Que una postal se transforme en una llave de acceso parece sólo posible como resultado de un truco de magia, o quizás de un deseo.
Alemania, como cualquier otro territorio, es percibido en el mundo de muchas formas, a través de múltiples imágenes y preconceptos. Lo que hemos oído, visto, leído o sentido, da forma a muchas de estas percepciones: la nieve, la guerra, un trozo de torta selva negra, una jarra de cerveza, un tractor, el fútbol o los vegetales frescos, Hermann Hesse o Bach. Podrían ser puertas de entrada que nos acerquen a ella.
Los extranjeros ajustamos nuestros binóculos personales para observar. Confirmamos así nuestras visiones o ideas. También las contradecimos y, en ocasiones, cuando interactuamos con ellas, se despierta en nosotros la sorpresa o el reconocimiento de aspectos comunes.
A través de esta selección de fotografías haremos un viaje revelador. Tendremos unos guías muy particulares: una voz extranjera y varias nativas nos enviarán mensajes, mostrándonos diferentes realidades.
Descubriremos cómo perciben algunos alemanes a su país y con qué imágenes se identifican.
Personajes como Thomas, Wolfgang o Erna nos revelarán su Alemania natal, y nos llevarán de la mano a través de sus propios hallazgos. Pasearemos por reflexiones personales, estereotipos, pequeños secretos, recuerdos, placeres, memorias, tradiciones, historia. Posiblemente encontraremos que la diversidad de las visiones es más enriquecedora que muchos lugares comunes. Nuestra propia experiencia es la que construye realidades.
Para aquellos que sean fanáticos de Alemania, o para quienes tengan curiosidad por adentrarse un poco más en la cultura y cotidianidad de este país, les invitamos a recorrer el mosaico de imágenes y visiones que seguirá sumando relatos en Instagram.
Porque las verdaderas historias las cuenta la gente.
¡Que disfruten el viaje!
El proyecto EL BUZÓN: POSTALES DE ALEMANIA fue desarrollado por Nahir Márquez para el #DiplomadoHQL en su segunda edición online. Marzo-junio 2021.
¿Qué hay dentro de un nomo?
Dicen que son talismanes de la buena suerte y protectores del hogar. Se les ve siempre con palas, picos y faroles. Usan sombreros de punta, llevan barbas blancas y pobladas, aman el color rojo y miden entre 15 y 20 centímetros. Son los Gartenzwerge o nomos de jardín, quienes comenzaron a aparecer como tales en el siglo XIX en Turingia, un lugar de Alemania. Podemos verlos en muchísimos jardines alemanes, sonrientes y hechos de arcilla.
Hace algunos años, caminaba por Múnich con mi amigo Sebastian, bávaro. Nos sentamos a comer. Mientras me tomaba un jugo de manzana, y él se comía unas salchichitas con puré, vi un nomo de jardín observándonos desde un matero.
—¿Qué crees tú que significan los nomos para los alemanes? —le pregunté a Sebastian y él rió suavemente, miró a un cielo extrañamente azul y dijo:
— Yo creo que esos nomos representan lo que muchos alemanes desean llevar por dentro… un corazón limpio y sin delitos, ser dignos de confianza; y muy importante: estar siempre ocupados. En conclusión, un buen individuo.
La salchicha blanca y el pretzel
Para mí, la salchicha blanca de Baviera es una expresión de lo que es el hogar.
En el país de las salchichas, la blanca es la diva. Preparada solo en agua caliente, no hirviendo, se sirve en una terrina especialmente diseñada para tal fin. Se come sin piel, junto con pretzeles frescos y mostaza dulce, siempre al final de la mañana. Es bueno acompañarla con una buena cerveza.
Yo como la salchicha blanca muy de vez en cuando. Lo hago, no solo por comer, sino para celebrar un evento especial: un encuentro entre amigos o el festejo de la vida misma. Comer salchichas blancas es para mí, una expresión de reencuentro, de alegría, de solidaridad.
Obstáculos – La larga sombra de Alemania
El artista alemán Gunter Demnig inició la colocación de los “obstáculos”, Stolpersteine, en alemán, delante de casas donde vivieron víctimas del Tercer Reich. Estas piezas de latón, muestran brevemente los datos de vida y muerte de estas personas. Son un recordatorio individual, auténtico y silencioso para los que abren los ojos.
Hasta hoy en día, esta “larga sombra” juega un papel importante, tanto en nuestro país como en mi propia vida. Nos recuerda nuestra historia oscura como nación y nos motiva diariamente a no reducir (nicht nachlassen) los esfuerzos contra la injusticia.
¡No a la violencia!
Esta obra se titula ¡No a la violencia! y refleja importantes conceptos que impulsaron
la Revolución Pacífica en Leipzig (1989/1990). El mural se encuentra en una de las paredes del Hotel Marriot en el centro de esa ciudad. Leemos en ella, frases como: “El muro debe caer”, “No a la violencia”, “Voto libre”, “Libertad de prensa”, “Democracia”.
El 9 de noviembre de 1989 el muro de Berlín cayó, ese que había dividido a Alemania en dos por casi tres décadas. En este hecho trascendente, la ciudad de Leipzig fue clave. Allí se originaron las manifestaciones pacíficas, extendidas luego a todo el país, esas que llevaron a la caída del muro y finalmente a la reunificación de Alemania en 1990.
Ajena en ese entonces a lo que el comunismo podía significar, estuve en Berlín en junio de 1990.
Vi las largas filas que se hacían para que los ciudadanos, luego de la reunificación política, cambiaran la moneda válida en la RDA, por la moneda occidental. Mucho tiempo después, entendí la trascendencia social, económica y humana de aquel momento.
El lúpulo
“Alabo a mi Leipzig…” J.W. von Goethe (*)
El milagro de la reunificación hizo posible que trasladara mi centro de vida a Leipzig, una ciudad joven, llena de tradición e historia, de contradicciones y armonía. Todo esto lo encuentro en la música de Johann Sebastian Bach, que fue cantor y director musical de la iglesia de Santo Tomás desde 1723, hasta su muerte en 1750. En este lugar se encuentran sus restos mortales. Allí canta aún, desde 1212, El Coro de Santo Tomás, compuesto por 93 niños cantores y dirigido, en su origen, por Bach.
La oferta cultural de Leipzig, con su gente abierta, es muy amplia, pero escuchar un motete en la iglesia de Santo Tomás es siempre una experiencia muy especial. Después de un Motete, la gente puede entregarse de nuevo a las tentaciones mundanas en uno de los muchos cafés que rodean a la iglesia y el monumento al Maestro. Al fin y al cabo, Bach también compuso una cantata dedicada al café.
(*) Mein Leipzig lob´ ich mir… J.W. von Goethe
Que una postal se transforme en una llave de acceso parece sólo posible como resultado de un truco de magia, o quizás de un deseo.
Alemania, como cualquier otro territorio, es percibido en el mundo de muchas formas, a través de múltiples imágenes y preconceptos. Lo que hemos oído, visto, leído o sentido, da forma a muchas de estas percepciones: la nieve, la guerra, un trozo de torta selva negra, una jarra de cerveza, un tractor, el fútbol o los vegetales frescos, Hermann Hesse o Bach. Podrían ser puertas de entrada que nos acerquen a ella.
Los extranjeros ajustamos nuestros binóculos personales para observar. Confirmamos así nuestras visiones o ideas. También las contradecimos y, en ocasiones, cuando interactuamos con ellas, se despierta en nosotros la sorpresa o el reconocimiento de aspectos comunes.
A través de esta selección de fotografías haremos un viaje revelador. Tendremos unos guías muy particulares: una voz extranjera y varias nativas nos enviarán mensajes, mostrándonos diferentes realidades.
Descubriremos cómo perciben algunos alemanes a su país y con qué imágenes se identifican.
Personajes como Thomas, Wolfgang o Erna nos revelarán su Alemania natal, y nos llevarán de la mano a través de sus propios hallazgos. Pasearemos por reflexiones personales, estereotipos, pequeños secretos, recuerdos, placeres, memorias, tradiciones, historia. Posiblemente encontraremos que la diversidad de las visiones es más enriquecedora que muchos lugares comunes. Nuestra propia experiencia es la que construye realidades.
Para aquellos que sean fanáticos de Alemania, o para quienes tengan curiosidad por adentrarse un poco más en la cultura y cotidianidad de este país, les invitamos a recorrer el mosaico de imágenes y visiones que seguirá sumando relatos en Instagram.
Porque las verdaderas historias las cuenta la gente.
¡Que disfruten el viaje!
El proyecto EL BUZÓN: POSTALES DE ALEMANIA fue desarrollado por Nahir Márquez para el #DiplomadoHQL en su segunda edición online. Marzo-junio 2021.
¿Qué hay dentro de un nomo?
Dicen que son talismanes de la buena suerte y protectores del hogar. Se les ve siempre con palas, picos y faroles. Usan sombreros de punta, llevan barbas blancas y pobladas, aman el color rojo y miden entre 15 y 20 centímetros. Son los Gartenzwerge o nomos de jardín, quienes comenzaron a aparecer como tales en el siglo XIX en Turingia, un lugar de Alemania. Podemos verlos en muchísimos jardines alemanes, sonrientes y hechos de arcilla.
Hace algunos años, caminaba por Múnich con mi amigo Sebastian, bávaro. Nos sentamos a comer. Mientras me tomaba un jugo de manzana, y él se comía unas salchichitas con puré, vi un nomo de jardín observándonos desde un matero.
—¿Qué crees tú que significan los nomos para los alemanes? —le pregunté a Sebastian y él rió suavemente, miró a un cielo extrañamente azul y dijo:
— Yo creo que esos nomos representan lo que muchos alemanes desean llevar por dentro… un corazón limpio y sin delitos, ser dignos de confianza; y muy importante: estar siempre ocupados. En conclusión, un buen individuo.
La salchicha blanca y el pretzel
Para mí, la salchicha blanca de Baviera es una expresión de lo que es el hogar.
En el país de las salchichas, la blanca es la diva. Preparada solo en agua caliente, no hirviendo, se sirve en una terrina especialmente diseñada para tal fin. Se come sin piel, junto con pretzeles frescos y mostaza dulce, siempre al final de la mañana. Es bueno acompañarla con una buena cerveza.
Yo como la salchicha blanca muy de vez en cuando. Lo hago, no solo por comer, sino para celebrar un evento especial: un encuentro entre amigos o el festejo de la vida misma. Comer salchichas blancas es para mí, una expresión de reencuentro, de alegría, de solidaridad.
Obstáculos – La larga sombra de Alemania
El artista alemán Gunter Demnig inició la colocación de los “obstáculos”, Stolpersteine, en alemán, delante de casas donde vivieron víctimas del Tercer Reich. Estas piezas de latón, muestran brevemente los datos de vida y muerte de estas personas. Son un recordatorio individual, auténtico y silencioso para los que abren los ojos.
Hasta hoy en día, esta “larga sombra” juega un papel importante, tanto en nuestro país como en mi propia vida. Nos recuerda nuestra historia oscura como nación y nos motiva diariamente a no reducir (nicht nachlassen) los esfuerzos contra la injusticia.
¡No a la violencia!
Esta obra se titula ¡No a la violencia! y refleja importantes conceptos que impulsaron
la Revolución Pacífica en Leipzig (1989/1990). El mural se encuentra en una de las paredes del Hotel Marriot en el centro de esa ciudad. Leemos en ella, frases como: “El muro debe caer”, “No a la violencia”, “Voto libre”, “Libertad de prensa”, “Democracia”.
El 9 de noviembre de 1989 el muro de Berlín cayó, ese que había dividido a Alemania en dos por casi tres décadas. En este hecho trascendente, la ciudad de Leipzig fue clave. Allí se originaron las manifestaciones pacíficas, extendidas luego a todo el país, esas que llevaron a la caída del muro y finalmente a la reunificación de Alemania en 1990.
Ajena en ese entonces a lo que el comunismo podía significar, estuve en Berlín en junio de 1990.
Vi las largas filas que se hacían para que los ciudadanos, luego de la reunificación política, cambiaran la moneda válida en la RDA, por la moneda occidental. Mucho tiempo después, entendí la trascendencia social, económica y humana de aquel momento.
El lúpulo
“Alabo a mi Leipzig…” J.W. von Goethe (*)
El milagro de la reunificación hizo posible que trasladara mi centro de vida a Leipzig, una ciudad joven, llena de tradición e historia, de contradicciones y armonía. Todo esto lo encuentro en la música de Johann Sebastian Bach, que fue cantor y director musical de la iglesia de Santo Tomás desde 1723, hasta su muerte en 1750. En este lugar se encuentran sus restos mortales. Allí canta aún, desde 1212, El Coro de Santo Tomás, compuesto por 93 niños cantores y dirigido, en su origen, por Bach.
La oferta cultural de Leipzig, con su gente abierta, es muy amplia, pero escuchar un motete en la iglesia de Santo Tomás es siempre una experiencia muy especial. Después de un Motete, la gente puede entregarse de nuevo a las tentaciones mundanas en uno de los muchos cafés que rodean a la iglesia y el monumento al Maestro. Al fin y al cabo, Bach también compuso una cantata dedicada al café.
(*) Mein Leipzig lob´ ich mir… J.W. von Goethe
Este trabajo fue producto del Diplomado Nuevas Narrativas Multimedia Historias que Laten, en su edición en línea realizada en alianza con el CIAP-UCAB, de marzo a junio de 2021.
Felicitaciones por estas maravillosas postales. Las disfruté mucho. Soy egresada del Colegio Humboldt, hija de munichense y he estado una docena de veces en München, pero aprendí cosas contigo… y sí, las salchichas blancas son una maravilla, aunque prefiero las Bratwurst. Saludos.
Siempre me ha gustado tu forma de narrar porque uno se adentra fácilmente en tu historia y es como si uno estuviera ahí. Sigue cosechando éxitos Nahir.
¡Muchas gracias por tus impresiones!, querida Clara. Me alegra haber podido llevar esas ideas y visiones hasta ti, de una manera tan cercana.
Un abrazo.
Muchas gracias, Elena. Celebro que hayas recibido las postales y que las hayas disfrutado, ¡haciendo nuevos descubrimientos! Recuerdo las Türingen Bratwurst de Leipzig…un poema. Muchos saludos.
¡Felicitaciones Nahir! Hermosa iniciativa cultural que estoy segura unirá fronteras de toda Índole! Me gusta mucho como escribes y me gusta comprender de una forma más cercana la cultura alemana. ¡Un fuerte abrazo y mucho éxito!
Agradecida por tus comentarios, Claudia. Me alegra mucho que hayas experimentado esa cercanía a la que haces referencia. Espero que este proyecto siga expandiendo visiones; y mostrando muchas facetas más de Alemania. ¡Un abrazo!