Un salvavidas para el desesperado
Una tragedia tras otra
De acuerdo con testimonios de familiares, el pasado 6 diciembre zarparon dos embarcaciones que naufragaron en las costas de Güiria. Aunque no se sabe con exactitud el día de la tragedia, las familias de los fallecidos sostienen que 41 personas salieron en las embarcaciones.
Hasta este domingo 3 de enero, fueron rescatados del mar. Los familiares dicen que son 34 y que hay 7 desaparecidos. Los nombres “Mi recuerdo” y “Mi refugio” pasaron a engrosar la lista de las tragedias en altamar. “Y en estos días han seguido saliendo peñeros”, relató el señor Camilo Carreño, un habitante de la zona. “Ni porque hay desaparecidos dejan de salir, todavía siguen saliendo”, insiste.
Este hombre también denuncia la escasa vigilancia del Estado sobre la Península de Paria. En Güiria hay un puesto de la Guardia Costera perteneciente a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, pero “hay poco patrullaje, a veces es por gasolina, otras veces es porque no tienen lanchas”.
Los días siguientes al naufragio, Güiria fue un hervidero. Todas las cámaras apuntaron hacia allá, militares iban y venían, la ciudadanía protestó exigiendo que la búsqueda de los desaparecidos continuara. En las manifestaciones también hubo reclamos por gasolina, agua, gas, alimentos, transporte, electricidad y comida.
Las protestas cesaron, aunque la comunidad, junto a su párroco, realizan misas para encomendar el alma de los fallecidos. “También hacen procesiones hasta el puerto para recordar a los que están perdidos en el mar”, cuenta el padre Villarroel.
Sobre los últimos naufragios, relata el padre Juan Calzadilla que la comunidad cuestiona la versión oficial. Los resultados de la investigación del gobierno de Nicolás Maduro apuntan hacia la trata de personas y al sobrepeso. Puede ser que llevara sobrepeso, pero no que se tratara de tráfico de personas.
“Es raro porque en un peñero iban ocho o nueve miembros de una misma familia. La familia Martínez se iba a reencontrar en Trinidad, por eso había nueras, nietos, madres. Es raro, porque el testimonio de los familiares no concuerda con lo que dijeron en televisión”, dijo el sacerdote.
Desde el análisis del prelado, los naufragios del año pasado sí parecían estar más vinculados a la trata de personas, porque quienes migraban eran jóvenes de diferentes regiones del país con promesas increíbles de trabajo, que casi nunca eran como las pintaban. Pero, esta vez, era pura gente de Güiria.
En medio de las tragedias migratorias de esta frontera poco visibilizada hay gente al servicio de los marginados. Son cientos de personas que, en silencio, calman la sed y el hambre del desesperado, que abren las puertas y ejercitan la hospitalidad en la cotidianidad. En la casa de paso San Antonio están algunos, otros realizan travesías como voluntarios con tal de sumar al mismo fin: amar y servir al más necesitado, por sobre todas las cosas.
Esta cobertura especial #GüiriaDuele es producto de una alianza de periodismo colaborativo entre Efecto Cocuyo, Historias que laten, Crónica.Uno y Radio Fe y Alegría Noticias.