Seleccionar página

En el barrio Unión de Petare, los jóvenes del colegio María Inmaculada comenzaron a aprender el lenguaje de la programación para mejorar su futuro y abrirse un camino en el campo laboral. Desde hace más de un año, un grupo de voluntarios asiste cada sábado para enseñar técnicas de computación que les permitan desarrollar destrezas para la oferta laboral al graduarse de bachillerato. En esta crónica contamos cómo crearon e implementaron esta solución que ha logrado convertirse en una oferta educativa que busca replicarse en otras escuelas.

Arantxa López 

Fotos cortesía Espacio Educa

A las nueve de la mañana del sábado comienzan a llegar estudiantes al colegio María Inmaculada en el barrio Unión de Petare, uno de los colegios de mayor tradición de la organización de educación popular Fe y Alegría y que funciona desde hace 50 años en la comunidad. Llegan sin uniforme, suben las escaleras y se dividen en grupos para ocupar tres laboratorios de informática. En cada laboratorio los reciben sus profesores. Se saludan, eligen su puesto, encienden sus computadoras e inician las clases del curso de programación.

En uno de los laboratorios se dicta el curso avanzado, ahí están los estudiantes que decidieron continuar la formación después de aprobar el básico que inició a mediados del 2021. Asistieron todos los sábados durante un año –lo que dura el periodo escolar– y al graduarse se convirtieron en la primera cohorte de este programa educativo. Demostraron el éxito de la prueba piloto de un programa de enseñanza técnica complementaria impulsado por jóvenes universitarios que ahora busca expandirse a más escuelas. 

Se trata de un logro significativo, considerando que el retorno a la presencialidad ha ocurrido con una menor cobertura en aquellas edades que deberían cursar educación inicial, primaria y media, según la reciente  Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida 2022 (ENCOVI). El estudio revela que  cerca de 1.500.000 de niños, niñas y adolescentes permanecieron fuera del sistema educativo en el período 2021-2022. 

Durante la pandemia, la ENCOVI 2021 reflejó que unos 550.000 estudiantes habían dejado de ir a clases, en comparación con el año anterior. Y en lo que va de 2022, la deserción ha continuado: 190.000 estudiantes menos respecto al período 2020-21.

La razón principal para que los adolescentes dejen sus estudios, concluyen los investigadores de esta encuesta, “no es el factor económico, sino la poca pertinencia de la oferta educativa”. 

Esta podría ser la causa que ha motivado al grupo de estudiantes del colegio María Inmaculada a ser consecuentes cada sábado para aprender lenguajes de programación como HTML, CSS y Javascript en los cursos que dictan los voluntarios de Espacio Educa, una iniciativa de innovación social creada en plena pandemia. Los profesores son un grupo de estudiantes de Ingeniería de sistemas de la Universidad Metropolitana y de Informática de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

La primera cohorte que se graduó del curso básico de programación dio el ejemplo para que más jóvenes se animaran a apuntarse, y ahora hay dos laboratorios de informática repletos con alumnos que aprenden sobre las nociones básicas de programación.

–Me gradué de técnico medio aquí en el Fe y Alegría. Estaba estudiando Informática y un día pasaron por los salones mencionando que había la posibilidad de que en el liceo dieran un curso de programación. Yo me interesé porque desde hace tiempo tengo curiosidad sobre eso. Ahí conocí a los que darían las clases, dijeron de qué iba y me animé a hacerlo. Ya empecé la universidad para sacar el técnico superior en Informática. Así que estoy en eso, el curso avanzado del liceo y en el curso de 4Geeks –cuenta Joshua López, un joven de 17 años que después del curso básico de programación se convirtió en uno de los dos becados de la Academia de programación 4Geeks, una capacitación de 4 meses valuada en $1500.    

Al programa piloto asistieron 15 estudiantes y uno de los que más destacó fue Josmar Manrique, de 19 años y habitante del Barrio Unión.

–Yo pensaba que era programación de computadoras pero era programación de páginas web y eso fue bueno porque te das cuenta de que es muy necesario para todas los que tienen una empresa. Mientras estaba en el curso básico, los muchachos me dijeron que era el más sobresaliente y un día me dieron la noticia de que había sido becado por una academia. Quería llorar, pero dije que iba a esperar a ver cómo me iba. En la graduación del curso de programación estuvo el señor que me dio la beca. Me dijo que la mayoría empieza pero no termina y justo comenzando tuve problemas en casa. Me retrasé un poco pero me dieron la oportunidad de continuar dos meses más. También estoy en el semestre introductorio de la UNEFA; es un poco complicado llevarlo con el curso porque salgo tarde entonces debo llegar a casa y de una vez a la computadora.

En el colegio María Inmaculada había sólo ocho computadoras para 1.400 estudiantes, y en un año gracias a este programa lograron incorporar 35 computadoras nuevas dispuestas en los laboratorios. Los sábados se habilitan los tres laboratorios para enseñar el curso de programación dictado por el equipo de voluntarios de Espacio Educa.

–Nos preguntamos si era difícil hacer la transición a educación a distancia porque teníamos una brecha de conocimientos y capacidades tecnológicas para poder llevar una clase digital. Queríamos saber qué podía estar pasando en los barrios del país que no tienen los recursos económicos, donde no hay computadoras, internet y los colegios no tienen infraestructura necesaria para poder dar clases de forma virtual. Ante ese problema nos dimos cuenta de que un proyecto valioso puede ser hacer laboratorios de computación en colegios de zonas vulnerables –dice David Delgado, uno de los cofundadores de la iniciativa. Tiene 22 años y está próximo a graduarse como Economista de la UCAB.

Esa fue la primera idea concreta para resolver el tema de las clases a distancia y el poco acceso que tenían los estudiantes de zonas vulnerables, donde aumentó considerablemente la deserción escolar durante la pandemia. 

–Nos encontramos con una investigación que estaba haciendo el Banco Interamericano de Desarrollo que decía que en Latinoamérica iban a faltar un millón de programadores porque había mucha demanda. Muchas nuevas empresas de tecnología entrando en la región y poca gente formándose en el ambiente de la tecnología, a la par del desempleo juvenil, que es un problema gigantesco para Venezuela y la región. Así vimos una solución: dictar durante dos años un programa súper intensivo de clases de programación los sábados en nuestros laboratorios Espacio Educa y enseñar programación en un lenguaje que pueda ser utilitario. El primer año, damos el curso introductorio con las habilidades sencillas para aprender a programar, y en el segundo año, las habilidades más demandadas en el mercado laboral actual. Allí arrancó el proyecto. Queremos que terminen con un portafolio de proyectos para ayudarlos a conectar con los mejores empleos. Es un programa de mentorías a largo plazo para ayudarlos a desarrollar su carrera.

David Delgado se reunió con Federico Pérez y Juan Campbell para idear el proyecto pero ninguno sabía nada de programación, así que integraron a Jorge Croquer para desarrollar el pensum y éste se convirtió en el líder de profesores. En febrero de 2021, David y Federico presentaron la propuesta a The Resolution Project, una organización mundial ubicada en Nueva York, Estados Unidos, que fomenta el desarrollo y liderazgo de jóvenes a través de emprendimientos sociales. Tuvieron buena receptividad y en julio de 2021 lograron una alianza con el colegio María Inmaculada en Petare para realizar el programa piloto. 

La comunidad los recibió con gusto y llegaron a un acuerdo: Espacio Educa se encargaría de acondicionar los laboratorios y el colegio les aseguraría el transporte. Los representantes de los alumnos ofrecen una colaboración mensual de un dólar, pero si un padre o madre no tiene los recursos, entonces puede llevar tortas o cualquier otro apoyo. Antes dictaban clases con una tela sobre una pizarra blanca para proyectar las presentaciones, ahora cuentan con una pantalla que compraron para dar mejor las clases.

El equipo de Espacio Educa comenzó con cuatro personas y actualmente suman más de 30 voluntarios en varias áreas de trabajo: alianzas, operaciones, profesores, comunicaciones. En el equipo también hay personal de la institución educativa que apoya en el seguimiento del avance de los estudiantes. El curso está enfocado en los alumnos de 5to año –entre 16 y 19 años– pero se está evaluando cuál podría ser la edad mínima para los estudiantes, y además tienen planes de incluir apoyo psicológico en caso de que los alumnos presenten problemas de ansiedad o emocionales.

Evolución del programa en tres etapas

Primero la gestación de la idea. Durante seis meses definieron los objetivos y comenzaron a presentarlo a organizaciones como el Banco Mercantil, The Resolution Project, el Reto Saca el pecho, Concurso ideas. Así fueron consiguiendo mentorías y capital para llevar a cabo la prueba piloto.

La segunda fase fue realizar la prueba en un colegio con 15 estudiantes del último año de bachillerato. También les permitió construir al equipo, aprender a dar clases y entender qué dinámica les funcionaba mejor. De los 15 alumnos que arrancaron el curso 13 lo terminaron y asistieron al 90% de las clases.

La tercera fase se está desarrollando en este segundo año como prueba de expansión. Pasaron de 15 alumnos a 45 en un año y en paralelo continúan los del curso avanzado que se graduaron en 2021.

Algo importante de esta propuesta es que surgió en un momento en el que era necesaria la educación virtual. Se pensó para resolver un problema en un contexto de pandemia, pero dos años después las clases presenciales regresaron y aun así sigue presente el mismo problema: no hay suficientes equipos ni recursos para poder seguir formándose en áreas de la informática y la programación. Por eso los voluntarios de Espacio Educa se han mantenido dictando los cursos, y tienen planes de escalar y replicar el proyecto.

Para David Delgado, el compromiso ha sido clave. El trabajo es rotativo y toman decisiones en una mesa redonda integrada por nueve personas. 

–Todos se sienten parte de esto. Así hemos podido avanzar y consolidarnos orgánicamente en función a la necesidades. Es un modelo autónomo que requiere compromiso, trabajamos juntos en una misión.

Se han creado dos laboratorios de computación en el colegio gracias a los fondos que consiguieron. Dos de los jóvenes fueron becados por una academia de programación: 4Geeks vio que el trabajo que estaban haciendo se alineaba con su propósito.

–Queremos que este proyecto dure mucho tiempo, que sea una organización de tradición en el país. Poder consolidar todo es motivo de orgullo. El reto es aumentar las probabilidades de que estos chamos salgan de la pobreza. Hay cosas con las que luchar, lo que buscamos es formar capital humano para que puedan surgir.

El éxito del proyecto es el éxito de los muchachos, asegura David. Se cumple el objetivo si los estudiantes consiguen un trabajo bien remunerado: no es solo terminar el curso y llevarse un certificado. Los obstáculos que han visto son los mismos que viven los muchachos en condiciones de vulnerabilidad y situaciones familiares complejas, han tenido que luchar con asuntos fuera de su control. Han reafirmado la importancia que tiene el equipo de profesores como modelos a seguir para los estudiantes a través del acompañamiento. Les han dado apoyo en el proceso de formación. 

La mayor limitación hasta el momento, destacan, es la falta de profesores, el equipo sigue siendo pequeño para la cantidad de jóvenes interesados en aprender. Esta organización le ha servido como servicio comunitario a muchos de los voluntarios, incluido David Delgado.

Están en una transición para dejar de ser un proyecto de universitarios –todos los que forman parte del equipo tienen entre 19 y 24 años– que intenta resolver un problema hasta lograr formalizar los procesos y adoptar una imagen como organización que pueda mantenerse en el tiempo. También aspiran tener más profesoras porque se han dado cuenta de que se han inscrito más niñas de las que esperaban y suelen intervenir solo cuando una mujer les da la clase. Ha sido un ejercicio de aprendizaje para ellos y buscan aumentar el potencial en todos.

Para Josmar ha sido una experiencia inolvidable.

–Para mí la experiencia es buena porque siento que no me dejan atrás, siempre me acompañan. Valoro mucho el esfuerzo. Estoy seguro de que empezaré a trabajar de programador mientras me inscribo en la universidad, y eso me irá ayudando. Cuando termine el curso de avanzado, ellos ya me propusieron ser profesor de Espacio Educa. Me dijeron: “todos estamos contigo para crear puertas”. Tengo que dar la cara en otros lugares por ellos, yo soy la cara y ellos son el sello de la moneda. Es un poquito estresante pero ha sido inolvidable. Ahorita no es un espacio conocido pero aquí en Barrio Unión sí. El año pasado éramos 15 y ya se quieren inscribir nuevos. Quiere decir que se está corriendo la voz, lo conocen y saben que es bueno. 

–La programación y Espacio Educa significaron demasiado desde que empezó. Me enseñaron muchas cosas, a sacar adelante una profesión.  En el momento de la graduación, mi compañero Josmar fue el primero en ganar la beca, sentí mucho orgullo y felicidad porque se lo merecía, le echó muchas ganas. Me inscribí con ellos en el curso avanzado sin saber que tendría una beca también, fue un boom. Quería llorar, no sabía cómo expresar la emoción. Esto debería ser impulsado nacionalmente para todos los que quieran aprender porque es gratis y es bueno. Cuando termine voy a mostrarle mi certificado profesional a mi mamá y decirle “mami, lo logré”. Saldré adelante y seguiré viendo más, sé que siempre faltarán cosas. Quiero reforzar y tenerlo como profesión –dice con orgullo Joshua.

Cuando David y Federico presentaron este proyecto a The Resolution Project los conectaron con CodeNation, un proyecto similar cuyo objetivo es dotar a los estudiantes de los institutos con menos recursos de Nueva York con habilidades y experiencias para crear el acceso a las carreras tecnológicas. Les sirvió como referencia para desarrollar Espacio Educa. 

También hay proyectos parecidos vigentes en otros países de Latinoamérica como Chicas en tecnología, una iniciativa argentina que desde 2015 busca reducir la brecha de género en el ambiente emprendedor tecnológico. También existen otras oportunidades como la misma Academia 4Geeks, la misma que becó a Josmar y Josgua,  donde se imparten cursos de programación como JAVA, HTML, CSS, JavaScript, base de datos, Python y PHP.

–Soy un apasionado por el país, los tres lo somos. Nuestra generación es muy joven, tiene una responsabilidad para que ciertas condiciones cambien, debemos ser reconstructores. El tema es seguir, el compromiso de reconstruir para que nuestros hijos hereden algo mejor. Dar un grano de arena, aprender. Pasarla bien y aportar –afirma con orgullo David Delgado.