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Un festival de artes urbanas se propuso tejer distintas expresiones artísticas para atraer a los jóvenes de Caracas bajo un mismo lema: la paz y la no violencia. Varias organizaciones de innovación social asumieron este reto el domingo 25 de junio en el que participaron más de 30 artistas con muestras de danza, graffiti, muralismo, fotografía de calle, rap y hip-hop. Una #HistoriaConstructiva de una jornada con mucho flow.

Crónica de Ernesto Rodríguez @ernestorro90

Fotografías cortesía Mi Convive, tomadas por Leo Álvarez @oelzer, Eduardo Berrospi @berrosfilm, @miconvive.

Las fotos impresas en tela flotan en el centro del salón, como si se tratara de un acto de magia. Al atravesar la cancha de la unidad educativa San Blas, ubicada en Artigas, un barrio populoso del oeste de Caracas, las imágenes de esta exposición aparecen colgadas de las paredes o amarradas de las vigas del techo, y allí, Peterson, uno de los fotógrafos, da la bienvenida:

—Saludos mi hermanito. Traje unas fotos que hice en Tocuyito, hace como cuatro o cinco años. Son unas fotos muy brutales. 

Foto Leo Álvarez

Peterson ronda los 35 años, es bachiller a medio camino pero con varias maestrías certificadas en la universidad de la vida. Conversador, comparte parte de su historia: vive entre el Paraíso y la Cota 905, su barrio de nacimiento y crianza. Estuvo preso tres años en la Penitenciaría General de Venezuela (PGV), una de las principales cárceles del país, construida durante la dictadura militar de Marco Pérez Jiménez y hoy gobernada por pranes.

Foto Leo Álvarez
Foto Eduardo Berrospi

En el salón de al lado se encuentra el backstage con el flujo de artistas que entran y salen. Varias sillas acomodadas en serie están dispuestas para el descanso, al centro unas mesas con la estación de hidratación, y en el pizarrón un letrero hecho a mano que decía:

Foto Leo Álvarez

A un lado de la entrada del aula, un grupo de jóvenes bailarinas ensayan con agilidad antes de presentarse, haciendo movimientos simultáneos de brazos, cadera y piernas, con unas bragas color amarillo fosforescente que vibran en cada movimiento de break que hace parecer como si tuvieran tres veces más articulaciones que cualquier persona normal.

Foto Leo Álvarez

Al pasar esta bienvenida, las actividades del Flow se ramifican por los pasillos de la escuela cual vivo araguaney: en la cancha luce la tarima con el sonido y una gran pantalla con imágenes de jóvenes jugando, riendo, bailando. Un rap de fondo haciendo el preludio de los artistas que se presentarán un rato después. 

En uno de los laterales de la cancha, tres pancartas, cada una hecha por los estudiantes de distintos liceos de la ciudad, todas con motivos de la no violencia; los jóvenes ensayan cada uno frente a su pancarta, pues deben exponer su arte frente a un jurado que, después de evaluar las exposiciones y productos, elegirá qué colegio se lleva como premio dos cuñetes de pintura blanca cero kilómetros.

Foto Eduardo Berrospi

—Esta escuela tiene más de 50 años de fundada y mucha historia —comenta la profesora Mariela, coordinadora del preescolar y voluntaria durante la jornada. 

La actividad lleva por nombre “Flow Convive: ritmo, arte y convivencia”, y la convoca la ONG Mi Convive como parte de sus iniciativas de prevención de violencia en Caracas, acompañada por Cultura Lírica, otra plataforma dedicada a la promoción de rap con propósito. Ambas organizaciones juntaron esfuerzos el domingo 25 de junio para crear espacios de valor para jóvenes, en esta ocasión, desde la cultura.

Foto Leo Álvarez

En otra de las áreas de la escuela hay un par de mesas de pupitres con pilones de post-it de todos colores frente a una red donde guindan pulseras de tela. Esta estación se llama “el muro de los deseos” y consiste en un trueque: 

Foto Leo Álvarez

—Yo quiero la fucsia —dice una joven que escribe un deseo para la ciudad en uno de los post-it, condición para tomar una de las pulseras exhibidas.

Foto Leo Álvarez
Foto Eduardo Berrospi

Al continuar el recorrido, aparece una amplia pared blanca con bocetos de figuras tipo comic. Tres jóvenes artistas con sprays, brochas y galones de pinturas se mueven haciendo trazos, brochazos, rellenando y demarcando, arriba y abajo, aquí y allá. Las figuras toman forma rápidamente, los pintores parecen arañas tejiendo su tela, que en este caso son murales que cobran brillo y vida.

Foto Leo Álvarez
Foto Leo Álvarez
Foto Leo Álvarez

La escuela palpita de arriba a abajo, el ambiente es alegre, distendido, movido. Da la sensación de que todo está pasando ahora en todas partes, con unos 300 jóvenes visitando las distintas estaciones. La convocatoria del Flow Convive integró a más de 30 artistas, en su mayoría jóvenes, de las disciplinas: graffiti, muralismo, street photo, danza, rap y freestyle. Una descarga urbana concentrada y vertebrada por un propósito común para sus organizadores: una ciudad de convivencia y dignidad para jóvenes.

Foto Leo Álvarez

De un momento a otro por el micrófono se escucha la convocatoria al conversatorio de los fotógrafos. Rápidamente un público numeroso se agrupa en el salón de arriba. Nuevamente Peterson protagoniza un relato, esta vez sobre cómo después de tres años en la prisión, y luego de meses de esfuerzo por no ahogarse en la crisis venezolana, volvió a la chamba de los robos de carros. Cuenta que un encuentro fortuito por las calles de Sabana Grande, con quienes fueron sus compañeros de cárcel y que ahora eran artistas del hip-hop bajo el nombre de los Free Convict, fue lo que definitivamente lo sacó de la vida delictiva. Cómo él dice: “cambié las armas por las cámaras y los lentes” y, ahora, sólo dispara fotos. 

Entonces la tarima comienza a vibrar con el rap. Canta Henry, un joven rapero proveniente de Artigas sensible a los azotes que deja la violencia en las familias citadinas. Cuenta que su padre falleció bajo fuego cruzado, en uno de los operativos policiales de exterminio que ocurrieron cerca de su zona de residencia. Desde entonces, Henry guarda un espacio especial en su repertorio artístico para componer canciones de hip-hop con propósito, y donde las problemáticas y vivencias cotidianas hacen la arquitectura de sus temas.

Mi plan es vivir sin un plan

mi Dios va guiando a mi y a mi clan

la vida me dice si debo callar 

cuando debo hablar, cuando debo amar,

si dejo de odiar, o dejo e’ rapear

la vida te enseña a bailar este vals

El público grita con cada una de las ocurrentes rimas improvisadas de los freestylers invitados por Cultura Lírica, en el momento más vibrante de la batalla por los mejores versos.

Foto Leo Álvarez

Entre aplausos, bailes y vitoreos, algunos jóvenes del público se suben a la tarima animados por la invitación de los artistas y regalan alguna rima al resto de la audiencia. Se puede percibir la vibra de una urbanidad caraqueña juvenil, subterránea y de resistencia.

—Host y público: 

Y se la damos en 3, 2, 1, ¡tiempo!

—Freestyler: 

Ritmo, arte y poesía,

eso es las siglas del RAP por si no sabías

por eso es que me explico con flow y alegoría

realmente siento que esta batalla es mía

esto es por ustedes que están con mi melodía

que suena perfecta como yeah, ah ¿te la sabías?

En el beat, ah, la vacilabas, 

son los scratches que un servidor lanzaba.

Foto Leo Álvarez

El domingo cultural llega a su final con las últimas presentaciones de los raperos. Peterson recoge sus fotos del Tocuyito y las enrolla como un pergamino que seguirá su viaje para dar el mensaje a un siguiente destino. Se despide con un abrazo y una promesa:

—Mano, ten por seguro que al menos una de estas fotos va de vuelta a Tocuyito. Se las dejaré a los hermanos de la cárcel para que tengan también su mensaje de vida.

Este texto fue producto del Taller Crónicas paganas organizado por Historias que laten, en alianza con La ruta de los templos paganos, para retratar un lugar o evento sorprendente.