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Advertencia: Es posible que el contenido de este video resulte inadecuado para algunos usuarios, tal como lo ha marcado la comunidad de YouTube, y para todos aquellos “machos que se respetan”, para quienes tanto amor sea ofensivo.

Con la dentadura incompleta y mal distribuida, sus rasgos mapuches, y escasos uno sesenta de estatura, Luis Pinto se siente en la cúspide de su sensualidad después de los cuarenta. Tal parece que su carrera como modelo por fin toma rumbo profesional. Geminiano, temeroso de Dios e interesado en la cultura general, este chileno, oriundo de Rancagua, se ha convertido en un ícono de la controversia en el sur del continente, desde que lanzó su video «Amor absoluto».

“Ven a mí pequeña niña/ dime qué se siente cuando sabes lo que tienes que hacer…” Esta es la frase que abre la balada interpretada por Luis, con un hilo de voz desafinado que escasamente llega a la sílaba final, mientras se frota lascivamente los pectorales y sonríe provocador. La intención de despertar la lujuria es clara y diáfana, pero tal propósito se le revierte al cantautor ante la apabullante exaltación de lo pobre, de lo cutre, y de una imaginación que agoniza aplastada por más de cuatro minutos de grima absoluta. ¿Cómo creer posible algún asomo de erotismo, ante un individuo desnudo en un colchón sin sábanas, en el piso pelado, en un apartamento de paredes igualmente peladas, y que se cubre “las partes” con un teclado, mientras hace el amago de tocarlo?

“Limonada helada, alivio tibio, necesito amor festivo / Sabes que yo soy tu mitad / ¿Qué vas a hacer cuando me puedas amar?” Rima genialmente Luis, mientras continúa manoseándose boca arriba y boca abajo en dicho colchón, ahora con una sábana enrollada en la entrepierna, o con dos teclados para agregarle sabor a la cosa.

Cuando se creía que ya el espanto estaba por concluir, la acción se traslada para el segundo ambiente del video: la ducha, paupérrima y parapelos por demás. Nuestro trovador ahora se prepara para que el agua corra por su cuerpo depilado e irresistible, no sin antes volver a taparse traviesamente con el teclado. Demasiado aparataje. ¡Con una armónica habría sido suficiente, Luis!

“No te comportes así, aunque te aburras de mí / No me dejes enfrentar solo a la humanidad / Amooor Absoluto”, reza la última estrofa mientras se llega al clímax de la imagen. Luis abre la boca bajo el chorro de la ducha para jugar con el agua, riéndose y aprovechando al máximo ese momento de voluptuosidad… Sin duda, lo que más nos intriga de todo este testimonio audiovisual, es el personaje que hizo la cámara. Preferimos no ahondar en las razones que le permitieron aguantar este soliloquio narcisista, patológico hasta el horror, pues las hipótesis planteadas por los comentaristas del foro son más que suficientes.

Desde el estreno de «Amor absoluto», Luis ha recibido cientos de miles de insultos por la web, los cuales se negó a sobrellevar estoicamente. Muy por el contrario, se ha dedicado a denunciar por todas las vías comunicacionales posibles, cómo ha sido “descriminado”, vejado y sometido al escarnio público, por parte de sus propios compatriotas, simplemente por querer mostrar sus encantos y despertar una que otra aspiración venérea, vía ciberespacio.

Cuando hurgamos en los entretelones más allá del video, nos encontramos con más enlaces del modelo en ciernes, balbuceando, por ejemplo, un presunto mensaje en inglés para los imperialistas que se crucen con él por YouTube o zappinternet.com (el único portal que tiene disponible «Amor absoluto» en su versión original), o llorando a moco tendido en un sofá, por todo el odio inexplicable del que ha sido víctima. Lo mejor de toda esta sucesión de imágenes desafortunadas es la entrevista concedida a Switchtv Online, en la que el artista alude a una insólita candidez y explica que todo fue una estafa de su manager, quien le aseguró que tales grabaciones eran ensayos y jamás los haría públicos ¡¿?! Sin embargo, después de haber sido sometido a todo ese sufrimiento, que rayó en lo insoportable, Luis Pinto tuvo las agallas de optar a inscribirse en el concurso Míster Chile 2008, petición que fue el hazmerreír de los organizadores. Impermeable al rechazo de contarse entre los más bellos de la cordillera andina, se presentó en la gala del evento, y no sólo no pasó de la puerta, sino que fue agredido por gente que lo reconoció, por atrevido e indigno. Inmediatamente, la televisión grabó su versión del agravio. Una raya más para este tigrillo austral, a la final le significó ser el modelo de la campaña antipublicitaria de Fiat, “Déjalos que hablen”.

Todo comenzó en la sordidez de aquel colchón sin vestir y desaseado, y unos cuantos besos lanzados a cámara. El «Amor absoluto» de Luis Pinto por Luis Pinto no es una enfermedad mental, sino una patente de derecho que traspasó los quince minutos de Warhol y “el eclipse de toda moral” de Vargas Llosa.  Con su escarceo antiexcitante, logró ir un peldaño más abajo en esa sociedad hipervisible que se manifiesta cada vez con más intensidad a través del video casero, y que desplaza, incluso, a aquellas estrellas que se hicieron un nombre a punta de tamaño, garganta, jadeo y mucho sudor. La nueva noción del éxito ya no implica autoridad personal, solamente poder ser distinguido entre millones, a como dé lugar, hiriendo de muerte a la estética y también a la honorabilidad. Luis Pinto no tiene ningún reparo en manipular lo que sea y como sea, con tal de autoproclamarse modelo profesional, hermoso y apetecible. “Me ven muchos y luego existo”, parece ser la nueva consigna de realización personal.  Por Diox, ¿alguien tiene El amante de Jean-Jacques Annaud?


Luis Pinto – Amor absoluto