Unos 350 niños de Petare reciben clases tres o cuatro días a la semana en más de 10 casa-escuelas para complementar el déficit educativo que dejan los horarios mosaicos y la deserción de docentes. Las tareas dirigidas promovidas por iniciativas como Descargando Futuro representan el empeño de muchos por educar con valores y creatividad en comunidades vulnerables de Caracas.
Una #HistoriaConstructiva que contamos en alianza con Noticias Sin Filtro para honrar a los maestros y maestras que lo dan todo para enseñar
Crónica Génesis Carrero/ Fotografías Tairy Gamboa
Todos abrazan a la maestra Tita. Le preguntan algo, la abrazan. Le piden que por favor les de agua, la abrazan de nuevo. Dicen que no entienden alguna cosa y, con abrazos y miradas pícaras, la suplican que explique otra vez.
—Tita me ha enseñado casi todo lo que sé. Cuando sea grande, todo lo que voy a hacer es gracias a Tita —afirma convencida Saraí Valentina a sus 11 años.
Ella es una de las más de 350 niñas y niños que reciben clases tres o cuatro días a la semana en uno de los 11 Espacios Seguros y Creativos de Enseñanza del programa Descargando Futuro en varios barrios de Petare.
En estas “casa-escuelas” o “escuelitas”, como llaman a estos espacios, las maestras atienden grupos completos de alumnos de primaria y bachillerato, y trabajan con los recursos que llegan gracias al aporte de los padres que pueden ofrecer una cuota y de las ventas de catalinas, una galleta típica venezolana.
Saraí es prueba de la efectividad del programa. Llegó a la escuela de la maestra Tita cuando tenía seis años y en los últimos cinco ha mejorado su nivel académico y su capacidad para expresarse y hablar en público.
Los modales amables y conscientes de los niños, sus formas de estudio organizadas y entusiastas en su empatía por otros y en su manera de relacionarse y compartir, son los rasgos que diferencian a quienes ahora forman parte de este programa de tareas dirigidas en esta zona popular de Caracas, el conglomerado de barrios más grande de Venezuela.

Enseñar, amar y formar
La maestra Marlene Machado, o “Tita” como es conocida entre sus estudiantes, tiene 70 años y 45 de ellos siendo docente en escuelas de Petare. Para ella su labor de educar va más allá de eso, formar es su propósito de vida.
Es posible constatar su vocación en la casa-escuela que funciona cuatro días a la semana, durante tres horas, en el sector La Agricultura, donde atiende a una veintena de niños y niñas de primaria.
—Lo más importante para mí es el ambiente seguro y acogedor que ofrecemos, donde los niños pueden aprender y desarrollarse en un entorno familiar y de confianza —describe la maestra.

Para ella, ayudar a los pequeños en estos espacios ha generado “mejoras significativas en el rendimiento académico y en el comportamiento” de todos, pues a diario les da lecciones básicas de cualquier programa educativo, pero también los enseña a compartir, a ser amables, a trabajar en equipo, a tener aspiraciones y a “entender el mundo”.
Ella tilda la experiencia de estos cuatro años como “enriquecedora”, pues le da mucho valor a poder enseñar a niños afectados por la crisis del sector educativo, pues ven clases con docentes que deben ausentarse varias veces a la semana para completar sus bajos ingresos trabajando en otros empleos.
La profesora cuenta que muchos niños llegan a la tarea dirigida con lápices rotos, cuadernos usados y sin colores, pero que con el esfuerzo de los voluntarios de Zona de Descarga y los aportes al programa logran equiparlos para aprender.

Educando con valores
—Si en los barrios hay casas alimentando a niños, también puede haber casas educando con valores.
Esta fue la premisa con la que Zona de Descarga, la iniciativa de los hermanos Jimmy y Jaime Pérez, emprendió la búsqueda de casa-escuelas y de donaciones para apoyar a estas docentes.
Al comienzo, seis maestras asumieron el compromiso de reforzar los conocimientos de la escuela, entretener a los pequeños, explorar sus capacidades artísticas, infundir valores como la solidaridad, el civismo, el compañerismo y la excelencia, mientras Jimmy y Jaime buscaban donativos entre sus seguidores en redes, sus aliados en otras organizaciones y empresas y hasta en los bodegueros del barrio petareño de José Félix Ribas y de otras comunidades cercanas.

En plena pandemia por el coronavirus, Jimmy y Jaime entonces vieron desde una platabanda de Petare a un grupo de niños y niñas que saludaban desde una ventana. Decidieron ir a visitar la casa y se encontraron a una vecina dando clases a un grupo en un pequeño salón lleno de humedad.
Ver a esta mujer, administradora de profesión, explicando a los pequeños equipada solo con un celular con el que buscaba información para investigar, en un espacio carente de luz, con pupitres improvisados, cestos usados como asientos y sin ni siquiera un tomacorriente, despertó el interés de estos activistas.

—Vimos llegar a un papá que le pidió a la maestra dejar entrar a su hijo para ver clases, aunque él no tenía el dólar para pagar la semana de tareas. Escuchar al papá super preocupado por la educación de su hijo y al niñito entusiasmado por aprender nos prendió el bombillo —recuerda Jimmy.
Aquel momento de 2020 los impulsó a crear Descargando Futuro, un proyecto con el que dan clases extras a 350 niños y jóvenes de nueve sectores de Petare, con la meta de complementar la enseñanza con actividades para formarse como ciudadanos.
La idea es reforzar la educación, claro. Pero también reforzar valores, sembrar conciencia ciudadana y labrar, de a poco, el futuro que estos niños y niñas quieren construir.

El programa
Explicar que lo recaudado del aporte de los padres y de la venta de galletas catalinas era para apoyar a maestras que daban clases en sus casas fue suficiente para recibir algunos apoyos y empezar con donaciones de útiles e implementos necesarios para equipar las aulas.
La primera gran donación, refiere Jimmy Pérez, fue de útiles escolares para 170 niños, y a partir de allí ya se han sumado al menos 37 paseos al cine, al parque y a espacios abiertos.
Estos encuentros fuera del barrio, celebrados a lo largo de estos cinco años son aprovechados por los organizadores para motivar a los niños, niñas y adolescentes a creer en ellos, en sus capacidades, en lo mucho que pueden lograr si son “buenos ciudadanos”.
Descargando Futuro, afirman sus promotores, ha beneficiado a 837 niños, niñas y adolescentes, no solo con las escuelas, sino con talleres de formación en teatro, danza y pintura en las nueve comunidades que impactan dentro de Petare.
Para los creadores del proyecto, este número cobra mayor significado cuando se considera que en 2022, como resultado de la pandemia y la crisis salarial, se incluyó el horario “mosaico” con el que los estudiantes dejaron de ver a sus maestros por varios días a la semana, para que estos puedan obtener ingresos extra en otros trabajos.
En esta coyuntura, espacios similares para reforzar con tareas dirigidas comenzaron a proliferar en distintas regiones de Venezuela. Las maestras jubiladas encabezaron iniciativas individuales en estados como Carabobo, Miranda y Táchira, donde ampliaron su oferta académica para ser más que un acompañamiento en las asignaciones y convertirse en complemento del sistema educativo.
Vale resaltar que de acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi 2023) 2,6 millones de los alumnos escolarizados, lo que representa el 40 % de la matrícula escolar del país entre 3 y 17 años de edad, faltan algunos días a clases.
Jaime y Jimmy Pérez, conscientes de este contexto y del suplicio de los docentes que deben hacer maromas para surgir, insisten en buscar formas para ayudar a los estudiantes, y también a quienes conforman la red del programa con insumos para sus clases y hasta uniformes y zapatos que consiguen por donación.
El impacto positivo lo constatan a diario. El logro que narran con más emoción es el de que cinco muchachos preparados en estos espacios fueron seleccionados en el programa de Emisión Integral Samuel Robinson con el que los niños se preparan para ingresar como estudiantes a la Universidad Central de Venezuela, la principal del país.

Catalinas por apoyo
Jimmy reconoce que las dificultades más grandes que enfrenta el programa ahora mismo son la falta de financiamiento y la imposibilidad de atender a personas con movilidad reducida o condiciones psicocognitivas particulares, pues no tienen especialistas.
Pero, en la búsqueda de volver el programa sostenible, reciben el aporte de algunos representantes que pagan entre dos y cinco dólares semanales para apoyar a las docentes en sus gastos y en las mejoras para las casa-escuelas.
La maestra Marlene, Tita, asegura que más del 70 por ciento de las familias que forman parte del proyecto enfrentan importantes dificultades para poder pagar al menos un dólar a la semana, por lo que llevan tomates y otras verduras, lápices y lo que puedan para contribuir de alguna manera.
Por ello, la creatividad y emprendimiento de los participantes del programa llevó a concretar el financiamiento más estable de las casa-escuelas: la venta de las “catalinas ilustradas”.
—Nosotros siempre tenemos ese espíritu innovador que nos impulsa. Hemos estado vendiendo nuestras catalinas ilustradas para financiar los estudios de todos nuestros niños y apoyar a nuestras maestras —afirma la docente.
Las bolsas con estas tortas son adquiridas gracias a un convenio con proveedoras de Acarigua, un grupo de madres cocineras que residen en Portuguesa y las preparan y venden a bajo costo a la iniciativa comunitaria, para que puedan obtener recursos a partir de las ventas.
Jimmy atribuye el éxito y la sostenibilidad del programa no solo a la necesidad educativa y de formación que cubre, sino a que su eje central son las maestras, quienes a su juicio son las figuras más respetadas, admiradas y solidarias dentro de las comunidades a las que les entregan todo a cambio del amor de sus alumnos.
