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Adrián, Michael y Angélica sienten orgullo al decir que son pequeños monstruos que sacaron sus garras gracias a la inspiración de una cantante pop. Lady Gaga se convirtió para ellos, y para muchos más en todo el mundo, en una suerte de madre y mentora. Al sentirse excluidos e incomprendidos en casa y en su entorno, encontraron en la música de esta artista una conexión que les dio refugio y fortaleza en la búsqueda de su identidad y orientación sexual. Años después, aún sienten que le deben la vida 

Por Juan Pedro Antonuccio. Desarrollo gráfico Carolina Quevedo

Como un espejo.

Un día de diciembre de 2011, Adrián Jiménez estaba en casa de sus abuelos y una recomendación de Youtube le hizo escuchar una canción llamada Born this way, de la cantante y compositora estadounidense Lady Gaga. 

Cuando leí la letra, fue como verme en un espejo recuerda.

Hasta ese momento, Adrián no sabía por qué no encajaba en su nuevo colegio de Guarenas, ciudad satélite al este de Caracas: se sentía diferente. Y rechazado. 

Con Gaga descubrí un apoyo que no había conseguido de nadie. Era como un apoyo superficial, porque no era una persona que me hablaba directamente, pero sí sentía que en sus letras escribía todo lo que necesitaba oír.

A Michael Hernández, su mamá y su abuela le hicieron sentir, desde que estaba en séptimo grado de bachillerato, que algo en él no estaba bien. Aún se consideraba culpable de aquel beso que, a los seis años, le dio a otro niño. Pero a los 11 años entendió de qué se trataba. Su mamá lo amenazó con echarlo de su casa y negarlo como hijo. Incluso, Michael llegó al extremo de cortarse. 

No encontraba paz en mi casa, no era un lugar que podía llamar hogar. Pero yo veía en Gaga ese hogar.

La artista, además de refugio, fue señalada como un Judas. Esa fue la primera canción de la artista que Michael escuchó. La atracción inmediata le hizo oír más canciones: AlejandroBad romancePoker face. En sus letras se contaban historias que ya había escuchado, aunque no sabía de quiénes eran. Su mamá sí lo sabía, y para ella, Gaga era Judas.

A Angélica Vitanza, de vez en cuando, le toca ser vestirse como la cantante. Desde hace siete años, ha interpretado a Lady Gaga en numerosas presentaciones en Caracas. Una de las últimas fue en la marcha del Orgullo LGBTI, en 2019. A pesar del tiempo que lleva haciendo de Gaga uno de sus personajes fonomímicos, aún siente escalofríos cuando la interpreta. Dos de sus tatuajes son los mismos de la cantante. El próximo en la lista será una garra: símbolo de los Little monsters, los fanáticos hijos putativos de Lady Gaga. 

Las adolescentes fans de Crepúsculo, saga de novelas de vampiros que posteriormente fue llevada al cine, agregaban en su nombre de Facebook el apellido de Cullen para ser las esposas virtuales de su protagonista, Edward Cullen. Los fanáticos de Gaga se ponían Germanotta, apellido de Stefani Joanne Angelina Germanotta (Nueva York, 1986), mejor conocida como Lady Gaga. Otros optaban por agregar Little monster, o simplemente, LM.

La cantante acogió a muchos de los que el mundo catalogaba como monstruos: los seguidores de Lady Gaga son conocidos como Little monsters –Pequeños monstruos–. En el segundo álbum de la artista, The fame monster, Lady Gaga hizo referencias a los diferentes monstruos que habían acompañado a su vida. Con el tiempo, sus fanáticos, y en especial, los más jóvenes que se sintieran marginados por algún motivo, se volvieron Little monsters y ella, su Mother monster –Madre monstruo-. 

A través de internet, los Little monster se convirtieron en una comunidad global. Según la musicóloga Abbie Brinson Woodruff, la comunidad de Little monsters surge con la formación de una identidad personal y una colectiva, relacionadas tanto con su Madre monstruo como con los fanáticos entre sí. Precisamente esas identidades habrían desarrollado hábitos compartidos, como un grupo cultural. Los símbolos que los identifican no faltan: en cada concierto, la cantante hacía la que sería la seña de su grupo de seguidores: una garra.

A Angélica Vitanza le gustaba Gaga de adolescente, pero no le encantaba. Cuando aún era un chico, antes de iniciar su transición de género, sus íconos gays eran Christina Aguilera y Britney Spears, por influencia de sus primos mayores. Ya cumplió 26 años, y en el 2019 le tocó interpretar a Lady Gaga en la marcha del Orgullo LGBTI de Caracas.

Todo empezó en 2013, cuando gané un concurso en Telo Café haciendo de Lady Gaga. Antes de eso, un amigo me había dicho que me parecía y me retó. Hasta me maquilló. El parecido fue genial y ahí empecé a agarrarle más amor al personaje.

Angélica es actriz de teatro y fonomímica. Le ha tocado personificar a Mónica Naranjo, Gloria Trevi, Freddie Mercury, Katy Perry y Ashley Tisdale, pero Christina Aguilera y Lady Gaga son sus fuertes.

La gente siempre espera algo de Lady Gaga en un show. Es algo que se volvió emblemático en la comunidad LGBTI.

Cuando Angélica salió a su interpretación en la marcha del Orgullo de Caracas, estaba nerviosa. Tenía otro grupo de bailarines que le habían fallado y le tocó recurrir a las vecinas de su papá para que la acompañaran en el escenario. De todo su espectáculo, la puesta en escena de Born this way fue la más seguida por los asistentes. 

Born this way es el himno. En mi adolescencia, cuando salió la canción, me llenó la melodía, la letra, todo. Ese era el momento en que mi familia supiera, el problema que todos hemos pasado, aunque ellos fueron muy receptivos. La canción la sentí mía. Es un tesoro que Gaga me regaló y lo guardé.

Para Angélica, convertirse en la cantante pop sobre un escenario es una cuestión de compromiso. 

Cuando interpreto a Gaga me dan escalofríos y llega un momento en que me siento ella. Es una responsabilidad. Siempre que la veo en un concierto me pongo a llorar. Cuando estrenaron la película A star is born, también lloré desde la primera escena en la que salió. Ella, aparte de ser cantante, de ser loca, ha ayudado a las personas que siempre han estado destruidas por los demás.

Antes de imaginarse que algún día interpretaría a Lady Gaga, Angélica pertenecía a los grupos virtuales de fanáticos de la cantante en Facebook, pero también se involucró de manera presencial: le gustaba ir a las reuniones de Little monsters, como se denominan los seguidores, que se hacían en el Parque del Este, en Caracas. Era 2012.

Se reunían todos los fines de semana. Hacían pancartas del club de fans de Lady Gaga. Se tomaban fotos grupales. Unos empezaban a bailar una canción de la artista, otro grupo bailaba otra.

De aquellos momentos, Angélica conserva dos marcas en su piel. El primer tatuaje que se hizo fue el nombre del álbum de la artista: Artpop. Se lo tatuó tres días después de que Gaga lo hiciera. En su antebrazo izquierdo, al igual que Lady Gaga, tiene tatuado el poema del alemán Rainer Maria Rilke. En la hora más callada de la noche, confiésate a ti mismo que morirías si te prohibieran escribir. Y busca en lo profundo de tu corazón, donde este tiene sus raíces, la respuesta. Y pregúntate a ti mismo, ¿debo escribir? Tiene planeado tatuarse dos más: uno en forma de corazón y la garra de Little monster.

Después de seis álbumes de la artista, tras el reciente lanzamiento de Chromatica, ser Little monster se ha mantenido para muchos, más allá de su adolescencia, en una filosofía de vida y en un ejercicio de aplicación diario para asumirse tal cual como son. Adrián y Michael dedican, cada día, al menos cinco minutos para Lady Gaga. Además, Adrián sigue las recomendaciones que dio la cantante a sus devotos seguidores antes de publicar cualquier post en redes sociales. “¿Es amable?”, “¿Le hace daño a alguien?”.

La influencia de Lady Gaga entre sus fanáticos puede ser comparada con la que tiene un líder político o, incluso, religioso con sus seguidores. Para la musicóloga Abbie Brinson Woodruff, la cantante provee “una específica serie de reglas y códigos morales, a los que espera que sus seguidores se adhieran”. Esas acciones morales que Lady Gaga promueve se ejercerían tanto virtual, como presencialmente. 

Aún hoy, el mundo de los Little monsters se mantiene, aunque fuera del sitio web cuyos muros solían ser paredes de contención virtual. Ese espacio de interacción comenzó en 2012, cuando Lady Gaga lanzó una red social que agrupara a todos sus fanáticos. Sin embargo, en el feed de un usuario de Littlemonsters.com podía compartir una salida del clóset traumática, la emoción de haber comprado el nuevo perfume de Gaga, o el extracto de una canción. Pero también llamados a congresistas estadounidenses para aprobar o derogar legislaciones en favor de los derechos de la ciudadanía LGBTI. Era el lugar de la expresión de una colectividad, de la movilización y apoyo por causas justas. Funcionaba como una gran familia.

A pesar de lo ambicioso del proyecto, el éxito de la plataforma fue breve. La página se estancó en número de usuarios al pasar el tiempo, tras el fracaso del álbum Artpop. Sin embargo, sus fanáticos se reagruparon a través de Facebook y otras páginas como LadyGagaDaily. Se hicieron fuertes como comunidad digital, a través del apoyo mutuo. 

Michael Hernández, a los 11 años, aún no tenía etiquetas para lo que sentía. Eso no impidió que a esa edad ya entendiera que sentía atracción hacia los hombres y que, paralelamente, Lady Gaga le estaba enviando un mensaje en las letras de sus composiciones.

A través de lo que ella proyectaba y del mensaje que transmitía en sus canciones, de aceptación y de quererse uno mismo, fue que empecé a conocerme más, hasta el punto que me dije a mí mismo, con seguridad: “Sí, soy gay”.

A los 11 años.

Fue gracias a Gaga que encontré un apoyo en mí mismo. Ella es mi ídolo, mi ejemplo, mi soporte y quien me ayudó a identificarme.

En el año 2011, Lady Gaga creó la Born This Way Foundation, una iniciativa que aspira a crear un “mundo más valiente y amable para los jóvenes”. Una plataforma de apoyo que habría necesitado Michael siendo un adolescente. Para él, Born this way es la expresión y celebración de lo que es como persona. 

El boom, o la influencia mayor para mí fue Born this way. Todo el valor que veía en Gaga y las personas homosexuales hicieron decirme: “no tengo que reprimirme, no tengo que cortarme o lastimarme”.

Michael se cortaba.

A él le gustaba cómo a la artista no le importaba lo que la gente pensaba o decía sobre ella. Eso le hizo entender que podía mostrarse como tal cual era. Pero más allá de eso: Gaga, su música y la comunidad que articulaba con sus seguidores también representaba un refugio ante un hogar que había comenzado a desintegrarse.

Llegaba a mi casa y para entretenerme, escuchaba canciones y veía conciertos de ella. Me sentí involucrado en su mensaje y sentía que ese legado tenía que repercutir en mí. Eso me ayudó a sobrellevar muchas cosas, como la muerte de mi papá, en 2012. Sentía que con la partida de mi papá y el rechazo de mi mamá, me había quedado sin dos pilares esenciales. No sabía qué hacer y por eso me refugiaba en Gaga. Me distraía y a la vez me ayudaba.

El rechazo expreso de su madre se hizo a través de argumentos bíblicos. Ella y Michael eran Testigos de Jehová.

He entendido que cuando un homosexual no encuentra en su madre, su principal pilar de apoyo afectivo, lo suele reflejar en el primer encuentro de amor maternal en otra persona. Eso fue lo que encontré en Gaga. Ella representó para mí en un principio alguien que me decía: “Está bien ser lo que quieras ser, y no importa que tu familia diga que no, pero lo más importantes es que te tienes que querer a ti mismo, porque si no te quieres, ¿quién más lo va a hacer?”.

La conexión emocional y el sentimiento de protección maternal percibía en Gaga se manifestaba en grupos de Facebook, que se convirtieron en espacio de difusión, orientación y apoyo para jóvenes LGBTI que salían del closet o que simplemente, descubrían lo que significaba su orientación sexual. Michael fue uno de ellos.

Hice muchos amigos por Facebook en ese momento. A muchos les llegaba a preguntar: “Oye, ¿tú eres gay?”. Me decían que sí. Y preguntaba: “¿Tu familia lo sabe?”. Algunos me decían que sí, otros que no. Pero cuando me decían que sí, preguntaba: “¿Y cómo fue eso?”.

Los enfrentamientos entre Michael y sus padres fueron constantes. Antes de que su padre falleciera, sospecharon de su orientación sexual. Su madre le preguntaba por qué hablaba con otros gays y fans de Lady Gaga en Facebook. Su padre, en cambio, no lo rechazaba directamente, pero su temprana muerte impidió que supiera cualquier desenlace. 

Mi mamá me rechazaba. Incluso amenazó con botarme de la casa y me dijo que no me iba a ver como su hijo. Eso fue un golpe para mí. Por eso, yo sentía que mi liberación y refugio era Gaga.

Este fanatismo por la artista causaba en su madre un efecto contrario y pensaba que Michael se volvería más gay escuchando a Lady Gaga. Los rumores de que la cantante era “hermafrodita y diabólica” no ayudaban. Dos intentos fallidos de psicoterapia familiar no cambiaron su postura.

La primera vez que fuimos con una psicóloga, ella me preguntó: “Esa mujer que escuchas, ¿crees que es la que te llevó por ese camino?”. Yo le dije que no, que no sentía que la música que escuchaba “me volvía gay”.

Michael seguía teniendo 11 años.

Tenía una lucha por todos lados. Conocía lo que decía la Biblia y era una lucha interna: soy así, me siento así y la Biblia me condena por eso. Gaga me dijo cómo podía librarme de ese peso, porque que te rechace tu mamá es muy feo. No sabía si creer en la Biblia o en lo que decía Gaga. Al final, ganó Gaga.

La relación de Michael con madre pasó a ser un vaivén. Por un momento, mejoró. Años después le dijo que no podía aceptar su homosexualidad porque si lo hacía, su hermano al crecer podía decirle que era malandro y ella tendría que aceptarlo también.

Llegué a tener pensamientos suicidas. Llegué a cortarme a mí mismo. Llegué a punto en el que paré, y me pregunté ¿por qué? Si entendía lo que Gaga me transmite con sus canciones, discursos y con su empoderamiento, por qué si decía que me aceptara, no lo estaba cumpliendo. Paré, porque yo no tenía por qué hacerme daño a mí mismo y debía convivir con el odio que mi familia me demostraba. En ese momento tenía 12 años.

La palabra de Lady Gaga se basa en la reconciliación. En el video de la canción Come to mama se muestran los dos orígenes del arcoíris, enfrentando a un hombre de bata de laboratorio y a un hombre de dios. Lady Gaga, que cantó esa canción en un mitin de la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016, en Estados Unidos, se pregunta por qué las personas se enfrascan en esas discusiones estériles, mientras los problemas reales siguen ahí. Al final, el arcoíris es el símbolo de la comunidad LGBTI, que vuelve a reunir a los “monstruos” .

Pero la monstruosidad no parece ser una característica de los monstruos de Lady Gaga. Un estudio realizado por Melissa Click, Hyunji Lee y Holly Willson Holladay en el que entrevistaron a 45 autodenominados Little monsters de diferentes partes del mundo, sostiene que las connotaciones negativas de ese término se rearticularon por parte de la cantante para “empoderar a sus fans, permitiéndoles usarlo para reflejar sus propias identidades y construir confianza en sí mismos”.  Los participantes de ese estudio también vincularon a la cantante en su fortaleza ante la discriminación. “La conexión con Lady Gaga los ayudó a sobrevivir el bullying y la marginación que experimentaron por ser vistos como diferentes”. Todo ese efecto, adicionalmente, ha mantenido la fidelidad de muchos de sus fanáticos a lo largo de los años. 

Después de mil reconversiones, Lady Gaga se ha consolidado como una estrella pop del siglo XXI, y al mismo tiempo, como un ícono de la comunidad LGBTI. Su más reciente álbum, Chromatica, vio la luz el 29 de mayo de 2020, y además de haber recibido una valoración positiva de la crítica especializada en sitios como Metacritic, sus fans inmediatamente llevaron al disco a encabezar el ranking Billboard 200. 

Adrián Jiménez volvió a Venezuela junto con su familia a finales de 2011, después de una experiencia migratoria en Panamá que no dio los resultados esperados. Eso hizo que Adrián debiera estudiar octavo grado de bachillerato con el año escolar ya comenzado.

Tuve que decidir si esperar hasta septiembre para comenzar un nuevo año escolar o entrar en un nuevo colegio, en Guarenas, que no era muy bueno, pero era el que me aceptaba. Decidí no atrasarme y empezar en ese centro de estudios. 

No fue un periodo grato.

La experiencia en ese colegio me dejó con muchas secuelas. No encajaba. Estaba en esa diatriba de quién soy, por qué no encajo con el resto de mis compañeros, por qué me siento diferente.

Pero algo cambió para Adrián. La magia empezó con Born this way. El sencillo protagonista del álbum homónimo de Lady Gaga ha conseguido al menos 8,2 millones de descargas. Su video en YouTube tiene más 263 millones de reproducciones. Cuando Adrián la escuchó, tenía muchas menos, pero para él, su significado trascendía la popularidad. Sentía que estaba recibiendo un mensaje, y desde entonces, es su canción favorita de Lady Gaga.

–Esa canción Born this way marcó un antes y un después en mi aceptación. Cuando yo interioricé ese mensaje de que Dios no comete errores y que todos a nuestra manera somos buenos, somos hermosos y que no necesitas cambiar ni fingir ser alguien no eres, consolidé mi identidad.

La consolidación de su identidad vino de forma gradual a través de la conexión en las letras de las canciones de Lady Gaga. Se sentía identificado con lo que se contaba. Con la letra de la canción Hair, Adrián entendió que es libre como su cabello, y que era absurdo que en su colegio le obligasen a cortárselo.

¿Cómo es posible que haya una distinción de género que el masculino tenga el pelo corto y el femenino largo?

La norma del cabello era una de las tantas imposiciones de su nuevo colegio, en el que Adrián no encontraba su espacio.

No hallaba dónde sentarme, en qué pupitre iba a pasar más desapercibido, dónde me sentaría para que la gente no se diera cuenta de mi existencia.

Tampoco hablaba con nadie en sus ratos libres. Solamente se sentaba en un pupitre, el más escondido donde nadie lo viera. Sacaba una hoja y empezaba a escribir una y otra vez, la letra de Born this way.

Yo sentía que era mi historia y al escribirla, la reforzaba en mi mente.

Hoy, con Born This Way, Adrián recuerda a los acosadores de su adolescencia. Esa historia se repitió como un patrón en millones de jóvenes gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales del mundo. 

Adrián se volvió Little monster como refugio ante el bullying que recibía. Cuando era niño y vivía en Acarigua, ciudad de los llanos venezolanos, en el estado Portuguesa, sus compañeros de colegio lo empujaban. Las maestras eran cómplices, y no hacían nada para ayudarlo. Durante su bachillerato, no tuvo otros amigos Little monsters. Incluso, algunos de ellos lo señalaban, “porque a un chamo normal no le gusta Lady Gaga”. 

Hoy le haría escuchar a sus acosadores la canción Do what u want. “No puedes tener mi corazón y no podrás usar mi mente, pero haz lo que quieras con mi cuerpo”. Gaga era el resguardo de un sufrimiento que no podía decir. 

No lo he dicho todo lo que me pasó a mis padres, porque ya lo superé. Y porque en su momento me sentía avergonzado. Gaga en su música me ofrecía un apoyo y no tenía que contarlo: era irme por lo seguro.

En la familia de Adrián, Gaga fue una más. Nunca lo criticaron por escucharla. El apoyo se mostró en forma de disco. Su papá le compró el álbum Born this way.

Dios lo iluminó para presentarme a Lady Gaga. Lo pongo en comparación con otros Little monsters que sus padres los discriminan o incluso reprimen por escuchar a la cantante. Veo mi vida y digo que tengo los mejores padres del mundo.

Adrián no cree en las almas gemelas, pero casi. Su cumpleaños es el 21 de octubre, y dice que no es casualidad que en esa fecha de 2011 Gaga hubiese sacado la letra de Born this way, que en la misma fecha de 2013 haya lanzado la canción Do what u want y que el 21 de octubre de 2016 haya visto la luz el álbum Joanne.

Siento que debe haber una explicación metafísica sobre por qué me siento tan conectado con ella. Su voz per sé me transmite algo. A veces la escucho y es como una conexión de almas. Entonces eso de que Lady Gaga apareció en mis recomendaciones de YouTube un día de diciembre de 2011 no fue casualidad.

Ser Little monster es el precio a pagar para rendirle tributo a esa persona que te ayudó cuando nadie más lo hizo, continúa Adrián. 

A pesar de que hemos tenido mucho progreso en materia de derechos, aún hay mucho camino por recorrer y hay que ayudar a esas personas que, como nosotros los Little monsters, no acudíamos a nuestros familiares o psicólogos.

A partir de ahí, empieza a profetizarse la palabra de Gaga. “Te puedo decir que hay un mañana, que hay un mejor despertar”. “No te escondas en el arrepentimiento, solo ámate a ti mismo”. “No importa si eres gay, hetero, bi, lesbiana o transexual. Estoy en el camino correcto”. “Nací para ser valiente”: es el mensaje de Born this way. El mensaje fundacional de Gaga, al que Adrián apela:

Los Little monsters tenemos el derecho de ser los rebeldes que nos enseñó Gaga en 2011, cuando nadie la aceptaba y todos hablaban mal de ella y de nosotros. Es recordar a quien nos unió y por qué estamos donde estamos.

El contexto mundial y nacional de pandemia hace que los próximos conciertos de Lady Gaga deban esperar. A Michael no le gustaría ir a su primer concierto de Gaga sin su mejor amigo. El sueño es compartido. Hace seis años, le escribió una carta a la cantante para dársela, cuando tenga la oportunidad.

Ella fue mi salvación, mi liberación, mi ayuda, mi pilar. Ella fue quien hizo amar lo que yo verdaderamente soy. Y le daría las gracias por eso.

Angélica se fue de Argentina una semana antes de que Lady Gaga se presentara allá. Aún se arrepiente de no haberla visto. Le quiere dar las gracias, la quiere abrazar, y quizás, comentar su parecido físico.

Adrián siente que conocerá a Lady Gaga como periodista y que, en ese momento, perderá la ética.

Cuando te sientes en el vacío que nadie te entiende y de repente llega alguien que te dice que entiende por todo lo que estás pasando, es como una luz para ti. Lady Gaga ha sido una luz para mí.

En el primer concierto al que vaya, piensa llevar una bandera de Venezuela. Su felicidad le hará pensar en la canción Marry the night, con la que vive el momento como si fuera el último. Si tiene oportunidad de hablar con ella, le contaría una pequeña reseña de su historia y su agradecimiento.

Y que si alguna vez ella a los 80 años está triste en un hospital, que se acuerde de mí y de cómo me ayudó a salir adelante. Tal vez, si no fuera por ella, yo no estuviera aquí.