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Está la historia conocida y oficial, la de los libros de texto: un conquistador español  llamado Diego de Losada llega al valle de esta ciudad en sus expediciones y el veinticinco de julio de 1567 funda Santiago (por el apostol, patrón de los militares en España) de León (por el apellido del gobernador de la provincia) de Caracas (los indígenas que aún quedaban en la zona). Caracas, que este mes suma cuatrocientos cuarenta y tres años. La estatua con el felino en la entrada de la capital desde la Regional del Centro, el escudo, Losada que en las pinturas lleva ese faralao espeso en el cuello, y esa barba. La institucionalidad de los aniversarios.

Que a esta capital se la sufre y se la goza no está en los textos escolares: que se la adora y se la detesta. Se la vive y se la sobrevive. Se apega uno a ella, pero también quieres dejarla, correr y dejarla. Entonces ves su verde generoso, tan regalado después de una lluvia breve, detienes el paso y te quedas, después de todo. Te bebes a Caracas en el café, las cervezas y en su diversidad. En su jodedera, en su informalidad. En el ingenio Caribe y mestizo que habla en los carteles. De esas dicotomías, de esos sentimientos opuestos, de esas Caracas –las varias, las muchas– habla este especial en el que Marcapasos experimenta con un género que hasta ahora había sido ajeno: el ensayo.  También hay alguna crónica. Los temas son universales, nuestros, sin otro destino que la reflexión: la movilidad, la comunicación, el sexo, la rumba, el Metro. Las Caracas que ¿conviven? más allá de la polarización ideológica.

Este especial está hecho con grandes plumas, caraqueñísimas: José (Cheo) Carvajal, Willy McKey, Leoncio Barrios, Rodrigo Blanco, Mirelis Morales y Garcilaso Pumar, de quien también son las fotos. Para leerlo, dale click a las pestañas que siguen