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Con cada función cautivan a los espectadores. El asombro y las risas que provocan, sobre todo en los niños, son muestra de cómo ese mundo fantástico abre la puerta hacia un universo donde lo imposible se hace realidad. Son artistas de circo, de los mejores del mundo, quienes con su espectáculo recorrieron teatros, calles y plazas de Venezuela para sorprender y emocionar al público.
El fotoperiodista Cristian Hernández registró las andanzas y peripecias de estos artistas en un trabajo documental que retrata la huella del arte circense del Manzanoarte Festival.

Fotografías de Cristian Hernández
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Las luces se apagan, el público hace silencio y un halo circular ilumina el centro de la tarima del Río Teatro Caribe de San Bernardino, en Caracas. Aparece en escena un malabarista que domina con virtuosismo el diábolo, un artilugio con forma de reloj de arena y una especie de carrete al que el artista hace rotar usando una cuerda atada al extremo de dos varillas. Lo hace subir, bajar, girar, lo lanza sobre su cabeza, lo ataja con la manos estiradas hacia atrás, por segundos el diábolo vuela, lo pasa entre sus piernas. Se tira al piso, se contorsiona y aún así controla con agilidad el objeto para impresión de los presentes, quienes aplauden y gritan varios “bravoooo”.

Los halagos son para Tom Lacoste, un malabarista francés, uno de los mejores de Europa, quien se formó en las escuelas de circo de Bordeaux y de Lomme, y ha sido premiado en el prestigioso Festival Mundial de Cirque de Demain.

Lacoste es uno de los acróbatas, equilibristas, contorsionistas, bailarines, magos y payasos, e incluso artistas en el oficio de lanzar cuchillos, que mostraron sus talentos durante el Manzanoarte Festival de Artes Circenses, en su tercera edición, que se realizó durante marzo en distintos escenarios de Caracas y La Guaira con el apoyo de la Embajada de Suiza y la Embajada de Francia en Venezuela.

El artista francés Tom Lacoste presenta su rutina de malabares en el Río Teatro Caribe de San Bernardino.

El siguiente artista en presentarse es un payaso que exhibe con destreza su manejo del monociclo, se desplaza hacia adelante y hacia atrás, pedalea aceleradamente en círculos, hace piruetas e incluso ejecuta un salto mortal que paraliza a los presentes. Pero con su gracia, disparates y muecas relaja el ambiente hasta destornillar de la risa al auditorio.

El payaso es Sévane Gurunlian, un artista de Suiza formado en la escuela de Théâtre Cirque de Ginebra, especialista en monociclo y arte sonoro y fundador de la compañía de circo Origami, quien ha sido un destacado participante en el campeonato del mundo de monociclo.

Un dominio del monociclo exhibe el payaso suizo Sévane Gurunlian en su acto presentado en las inmediaciones del Celarg (Caracas) durante el Manzanoarte Festival.

La ovación de la noche se la lleva Emiliano Ron, aka The Rope Master, artista argentino de circo radicado en España quien es un referente en el arte de la cuerda lisa, un acróbata excéntrico, a quien presentan como el “freaky” de la cuerda.

Aka The Rope Master causa conmoción. Vuela con habilidad sobre las cabezas de los espectadores, sube al tope de la cuerda y desde lo alto se deja caer con precisión en un acto de alto riesgo que deja perplejos a quienes lo miran. De inmediato todos se levantan de sus asientos y lo aplauden a reventar. “Brutal”, gritan algunos.

Emiliano Ron (Argentina), aka The Rope Master, en la ejecución de su espectáculo de cuerda y técnicas aéreas.

Un performance de la japonesa Yoshiko Chuma, una artista conceptual, coreógrafa y directora de la Compañía The School of Hard Knocks de Nueva York, acompañada de la cantante venezolana Hana Kobayashi, silencia nuevamente a la audiencia que no pierde detalle del acto.

Les siguen una maga que mientras baila la danza del vientre hace trucos con unas esferas de bronce y pañuelos, una malabarista que juega con múltiples anillos y una bailarina aérea, Lina Acevedo, que sorprende con lo depurado de su técnica.

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Más de 30 artistas nacionales de las artes circenses también exhibieron su arte durante el festival, entre ellos, Luis Bogado, aka El Enano, y Zorybel García, fundadores de Manzanoarte, formados en la Academia de Teatro Dimitri en Suiza, y organizadores del evento.

Este proyecto fue creado con la intención de llevar espectáculos circenses a comunidades que no suelen tener la posibilidad de apreciar este tipo de experiencias culturales e impulsar una escuela de circo social.

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Además del Río Teatro Caribe y el Celarg (Casa Rómulo Gallegos), durante el Festival las calles de distintas comunidades se convirtieron en los escenarios de los espectáculos y de talleres que los artistas extranjeros ofrecieron a niños, niñas y adolescentes de poblaciones rurales de La Guaira como El Pozo y Tarmas y de sectores como La Vega, Pinto Salinas, Caño Amarillo y Mamera en Caracas.

—Nos proponemos utilizar el arte como herramienta de transformación social y el circo como un experiencia que alegra e inspira a los más pequeños y a los adultos también. Es un espectáculo itinerante que lleva ilusión, diversión y esperanza —dice Luis Bogado, aka El Enano.

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—Amo ver los ojos de los niños y las sonrisas que contagian, que se maravillen con los actos, o que exploren sus talentos y aprendan a ejecutar alguna rutinas, eso es lo que más motiva a hacer el festival —agrega Zorybel García.

La cancha deportiva de Los Templarios de Mamera, al oeste de Caracas, fue el epicentro del cierre del festival, con la presentación del malabarista Tom Lacoste, el payaso Sévane Gurunlian, el acróbata Emiliano Ron, además de un “saltimbanqui” y un mago.

Pero también fue el escenario para la exhibición de niños y niñas de Pinto Salinas, quienes convertidos en malabaristas y acróbatas mostraron al público de Mamera lo aprendido en los talleres de artes circenses del festival. Las risas y aplausos en un ambiente de celebración evidenciaron una vez más la fascinación compartida y universal por la magia del circo.