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Para los venezolanos un apurruño es un abrazo largo, cálido, apretado. Así lo describe Natali Marcano, quien en estos últimos dos años ha impulsado una iniciativa para brindar apoyo emocional a personas vulnerables. Entre las actividades que promueve desde Kuasolidaria es “repartir amor y apurruños” a niños, adultos y “a todo aquel que lo necesite” a través de unos muñecos acolchados con un diseño original a partir de materiales reciclados.

Aquí cuenta su historia para nuestra serie #LatimosEnVenezuela

«Nuestra meta es brindar nuevas oportunidades capacitando a mujeres en el área textil, dar apoyo a niños en situación vulnerable y contribuir con fundaciones que dan refugio a animales abandonados.

No somos una fundación, somos mujeres que amamos y respetamos la vida de todos.

El año 2017 fue un momento álgido, la crisis estaba en un nivel muy alto, así que decidimos emprender con un proyecto donde la premisa fuese propósito, compromiso, bienestar. Por eso la idea de capacitar a mujeres que no conocían el oficio. Las invitamos a ser parte de este círculo de bienestar donde todas salimos beneficiadas.

Nos tocó cambiar la forma de trabajar a nivel general tanto en KUA (empresa de diseño de accesorios de moda) como en Kuasolidaria. La motivación real está en la conexión que tenemos con nuestro trabajo y la labor que venimos haciendo. Cuando algo es parte de ti, sencillamente lo vas transformando.

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En plena pandemia nacen nuestros Apurruños para representar los abrazos que no podíamos darnos en ese momento y así acompañar a los niños del hospital J.M. de los Ríos hospitalizados en el área de nefrología. Era la oportunidad perfecta para crear objetos con propósito. Con el apurruño podíamos darles alegría a los niños y ser fuente de trabajo para mujeres que se encontraban en sus hogares sin recibir ningún salario. 

Somos Natali y Tania Marcano y durante más de 20 años nos hemos dedicado al diseño y la producción. Juntas tenemos una marca de accesorios que se llama Kua Ethical Fashion y va de la mano con una acción social llamada Kuasolidaria.

Esta iniciativa nació en el año 2017. Ese año, después del cierre de nuestra fábrica, “renovamos nuestros votos” y decidimos continuar haciendo lo que nos gusta y lo que ha sido nuestro campo laboral a lo largo de nuestras vidas.

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Le comentamos la idea de esta misión social a nuestra amiga Mariela Mazzei, defensora y amante de los animales, y aceptó convertirse en una parte fundamental para el equipo. Ella no vive en Venezuela pero siempre ha estado presente. Al igual que Marta Rosinach quien durante tres años se dedicó a recibir las medicinas en Andorra para donarlas aquí, hizo un trabajo impresionante de recolección, envío de medicinas y ayuda económica. 

Decidimos que lo que estábamos haciendo debía tener un nombre que se asociara a nuestra marca de accesorios, pero que siguiera siendo una red de bienestar sostenida con la participación de mujeres venezolanas comprometidas con esta causa. La intención del nombre desde el principio fue crear una palabra que nos agradara fonéticamente. Un día descubrimos que KUA es el número que se obtiene mediante una fórmula matemática que utiliza la fecha de nacimiento y el sexo de la persona para describir su personalidad en todo sentido, su futuro, su vida. Iba de la mano con lo que queríamos.

Arrancó a partir de nuestra inversión personal con la idea de hacer algo que llevara amor por todos lados. Pero como estábamos en pandemia, la situación era complicada, no había transporte ni gasolina, así que nos tocó armar un grupo nuevo que estuviese cerca y al que pudiésemos hacerle llegar el material. Escogimos mujeres de la tercera edad que se encontraban en casa confinadas en medio de la incertidumbre.

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Los Apurruños los diseñé yo. Hice un patrón a mano alzada; quería una forma orgánica, amigable, con los brazos abiertos dispuestos a dar amor, que fuesen acolchados para que su textura fuese abrazable, amorosa al tacto. Utilizamos materiales reciclados de las carteras que diseñamos.

Nuestro presupuesto es corto pero Kuasolidaria está llena de muchas historias bellas. Una de las cosas que más me gusta es que cuando vamos a llevar meriendas al hospital o a cualquier otro lugar, toda mi familia trabaja ese día. Mi mamá, mi nana, mi otra hermana, Tania y yo. Ellas se levantan temprano a hacer las arepas, preparar las cosas de la visita, mi cuñado también ayuda y terminamos todos involucrados.

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Mi nana tiene 84 años y durante mucho tiempo hizo collares y manualidades de todo tipo. Con esa venta llenábamos un gran pote de dinero que se dividía entre las distintas actividades que lo necesitaran. 

Mi hermana y yo estamos acá en Venezuela pero Kuasolidaria es un gran grupo de mujeres –y un hombre– que han ayudado a hacer esto posible desde otros lugares. 

***

Ya cumplimos dos años donde hemos creado personajes con campañas en pro del amor y el respeto por la vida. Es una energía que se sostiene por la confianza y las ganas de acompañar a otros.

No es tan fácil, he tenido sentimientos encontrados porque vemos la cara de la crisis y la responsabilidad es grande. Igual trato de mirar hacia adelante, de acompañar, capacitar, compartir lo que hemos aprendido pero sabiendo que no terminas de transformar la vida de nadie porque eso es algo sagrado. 

Hay fundaciones que están allí haciendo un trabajo muy duro, un trabajo diario y lo que hacemos no se compara. Nosotras descubrimos que el diseño podía tener un propósito real más allá de hacer cosas bonitas.

El apurruño es un muñeco amoroso y terapéutico, son todos los personajes acolchados. Hemos regalado a ancianos, señores con Alzheimer que terminan enamorados del muñeco. Hemos hecho una campaña de gaticos negro en contra del maltrato y sacrificio de esos animales. También escribimos el cuento de Neo, el gatico negro de la buena suerte.

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Promovemos además el apoyo a los animales, ya son alrededor de 40 rescatados y lo disfruto mucho, nos hacen felices. Apoyamos a rescatistas y personas que no tienen dinero para mantener a sus mascotas. No sé cómo pero tenemos desde el mes de marzo ayudando a Estrella, una muchacha que tiene 16 gatos y cuatro perros, es algo increíble que esperamos seguir haciendo.

Venezuela es un gran reto, un amor, un lugar, nuestro origen. Seguimos aquí porque amamos nuestro trabajo. Creemos que la educación transforma vidas y tener la oportunidad de compartir con otras mujeres lo que sabemos es realmente gratificante. Insistir en hacer las cosas bien y demostrar que ante la adversidad el trabajo a mano y hecho en casa siempre tendrá un lugar para la excelencia. 

No tenemos planes de irnos, definitivamente no. Seguimos latiendo porque no nos rendimos, porque lo que hacemos nos da mucha satisfacción y porque contamos con el apoyo de las personas que creen en lo que hacemos y no nos han soltado la mano. Muchas de estas personas son padrinos de niños, otros de mascotas. Cuando nos encontramos con los niños para llevar apurruños es emocionante. Ver a las mujeres aprender un oficio y hacerlo con gusto, salvar un animal y conseguirle un hogar para ser amado y respetado. 

No sé cuántos apurruños hemos hecho pero han sido muchísimos y queremos seguir haciendo muchos más. ¡Amo diseñar apurruños!

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