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Pareciera que Simón Bolívar, el Libertador, observa con disimulo desde arriba de un pedestal de mármol a cada una de las personas que llegan a la plaza que lleva su nombre. A la derecha del busto de bronce curtido de azabache, están dispuestos tres parales de hierro que sostienen unos redondillos florales. En el centro de cada uno relucen letras escarchadas, luctuosas, institucionales. Una mesa pequeña soporta tres velones blancos que encandilan un cuadro de ocho por cuatro con la foto del presidente fallecido de la República, Hugo Chávez Frías. Los seguidores del chavismo están reunidos, sentados en los escasos bancos que ofrece la plaza central de Zaraza, rindiendo homenaje póstumo al presidente que en catorce años de gobierno venció casi todas sus aguerridas luchas, excepto la que emprendió contra el cáncer. Chávez murió el pasado 5 de marzo en Caracas a las 4:25 de la tarde, a los cincuenta y ocho años de edad. Se desconoce la causa última de su fallecimiento.

Los zaraceños siempre vieron buenas intenciones en Chávez. Al menos así lo reflejan los resultados electorales del Consejo Nacional Electoral: en la elección presidencial de 1998, el estado Guárico aportó 101.330 votos a su candidatura, de los cuales un 15% fueron votos escrutados en Zaraza, ciudad situada en los llanos orientales de esa región. En el referendo revocatorio de 2004, 13.799 zaraceños decidieron no derogarlo frente a 4.641 que apostaron por la opción del Sí. En ese mismo año, los zaraceños eligieron a Eduardo Manuitt como gobernador del estado frente al candidato de la oposición. Al menos en el centro de votación del Liceo Eduardo Delfín Méndez, el candidato respaldado por Hugo Chávez arrasó con 1.592 votos sobre 514 obtenidos por Jose Malavé Risso, el líder opositor.

En las elecciones presidenciales de 2006, el pueblo zaraceño siguió apostando por la administración de Hugo Chávez. En esa oportunidad, Zaraza le aportó 17.123 votos, mientras que la oposición liderada por Manuel Rosales obtuvo 6.028. Igual pasó en la elección consultiva para enmendar la Constitución de la República, en la que 12.633 zaraceños la aprobaron frente a otros 7.327 que rechazaron la idea. Y hasta la última elección en la que el pueblo pudo elegirlo, el pasado mes de octubre de 2012, los zaraceños siguieron diciéndole sí a todas las aspiraciones del Comandante en Jefe del Ejército de Venezuela: 18.514 lo eligieron como presidente en esa región llanera, cargo que no pudo desempeñar debido a las complicaciones que sufrió desde noviembre de ese mismo año. Un poco más de la mitad de esas diecinueve mil personas apoyaron la candidatura de Henrique Capriles Radonski, el último adversario que tuvo Chávez.

La última llave que le regalaron sus seguidores en Zaraza fue en diciembre de 2012, en las elecciones regionales en las que Gustavo Chacín, gobernador respaldado por su gobierno, ganó por amplia mayoría.

La edición número 67 del programa Aló Presidente se transmitió desde la antigua sede de Agrodiza, frente a la plaza Bolívar, el primer día del mes de abril de 2001. Dos años y 60 días atrás, Hugo Chávez se había juramentado como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela (1999-2006).

─Estamos por todas partes, donde anda el pueblo allí anda la revolución. Ahora estamos aquí en Guárico, tierra de indígenas. ¡Ah, Gobernador! –le dice Hugo Chávez a Eduardo Manuitt- Usted es un poco Caribe, gobernador. Anoche en la Plaza Bolívar, aquí en Zaraza, hubo una concentración ¡pero inmensa! Lo voy a decir por la mitad del medio: hubo más gente anoche, concentrada aquí en Zaraza que toda la gente que pudiera haber concentrado la oposición a la revolución utilizando la bandera del Decreto 1011, por la educación bolivariana.

Hugo Chávez llegó el 31 de marzo de 2001 a Zaraza. El pueblo zaraceño, que lo quiere bastante, se concentró en la plaza Bolívar para recibirlo. La platabanda de un camión se convirtió en la tarima donde se encontraba doña Pepina, la directora de la Coral Zaraza, junto a una docena de niñas de todas las edades vestidas con sus batolas rojas.

Chávez no había experimentado el calor del suelo zaraceño cuando ya un coro cantaba desde el camión.

El cielo encapotado

anuncia tempestad

¡Oligarcas temblad!

¡Viva la Libertad!

Al día siguiente recordaba en su programa dominical Aló Presidente.

─ Allá estaba doña Pepina. ¡Saludos, Doña Pepina! Estaba con una coral de niñas zaraceñas, allí estaban a pleno sol, recibiéndonos y ¿saben con qué canción nos recibieron? Esa canción que anda recorriendo a Venezuela y que nos permite decir que Zamora vive en el corazón y el alma de los venezolanos y especialmente de los campesinos, de los hombres y mujeres del campo, cantando aquella canción de los federales de Zamora.

Coreó la canción, así como coreó y cantó a capela infinidad de canciones durante sus catorce años de gobierno.

Hoy, una multitud de gente reunida en la plaza Bolívar comenta cual velorio los dones del fallecido. Aquí nadie habla de errores ni defectos. Cada discurso es afanado, sensible, sencillo, atiborrado de lugares comunes. La palabra más repetida es “revolución”, término con el que Hugo Chávez definió su largo mandato.

El alcalde del municipio, Freddy Alí Gómez, estampó su firma en un decreto municipal que exige al Concejo Municipal declarar al Presidente el “Libertador de los pobres”. Ahora lo lee en público y se percibe inmediatamente la reacción de los presentes: “¡Chávez vive, la lucha sigue!”. La euforia se convierte entonces en alabanza.