Destacado por su sencillez, este trujillano asentado desde hace décadas en La Pastora exhibe sus memorias en obras pictóricas que comparte con una comunidad que hizo suya. Es uno de los artistas que ha cultivado vínculos entrañables con sus vecinos, y desde su casa-taller mantiene viva la expresión cultural de la parroquia. Ver sus pinturas es transportarse a escenas cotidianas, paisajes y sentires de montaña, con luz cálida y brillante al mismo tiempo, donde la inmediatez del espacio arropa
Crónica Maurelyn Rangel / Fotografías Abraham Correa
Lo primero que destaca en su presencia es su mirada tímida. Un hombre amable da la bienvenida y se presenta con una sencillez desmesurada.
—Mi nombre es Jesús Rangel y es muy grato recibirlos hoy.
Con rapidez se muestra estructurado, y con voz baja, pausada y pronunciación cuidada comienza con fluidez a contarnos su historia. Su acercamiento a la pintura comenzó sin saber de ella, y desde muy temprano ya exploraba con inquietud el dibujo en sus años de escolaridad primaria.
En su pueblo natal Santiago, en el estado andino de Trujillo, adquirió noción del mundo, y lo que siempre le ha acompañado con nostalgia y también con mucha conciencia, son sus memorias de la infancia, las cuales atesora y conecta en sus obras, sin repetirlas.
—Mi infancia fue envidiable. Tuve una abuela materna amorosa que nos dejaba jugar, que nos cuidaba, y que insistió y reconoció mi inclinación por el dibujo y la pintura. Mi abuela es la memoria más hermosa de mi niñez.
Jesús Rangel, a sus 69 años, es un pintor que crea escenas remotas y cotidianas, y confía en la pintura como medio de expresión humana, en la insistencia de construir con disciplina, y no rendirse.
A los catorce años llega a Caracas junto a su familia (madre, padre y un hermano). Tuvo que asumir la responsabilidad de un trabajo convencional como asesor bancario para adquirir condiciones económicas y sustentar su aspiración de ser pintor. Esto le permitió dominar la técnica y darle impulso, e incluso encontrar en la pintura un soporte emocional importante.
Su casa-taller recibe a todo aquel que busca adentrarse en su mundo.
Como es común en La Pastora, le antecede una entrada estrecha, unida a un zaguán que deja ver el cuidado de cada detalle. Al interior, el patio central de la casa destaca. Allí la luz se escudriña entre las láminas transparentes dispuestas en el techo, un piso de mosaiquillo y un mobiliario de madera que dan cuenta de los cuidados que durante décadas la familia Rangel ha dedicado a su hogar.
Este pintor ha destacado y se ha hecho presente en la memoria de sus vecinos y amigos pastoreños más entrañables. Entrar en su hogar es sumergirse en una vida llena de detalles, compromiso y dedicación. El pintor habla con su mirada, y baila en sus pinturas, donde deja fluir su vinculación cálida entre la memoria y la tradición.
Su taller es un espacio pequeño de algunos metros cuadrados que él llama “cuarto de trabajo”. Tiene una ventana que da al patio central de la casa que no se ve tan ordenado, y hasta podría considerarse un caos estructurado (propio de su oficio). Porque él sabe dónde está cada cosa: un escritorio, una lámpara, varios atriles, un gavetero y, por supuesto, muchas de sus obras apiladas una sobre otra.
Aquí comenzamos a revisar varias de sus obras que ha trabajado en diferentes técnicas: óleo, acuarela, carboncillo y más recientemente tinta china.
Desde su llegada a Caracas comenta que se sintió abrazado por la comunidad de La Pastora:
—Desde el inicio yo encontré en La Pastora mi segundo hogar, las casas viejas, la arquitectura y organización de esta comunidad es la misma que la de mi pueblo. Me he sentido cómodo siempre. La Pastora es como un pueblo en el corazón de Caracas. Esta gente valoró siempre mi trabajo y me dio un lugar significativo. Comencé pintando en la casita de mi madre, que era muy pequeña. Yo pintaba en la sala, no tenía mucho espacio para tener un taller y prácticamente dibujaba en cualquier parte.
El tiempo y también su disciplina le han dado la seguridad necesaria para seguir explorando su mirada de pintor. En Caracas comenzó a visitar galerías, asistir a exposiciones, salones de arte y fue entonces cuando entendió la necesidad de una educación formal, en relación con sus aspiraciones.
Desde entonces se enfrenta a la compleja realidad del mercado del arte, y siendo tan exigente, se ve obligado a permanecer como artista local. Jesús Rangel es valorado y reconocido por su comunidad de La Pastora, y desde hace ya varios años sus obras han comenzado a viajar por el mundo.
Todavía hoy conserva una sencillez propia de un hombre de provincia. Tiene una alegría serena, y mucha lucidez de su recorrido de vida. No le fue fácil desarrollar su oficio como pintor, abocarse a ello. Exploró en solitario durante varios años de su juventud la necesidad de adquirir conocimiento sobre arte y pintura, para mejorar y desarrollar su propio lenguaje.
Al estar con Jesús Rangel, se percibe una enorme empatía por el otro. Es curioso y quiere saber un poco más de todo cuanto le rodea. Entre sus instrumentos de trabajo más destacados se encuentra su maletín de pinturas. Y entonces surge una pregunta espontánea: ¿cuánto cabe en este maletín?
—Una vida entera cabe en este maletín, muchas emociones y el carácter de defender el territorio propio.
Este maletín es la metáfora resolutiva de su vida como pintor. Dinámico, sobrio, conformado ya por varias capas de pinturas y rajaduras adheridas por los años.
Detallar sus manos, la forma como lo toma, el tono de voz que utiliza para referirse a él, nos habla de una vinculación que sobrepasa lo estético y conforma su propia realidad.
Es detallista, obsesivo y nunca deja una tarea sin completar. Su trabajo refleja su interior lleno de silencios y memorias continuas. Habitando el color desde el sentir más cercano a su experiencia con el mundo, paisajes de montaña, luz cálida y brillante al mismo tiempo. Ver sus pinturas es transportarse a lugares específicos de cualquier escena cotidiana posible, donde la inmediatez del espacio te arropa.
Jesús Rangel, el pintor de La Pastora, ha logrado una vida virtuosa.
—He sido feliz en este pedacito de tierra, en este hogar, he forjado una familia y conservo un amor que me acompaña. El mayor deseo de un hombre que aspira a crear, es lograr al menos un seguidor, y yo lo he logrado.
Con estas palabras su historia de vida nos deja conectados con la esencia más humana, como es la de crear y valorarnos en nuestros matices, la de permitirnos remontar la dificultad.
Te felicito padre, eres un gran inspirador y agradezco mucho que te hayan hecho una crónica, cada día me enorgullece ser tu hijo.
Excelente, los felicito
Señor Rangel un Gran Artista, Muy bueno. Personas así, es la que necesita el País. Excelente familia.
Que bueno que se den a conocer estás hermosas historias de personas dedicadas a lo que les gusta y de noble corazón, gracias por darlo a conocer.
Que bella Historia lo felicito y que Dios lo bendiga grandemente.
Muchas felicidades compadre por este gran éxito en sus sueños de pintar todo lo que se propone es muy hermoso poder leer ese bello recuento de su vida muchos éxitos
Lo felicito excelente trabajo
Hermano que Dios le siga bendiciendo en salud y sabiduría para continuar con su bella labor bendiciones y saludos de su familia
Felicidades Ramoncito leer tu reportaje me emociono, excelente recuento de tu vida así como eres tu sencillo y noble un abrazo
Felicitaciones Ramón, te mereces ese reportaje, que te describes tal como eres