Esta noche, Yonatan Matheus tiene el pálpito de que morirá. Cada segundo que pasa parece ser el último. Ahora está de rodillas y con los ojos cerrados. Su cuerpo tiembla y el sudor corre frío por su cuello. La orden había sido tajante y definitiva: “No veas y baja la cabeza”. No llora. No puede, no debe. Se había prometido ser fuerte. La pistola lo apunta de nuevo y la frase vuelve a repetirse: “Por marico, verás lo que te pasará”. Está claro: el momento está por llegar.
Sucedió en la noche del veinticinco de septiembre de 2010. Vestido de uniforme naranja y con un bolso repleto de folletos y preservativos, Yonatan había salido a cumplir con su acostumbrado recorrido de los viernes por la Libertador, la avenida que atraviesa de este a oeste a Caracas. Como miembro de la ONG Venezuela Diversa, tenía más de un año visitando a los transgéneros y trabajadoras sexuales de la conocida arteria vial capitalina. Todos conocían y recibían a gusto a esta especie de predicador, que les hablaba sobre la protección y la prudencia sexual. Esa era su labor. Sin embargo, esta vez algo más lo había llevado hasta allá.
Una semana antes, varios impactos de bala habían terminado con la vida de Nathaly, una de las transexuales. No se trató de un robo. Todos sus conocidos aseguraban que se trataba de un delito de odio. Por más perturbadora que fuera la noticia, no sorprendía. En 2009, sólo en esta avenida, cinco transexuales fueron asesinadas. Venezuela Diversa lleva bien esa cuenta: varios reportes sobre violaciones, maltratos y chantajes a este grupo social reposan en los expedientes de la ONG. Sólo esta organización le hace seguimiento a esos casos pues no existe en el país organismo oficial que maneje cifras sobre este tipo de crímenes. Yonatan se había encargado personalmente de denunciar estos casos ante las autoridades y los medios de comunicación. Esa noche, buscaba información sobre el último asesinato.
Ya estaba por concluir su jornada. Conversaba sobre Nathaly –la víctima más reciente- con una de sus compañeras de trabajo en la Libertador, cuando aparecieron los efectivos. Una patrulla de la Policía Metropolitana se estacionó a pocos metros de él. Del vehículo se bajaron nueve personas. Todos, con las pistolas alzadas y gritando. “¡Contra la pared ya!”, ordenó uno de ellos. Otro fue directo hacia donde estaba Yonatan y lo haló del brazo.
-¡Espera! Pertenezco a una organización de derechos humanos –gritó Yonatan, a la vez que les mostraba su carnet de identificación.
-Derechos humanos una mierda. Tú te vienes con nosotros –le respondió el funcionario.
A empujones, lo metieron en la patrulla. Las personas del lugar intentaron persuadir a los efectivos, pero sólo recibieron amenazas como respuesta. “Fuera de aquí. No defiendan a este cabrón”. Los insultaron, pero no obtuvieron más. El objetivo era Yonatan. Pasaron pocos segundos antes de que los policías volvieran a subir al vehículo. Arrancaron.
***
Siete de los funcionarios, entre ellos una mujer, le hacían compañía a Yonatan en la parte trasera de la patrulla. Ya eran pasadas las diez de la noche. El lugar era oscuro, sucio y tenía dos muebles de cuero negro en los costados. Era una jaula. Un joven de no más de catorce años estaba con ellos. Su ropa era sucia, su ojos enrojecidos y la posición de su cuerpo inestable. Él también estaba en la avenida Libertador.
-Tú eres un pedazo de marico. Eres el sapo que se la pasa hablando paja y nos tiene en peo –gritó uno de los policías a Yonatan.
El hombre levantó su arma y lo apuntó. Yonatan, con el corazón acelerado, intentó hablar para defenderse. “¡Cállate!”. Yonatan obedeció. Sabía que no debía insistir o desobedecer. “¿Y tú quién eres?… Seguro eres el marido de éste. ¡Habla!”, dijo el hombre ahora apuntando hacia el menor de edad. El joven intentó hablar pero el llanto se lo impidió. “¡Ay, mira!, está llorando. Está cagado. Ponlo a toser sangre para que sepa quién manda. Este maldito está drogado. Enséñale quién manda”.
La orden se cumplió. Los golpes lograron ahogar el llanto del adolescente. El dolor se sintió en cada parte de su cuerpo. Ninguna de las súplicas calmó al policía. “Tú cierra los ojos, marico de mierda”, dijo a Yonatan. Con los párpados apretados, Yonatan escuchaba los gritos. Quería llorar, pero hacía lo posible por mantener la calma. Sabía que después irían con él.
De pronto, la patrulla se detuvo.
Estaban frente a una licorería. En el lugar, dos motorizados habían llamado la atención del grupo de efectivos. Todos se bajaron del vehículo. Yonatan y el niño quedaron solos. Era ahora o nunca. Esta era su oportunidad y no debía desaprovecharla.
Sacó su celular de su ropa interior. Cada vez que visitaba la Libertador, ocultaba el móvil en sus genitales para evitar que se lo robaran. La estrategia le había funcionado varias veces. Esta vez, podía salvarle la vida. Con sus manos temblando, comenzó a revisarlo nervioso. Buscaba desesperado en la agenda un nombre que no aparecía. El pulso le hacía parecer torpe. Hasta que por fin lo encontró.
Marcó el número. Comenzó a repicar. Su corazón estaba descontrolado y sus manos sudaban más que nunca. Seguía repicando. Miraba a cada rato hacia afuera de la patrulla. Esperaba que los policías no llegaran todavía. Repicaba y nada. A los pocos segundos, cayó la contestadora. Primera frustración. Lo volvió a intentar. Repicó por varios segundos y sucedió de nuevo. Nadie contestaba. Las voces de los efectivos se escuchaban cada vez más fuerte. Debía intentarlo una vez más y rápido. El miedo parecía poseerlo con mayor fuerza. Volvió a marcar. Esperó. Nada sucedía. Pero cuando creía que volvería a fracasar, lo logró.
-¿Aló?
-¡Me secuestraron! Estaba en la Libertador y un grupo de policías me secuestró. No sé dónde me llevan. ¡Me quieren matar! Avisa.
Colgó justo cuando la mujer oficial subió a la patrulla. “¿A quién llamaste?… ¡Apaga esa vaina!”. El resto del grupo subió y el vehículo se puso de nuevo en movimiento. La mujer estaba molesta. La esperanza de Yonatan desapareció.
***
Allí está. De rodillas y con los ojos cerrados. Por momentos, el arma lo apunta de nuevo. El oficial había dejado en claro cuál era su destino. No reza, Yonatan no cree en Dios. Sólo piensa en su familia y en su pareja. “¿Qué dirán cuando encuentren mi cuerpo?”, se pregunta. Todos sus allegados se lo habían advertido. “Tienes que dejar de arriesgarte así. Un día de estos te meterán un tiro y a nadie le importará”, le habían dicho más de una vez. Tenían razón. A nadie le importará. Sabía que al día siguiente sería un número más, así como había sucedido con los asesinatos que había intentado esclarecer. Nadie averiguará. “Por marico, verás lo que te pasará”. La frase resuena una vez más en su cabeza. No importa. Está seguro de que esos serían sus últimos segundos de vida. Pero no llora, no se debe permitir llorar. Moriría, pero no lo verían llorar.
-¡No le hagan nada! Ese marico ya habló con alguien. Si le hacen algo, nos meteremos en problemas. Mejor no le hagan nada –dijo de repente la mujer policía.
Escuchó sorprendido y sintió la esperanza regresar. Mantuvo su cabeza cabizbaja, esperando alguna respuesta del funcionario que lo había amenazado. Durante pocos segundos, reinó el silencio.
-Párate –ordenó el hombre.
Dio una señal y la patrulla se detuvo.
-Bájate.
Estaba sorprendido y a la vez aliviado, pero no esperó. Con las piernas aún temblando, Yonatan bajó de la patrulla.
-Mosca con hablar. Te tenemos vigilado –dijo el policía, antes de que la patrulla se pusiera en marcha y desapareciera de su vista.
Estaba vivo. Estaba a salvo. Gracias a una llamada. Quizás gracias al dios en el que no creía. Fuera como fuera, estaba vivo. Caminó varios pasos por aquella calle oscura. Ya no estaba en la Libertador. Luego se dejó caer en el borde de la acera, respiró varias veces y no aguantó más: en ese momento, comenzó a llorar.
Esta crónica resultó ganadora en el primer concurso Nuevos Cronistas de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, convocado a fines de 2010 y premiado en febrero de 2011. Los jurados fueron Liza López y Sandra La Fuente por la Revista Marcapasos, y el cronista Rafael Osío.
Excelente crónica Juan Carlos, muy bien narrada. Es un texto de gran calidad periodística. Tienes bien merecido el premio que recibiste. Sigue escribendo y perfeccionándote en el arte de contar, que talento tienes de sobra. Todo el éxito del mundo para ti.
Excelente, Juan, orgullosísimo de ti, un premio bien merecido, éxito y que dios te siga colmando de bendiciones.
HOLA JUAN CARLOS, MUY BUENA TU HISTORIA. QUE TRISTE Y LAMENTABLE LO QUE SUCEDE HOY EN DIA, CON RESPECTO A LA HOMOSEXUALIDAD. EXCELENTE, SIGUE ASI. ERES UN JOVEN LLENO DE EXITOS.
Me gustó la forma en que le diste vida a la historia. Entiendo que fue un hecho de la vida real, pero cada quién lo interpreta a su manera; y me lo hiciste vivir; es decir a medida que iba leyendo iba imaginando todo y cada uno de los hechos que se estaban dando en el momento.. Debería existir un organismo que arremeta contra el abuso policial, pero lamentablemente así son las leyes en nuestro país; en vez de detenerlos lo que hacen es premiarlos..y pues los policías de ahora se transformaron en parte de problema más nó de la solución.. cada quien decide lo que es mejor para su vida y pues a esos transexuales no hay por qué juzgarlos porque ellos hayan decidido que es lo que quieren para sí.. que verguenza de policías tenemos.. gracias bello! éxito! no dejes de soñar! que serás el mejor relatando historias!.. me gustó mucho tu apreciación de la realidad..
Excelente primo, lo felicito siga asi, mucho éxito en su carrera…
Exelente, me encantó, está buenisimo. Sigue asi que vas a llegar lejos… FELICIDADES
Un tema que se trata de esconder, entre las sombras del desprecio y el odio, como si no exitiera un Dios que nos enseña amor. Aqui lo importante es aceptar al que parece ser distinto, pero al final es igual. Excelente cronica
Excelente crónica. De verdad, felicidades por ese gran logro. Posees y dominas a la perfección tu habilidad narrativa. Espero poder leer otro de tus destacados trabajos.
Tremenda crónica, Juan Carlos ¡Que orgullo ser colegas! Tienes el olfato y el talento… Buen uso de los puntos, la descripción y el sentimiento… ¡Lo lograste!
La primera de muchas más que sin duda serán un exito.
Muy buena historia, pero qué pasó con el niño?
o sea, con el adolescente, qué pasó con él? Es una gran historia! EXCELENTE. Tuve la oportunidad de leer la crónica que quedó en 2do y 3er lugar y también fueron geniales 🙂
Finalmente DIOS guarda y sostiene al que le busca porque èl tiene el control de todo y su misericordia es grande. Es lo que lograstes transmitir a esta humilde lectora con cada palabra, con cada frase que has plasmado en esta gran oportunidad. Mucho es lo que podemos experimentar y sentir al leerlo, pues es el resultado de un gran escritor. Mi corazón se hincha de orgullo porque eres parte de mi. ¡Te felicito!. Un abrazo bien apretadito. Dios te bendiga. Te amo.
Excelente crónica Juan Carlos!! Cada palabra y cada detalle de la situación la viví como si estaba en el lugar de los hechos, Naciste para esto!!! No imaginas el ORGULLO que siento al ver cada día tu crecimiento profesional. Bien merecido tu premio, y acostúmbrate a seguir recibiéndolos ya que tienes mucho talento y la vida seguirá premiándote. Que Dios te cuide y siga colmando tu camino de experiencias maravillosas para que nos sigas deleitando con tus crónicas. DTB
Woao!! Lo lograste, capturaste mi atención con apenas dos líneas leídas, muy creativa la forma en la que relatas la triste realidad que vive una población, bajo el yugo de quienes se creen superior. Felicitaciones y que sigas cosechando muchos otros éxitos. DTB
Esto es una crónica. Que maravillosa de verdad la forma en que hilaste la historia, con guantes de seda mi Juan.
Sobra decir que estoy orgullosa de usted, es un premio bien merecido. No deja de sorprenderme el cuidado que tuviste en la selección de cada una de tus palabras, todo esta en su exacto lugar para causar el efecto que se necesita en toda crónica: interés humano que le llaman.
¡Felicidades hombre!
Muchas felicidades por tu cronica Juan Carlos. Verdaderamente tienes talento. Espero que la situación mejore para todos ellos y ellas. Exito en tu trabajo! Hermano!
Que bien Juan Carlos, de verdad me contenta tu logro. Sensible crónica, bien escrita, con emoción y mucho cuidado. Me gusta tu estilo y una vez me siento orgullosa de conocerte, de haber compartido aulas. Hombre, que sigan los éxitos!!
EXCELENTE TRABAJO!!! PLASMASTE EN ESAS LINEAS UNA DE LAS MAS FUERTES VIVENCIAS QUE ME HA TOCADO VIVIR…. ABRAZOS!!! MUCHOS ÉXITOS POR VENIR…