los talleres para nuestras niñas. Fue entonces cuando vimos la sugerencia de hacerlo también para padres y representantes.
Una vez coordinado el encuentro, los voluntarios llegan al lugar con los pendones, las diapositivas y una corneta. Sofía Martínez comienza explicando aquello que los adultos pueden hacer para que los niños no corran riesgos. Luego menciona que deben darle a sus hijos la confianza para que puedan contarles cualquier cosa que les suceda. Insisten en que siempre deben creerles.
Lo siguiente es explicarles a qué edad pueden los niños tener un teléfono, cómo enseñar a usar estos dispositivos, cómo bloquear el acceso a ciertas páginas y plataformas para que estén más seguros. Les advierte que los cuiden de los juegos en línea porque hay personas detrás que podrían estar acechando a los niños.
Mientras el taller avanza, menciona los pasos legales que se deben seguir si se da el abuso, no sin antes pedir a los padres paciencia ante el sistema, que puede demorar entre uno y cuatro años en ofrecer un dictamen. Finalmente recomienda buscar apoyo psicológico y replicar el mensaje de prevención.
—Estoy muy satisfecha porque nos dieron información muy completa. Nos aclararon las dudas y enseñaron que hay que aprender a observar y entender las actitudes de los niños y adolescentes ante ciertos adultos. También fue bueno para las niñas, porque salieron de su taller enfocadas en que deben acudir a la persona de confianza si está sucediendo una situación incómoda en el colegio, en la academia o en la casa —comenta Norelis.
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En alianza con las demás organizaciones del Cluster de Protección de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), los voluntarios aseguran que han podido llevar su mensaje en “cápsulas informativas” a más de 64.000 personas.
Conocen el impacto de su labor a través de los mensajes que reciben a diario; de nuevas personas y comunidades solicitando que realicen el taller, de instituciones del Estado que le piden capacitar a su personal, de madres que le escriben para decirle que su hijos le confesaron que fueron abusados, de mujeres que luego de ver uno de los mensajes de la fundación decidieron hablar de lo que vivieron cuando eran niñas. También de quienes llegan a la sede de la ONG a diario buscando apoyo.
—Cuando dictamos un taller, al menos dos o tres personas se nos acercan después para exponernos situaciones de abuso, que han sido víctimas ellos o algún familiar. El año pasado hicimos un abordaje con Acnur y llegamos a una población total de 2.436 personas. Entramos a las comunidades tocando el tema de la prevención y las impulsamos a que hagan espacios seguros. Así hemos llegado a unos 150 lugares —indica la directora de la fundación.
De diferentes estados del país la han contactado para que ofrezcan el taller, pero las limitaciones económicas hacen imposible el traslado. En las investigaciones que también realiza la fundación hallaron que Zulia, Miranda, Táchira, Bolívar y Sucre son las regiones con mayores casos de abuso sexual infantil, pero los talleres solo han podido llegar a uno de la lista: Miranda, y a otros estados de la región central del país.
Desde hace meses intenta acercarse a comunidades zulianas sin éxito, por el alto costo del transporte y la logística.
—Los programas que presta el Estado son muy deficientes. Por eso, nos apoyamos con programas de organizaciones transnacionales: Médicos Sin Fronteras, UNFPA, Acnur y Unicef que nos permiten fortalecernos. Pero con los recursos que hay y debido a la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela desde 2018, lamentablemente no podemos pedir que prioricen protección cuando las necesidades primarias son educación, salud y alimentación —aclara la vocera.
La pandemia también desvió los intereses de quienes, como responsabilidad social, apoyaban las acciones de esta ONG, que antes contaba con una nómina y ahora se mantiene con voluntariados.
—Tenemos un sistema de protección con muchas debilidades de actuación y respuesta, un sistema escolar con muchas limitaciones y una estructura familiar sin condiciones de apoyo. Todos estos son factores de riesgo para que la violencia sexual y de otro tipo afecte la vida de los niños. Los programas y servicios de apoyo psicosocial y jurídico para niños víctimas de violencia sexual son bastante limitados —contextualiza Trapani.
Para superar estas limitaciones, crean alianzas con otras organizaciones que trabajan por el mismo fin. Una de ellas es la fundación Soy un Guardián, ubicada en la capital del estado Zulia, la cual desde hace 10 años promueve la prevención del abuso sexual infantil y brinda acompañamiento a las víctimas.
La Fundación Muralla también realiza charlas en Barquisimeto, estado Lara, para capacitar a las personas sobre la prevención de la violencia sexual en la niñez y adolescencia.
Desde Cecodap ofrecen asistencia psicosocial presencial o remota a niños y adolescentes víctimas de cualquier tipo de violencia. Además usan un sistema de referencia y apoyo con otras organizaciones. La Fundación Luz y Vida con sede en Caracas también ofrece programas y servicios para la protección de la niñez.
Por su parte, el Fondo de Población de las Naciones Unidas desde hace dos años lanzó el programa Hablemos Claro, con el que brindan talleres y capacitación sobre educación integral de la sexualidad, que permite conocer cómo prevenir el abuso sexual infantil, a niños, niñas, adolescentes y docentes. Con la iniciativa tienen presencia en cuatro estados del país: Miranda, Apure, Zulia y Bolívar. En el municipio Baruta del estado Miranda, han llevado las charlas a 160 de 195 centros educativos que ahí funcionan.
Fuera de Venezuela, otras iniciativas se esfuerzan por disminuir las cifras alarmantes de abuso sexual infantil a través de la prevención, como la Fundación Pas en México o la Asociación Nuevos Pasos de Perú, que imparte el Programa Avisa, una iniciativa de prevención para ser aplicada a escuelas públicas y privadas.
Desde Colombia, la Fundación Red promueve a través de formaciones, talleres y podcast de capacitación para la prevención del abuso sexual en niños, niñas y adolescentes.
Sofía Martínez dice que desconocía estas iniciativas antes de comenzar con su labor de capacitación, pero resalta que la meta es que el contenido que transmiten desde la Fundación Habla sea replicable.
—Invitamos a quienes asisten a los talleres a que repliquen el mensaje, y les dejamos tomar fotos a los materiales que les mostramos para que den esas charlas en las comunidades. He sabido de personas que lo hacen, que hablan del tema usando los materiales de la Fundación. Sobre todos los maestros.
La directora mira el teléfono tras recibir varios mensajes. Se prepara para dar talleres durante las últimas semanas del mes de noviembre, cuando se celebra el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes. Su mayor reto es visibilizar un tema que muchos prefieren que se mantenga en la sombra. Paso a paso.
Excelente publicación sigamos apoyando a la Fundación Habla que entrega el 100% de sus conocimientos para prevenir el abuso de nuestros niñ@s .