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–¿Cómo hay que vestirse para ir a una manga de coleo?–, pregunté cinco minutos antes de salir.

–Con la ropa que tengas, o como un llanero– contestó papá.

–¿Y cómo se viste un llanero?

–En la manga vemos.

*

Jueves 21 de diciembre de 2017, 4:30 pm. A la manga de coleo llegan 42 toros blancos con el lomo marcado y los cachos partidos. Los meten en el coso de la manga y los encierran durante seis horas.

A las 10:00 pm liberan al primero. Lo hacen correr por una pista de unos 200 metros de largo y unos 15 metros de ancho mientras cuatro hombres a caballo lo persiguen. Uno de ellos se acerca al toro, extiende su brazo y le agarra la cola. Lo hala tan fuerte que el toro cae, da una vuelta sobre la arena y se rinde. El hombre sigue con la mano agarrada a la cola. Quiere que el toro se levante para repetir su hazaña y hacerlo caer. Pero no. No lo logra. Los cuatro jinetes abandonan la pista y a los dos minutos entra un joven sujetando una vara larga con un arpón de hierro. Descarga la garrocha eléctrica sobre el lomo del toro y lo hace correr hacia el coso. Esta vez entra por una de las puertas laterales. Es el primero con la cola partida.

A las 10:10 pm liberan al segundo. Lo hacen correr hasta el final de la pista, donde está el “tapón” de la manga, mientras cuatro jinetes se concentran en hacerlo caer. Uno de ellos se acerca al toro y lo tumba. El toro se vuelve a levantar, trata de huir pero lo vuelven a agarrar por la cola. Le dan vuelta, lo hacen sufrir. El toro cae y no se levanta hasta que llega el joven con la garrocha. Corre hacia el coso y es el segundo en llenar el espacio de los toros que luego serán llevados al matadero. Al que se deja colear no le perdonan la vida.

–El pobre negrito Sandor estaba compitiendo, representó a Venezuela en Colombia y perdió el chance de ganarse 50 millones de pesos por no agarrarle la cola al toro de la forma que le daría los 50 puntos que tenía el primero. ¡Qué dolor!– comenta alguien desde los palcos.

El presentador sujeta el micrófono, deja que suene la música y grita:

–El próximo premio será en dólares, señores.

*

Vivo a cuatro cuadras de la manga de coleo “José Tomás Heredia” y nunca había ido a unos toros coleados. No sabía que estaba tan cerca de la Asociación de Coleo de Barinas y que existe desde el año 1968. Tampoco que esa ciudad era (es) la “cuna del coleo venezolano”, y que el coleo es considerado como el “deporte recio del llano”. Ni que era deporte nacional y mucho menos que se podía ganar –o perder– tanto dinero en un torneo. 6 y 7 de enero de 2018, la primera copa del año en Carora: 100 millones de bolívares. 26, 27 y 28 de enero, Ferias y fiestas Mantecal 2018, en honor a San Miguel Arcángel: 110 millones de bolívares. 24 de marzo, los Toros millonarios en Barinas: 500 millones de bolívares.

Pensé que era una simple afición de llaneros pero descubrí que Venezuela está llena de clubes, asociaciones, cooperativas, una federación y una liga de coleadores que se dedican a competir en diferentes estados del país –Lara, Guárico, Yaracuy, Miranda–. Los mejores coleadores participan en las competencias que se realizan en países como México, Colombia, Brasil y Panamá.

Lo que surgió en el siglo XVI como un trabajo de campo que consistía en controlar al rebaño, tumbarlo para hacerlo obedecer y arrearlo por los llanos venezolanos, ahora es un deporte con reglamento, himno, virgen, oración y premio.

*

Las tribunas huelen a cerveza, a sudor, a bosta y a dinero. Sobre todo a dinero. La mujer que tengo al lado saca de su cartera una bolsa de billetes:

–¿Qué quieres, bebé?– le pregunta a su hijo.

–Un tequeño y un Nestea.

–Toma.

El niño se lleva unos 70 mil bolívares en efectivo y regresa con un tequeño y un vaso de Nestea. 70 mil bolívares en efectivo: el equivalente a ir siete veces al banco, para retirar los 10 mil bolívares diarios que dan por taquilla.

–¿Vas a comprar cerveza?– le pregunta a su esposo.

–Claaaaro, y esta ronda la pagamos nosotros– dice mientras les sonríe a sus dos amigos.

Cinco cervezas cada uno. Una caja de cigarros. Otro tequeño para el niño. La mitad la pagan con tarjeta, la otra mitad en efectivo.

*

Los palcos de la manga de coleo tienen capacidad para 400 personas pero nunca se llenan por completo. ¿Y dónde están los llaneros? En los puestos de comida que montan cerca de la manga tomando cerveza. En sus pickups (camionetas) tomándose fotos y hablando de dinero. En la baranda de la tribuna, dándoles la espalda a los toros caídos y sonriéndole a los amigos o a la pareja que tienen al frente.

También están al final de la manga, atentos a la jugada de los que ocupan la mesa de apuestas. Tres cartas en cada mano izquierda, una montaña de dinero sobre las piernas.

–Métele dinero– dice alguien con sombrero.

Dos hombres, una mujer y un niño compiten en esta ronda. Mueven las cartas, intercambian billetes, toman cervezas y se ríen entre ellos. La mujer pierde, se levanta y camina erguida hacia los palcos, sin llenar de bosta sus tacones de cuña dorados.

*

Muy cerca del coso hay a un toro tendido en el suelo. ¿Estará muerto?

–No, mira como mueve su pecho. Se mueve, pero no lo suficiente– contesta papá.

Un niño le agarra la cola, lo golpea. Un hombre le pasa por encima, tropieza con su cabeza. El humo de las ventas de fritangas lo cubre, el brillo de una camioneta negra lo refleja. Nadie lo atiende. Allí se queda, tendido.

Alrededor, huele a carne, a fritanga de parrilla.

*

Las entradas para los toros coleados se empiezan a vender después de almuerzo. Brazalete rosado para las mujeres, verde para los hombres. 70 mil bolívares si el pago es en efectivo, 80 mil con tarjeta de débito y 90 mil si es con tarjeta de crédito. El equipo de música lo prenden después de las 4:00 pm. Reggaetón, vallenato, bachata, country, techno, rock, joropo, arpa, cuatro y maracas. La música es el indicio de que comienzan a inscribirse los coleadores. El precio de la inscripción para las mujeres es más bajo que el de los hombres, al igual que el premio. Y luego llegan los toros.

El coso es como un laberinto dentro de una jaula. A las 5:00 pm llevan la primera cisterna de agua para darle de beber a los animales. Músculos definidos, crines peinadas, las iniciales que marcaron sus dueños con un hierro caliente entre sus patas. En esta fiesta no faltan los puestos de comida. Tequeños, cervezas, cochino y carne en vara. Esta noche el premio es por 40 millones de bolívares. “¡Cuarenta millones!”, enfatiza el presentador que aparece frente a la tribuna.  “Bienvenidos, coleadores. Disfruten de este evento”.

Jeep Cherokee, Toyota Hilux, Chevrolet Silverado, Harley –Davidson. “¿Papá, esos son los llaneros? Pensé que se vestían diferente en las mangas de coleo”. Zapatos Vans, Clark, Adidas, Nike. Jeans ajustados, camisas Polo, franelas Tommy Hilfiger. Correas doradas, relojes de oro. “Pues yo también, pero sí es como te dije: uno se viene con la ropa que tiene”. Las marcas de moda se han apoderado del ruedo.

A las 7:15 pm llega una segunda cisterna para aplacar la arena de la pista.

–Todavía tienen chance de inscribirse, coleadores. Recuerden que el precio de la inscripción es de dos millones– se escucha desde los parlantes.

A las 8:00 pm se llenan los palcos. Minutos después se inaugura formalmente el acto: primero el Himno Nacional, luego el del coleo. Oración de la virgen de la Caridad, patrona de todos los coleadores.

Todo empezó una mañana

en la sabana llanera

cuando un toro a la carrera del rebaño se escapó

y el llanero tras del animal bravío

dijo al galope “este es mío”

y lo agarró por la cola

 

Dios que pitaba la aurora

le dijo a mentes del cielo

hombre que montaba en pelo, fuerte para la jornada

logró llevarlo hasta el suelo haciendo así la coleada

(Himno “Desde el coso hasta el tapón”)

Los hombres escupen en las tribunas, el suelo tiene charcos de saliva. Dos horas después comienza el coleo.

– Empezó la contienda, compa. Ahora sí, salió el toro.