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¿Me daría su nombre completo?

 

No me gusta usar mi apellido para relacionarlo con todos los asuntos de Rubén Blades. A través de Internet ha habido gente que me ha localizado y ha venido a la puerta de mi apartamento buscando a Rubén, o gente que me llama para pedirme que lo contacte de formas muy raras.

Te diré que soy una estadounidense de origen irlandés de Boston y la más joven de cuatro hermanos. Mi madre fue una maestra de escuela y mi padre un médico. Cuando era pequeña, mis padres amaban vacacionar en Cuba (sin nosotros, desafortunadamente). Mi madre amaba todo tipo de música, así que trajo muchos discos de Cuba. Todas esas bandas de los cuarenta y los cincuenta. Bailábamos como locos en el salón de la casa con esa fabulosa música. Por muchas razones mi familia tenía muchos problemas, pero cuando poníamos esos discos era mucha diversión para nosotros. Imagino que por eso la música cubana es tan cercana a mi corazón. Tengo el «Bésame mucho» de Xavier Cugat en mi Ipod, con un arreglo fabuloso, presentando al cantante Otto Bolívar. Fue grabada en 1945 y escrita por una muchacha de dieciséis años de México.

¿Todavía vive en Nueva York?

Sí. Vivo en el mismo apartamento en el que vivimos Rubén y yo. Es mi apartamento, no es caro, tiene una luz grandiosa, mucho espacio y está en pleno Manhattan. He vivido allí por cuarenta años. Es mi hogar. La gente de Nueva York no se muda mucho. También tengo una cabaña en la parte alta de Nueva York, en el bosque. Mi familia tiene casa en Southhampton.

Cuénteme un poco de su vida en la actualidad. ¿Qué hace?

Tengo una vida en paz y centrada. Tengo mi familia, mis libros y grandes amigos. Como con todo el mundo, hay tiempos de tristeza y estrés, pero la mayoría del tiempo va bien. Viajo a veces con mi familia. El año que viene vamos a Turquía a visitar parientes que tienen una granja de cidra.

Trabajo para una compañía que se especializa en medios, educación para el entretenimiento y tecnología. Reclutamos ejecutivos de alto nivel.

¿Es madre y abuela?

 Madre no. Abuela, casi. Mi sobrina Jessica vive justo al pasar Central Park en el este de Manhattan y tiene dos niños maravillosos. Somos una familia muy cercana y los he cuidado desde que nacieron. Para decirte más, después de responderte estas preguntas, terminaré de coser sus disfraces para Halloween.

¿Tiene 65 años, cierto?

Sí, y por fortuna tengo buena salud. Es una cosa extraña eso de volverse viejo: los años no importan tanto como lo que sigues guardando en tu corazón.

¿Cuánto tiempo estuvieron Rubén Blades y usted juntos?

Cerca de seis años y medio o siete años.

¿Cómo era él entonces?

Lo conocí cuando todavía trabajaba en el correo de Fania Records. Siempre ha sido una persona muy interesante, ama estar en el mundo, y era divertido. Estaba quebrado todo el tiempo, pero eso no parecía molestarlo. No le interesaban mucho las cosas materiales y nunca fue lo que podrías llamar un “bien vestido”. Yo tenía un trabajo en Liberty House y lo llevamos bien. Cuando Rubén vino a Nueva York ya era bien conocido en Panamá, pero eso no era nada en comparación con lo que terminaría por pasarle.

Rubén es muy inteligente, un soñador y muy prolífico como escritor. Escribía canciones todo el tiempo sobre la gente que veía en nuestro vecindario y sobre personajes que inventaba. Me tocaba cada canción nueva en su guitarra. Me sorprendían constantemente las historias que creaba; no podía imaginarme a mí misma con ese grado de creatividad. Tenía mucha curiosidad por la gente y sus vidas y nunca olvidaba las historias que le contaban. La gente lo amaba y le contaban todo sobre ellos. Él era la misma persona con el jefe de CBS Records que con la mujer del kiosco de la esquina. “Lo que ves es lo que recibes”, como dicen.

Trabajó muy duro, escribió canciones y hasta cargó los equipos de las estrellas de salsa del momento. Una vez estábamos en casa por la noche y Johnny Pacheco llamó y le pidió a Rubén que fuera a recoger una tumbadora. Le dije que pensaba que no debería hacerlo, pero me dijo que lo haría porque cuando llegara al estudio con la conga podrían dejarlo cantar los coros, lo cual, por supuesto, pasó. Su voz se fue fortaleciendo, su creatividad ganó más respeto en el sello disquero y escribió más canciones exitosas para esas estrellas. Aprendí mucho de él acerca de mantenerse enfocado.

En el aspecto personal, él era extremadamente divertido y constantemente hacía bromas, a mí y a todo el mundo. Era muy bueno haciéndolo. Con eso nos volvía locos, pero a él le encantaba. Me imagino que en esos días las cosas eran más fáciles y tenía menos presión. La mayoría del tiempo sólo caminábamos por Nueva York e íbamos a donde quisiéramos. Fue grandioso.

Cuénteme de la familia Blades

Creo que la familia Blades ha sido siempre controversial en Panamá. Su madre Anoland era originariamente de Cuba, era cantante y tocaba el piano de forma muy hermosa. Una vez participó en un concurso en Cuba, donde también compitió una muy joven Celia Cruz. Anoland me contó que pensaba que su apellido Bellido de Luna era muy largo para una cantante y que cuando iba camino al concurso pasó por la tienda de víveres Díaz y tomó ese apellido. Anoland tocó para la reina Elizabeth (de Inglaterra) cuando visitó Panamá en 1953. También era actriz de radionovelas. Cuando Rubén era pequeño, a veces lo llevaba al trabajo. Ella me dijo que una vez, durante una escena, como parte del libreto su compañero actor le gritó y ella tuvo que llorar. Rubén comenzó a llorar también, muy fuerte, y eso salió al aire. Esa fue su primera interpretación en vivo.

Su padre Rubén era un policía y también músico. Tocaba el bongó, creo. El señor Rubén era también un buen jugador de basketball. Los panameños conocían a la familia por su música, por la política o por los deportes. La Ciudad de Panamá de los cincuenta y los sesenta era como un pueblo. Todo el mundo se conocía.

¿Cómo era para ellos vivir en el barrio San Felipe?

Fuimos a Panamá en 1978 y nos quedamos allí por un mes. Era un barrio rudo incluso entonces. Siembra estaba en el mercado y la gente estaba encantada con su éxito. Recuerdo que fuimos un día a San Felipe y lo caminamos todo. Rubén me mostró dónde vivía su familia y conocí a muchos de sus amigos de infancia. Todo el mundo era amable.

¿Tiene alguna manera de contactar a Rubén Blades?

No, pero sé que si alguna vez lo necesitara, él estaría. Hace unos años, pasé por un reto muy difícil y allí estaba él, parado en mi sala, asegurándome que todo estaría bien. No sé cómo enteró, pero allí estaba.

¿Cree que fue duro para él poner una pausa en su carrera para dedicarse al servicio público?

No. Él paró su muy exitosa carrera musical en 1985 y fue a la Universidad de Harvard. Creo que para Rubén su carrera es vivir su vida, no sólo la música.

¿Por qué cree que se ha interesado en política?

Todo el mundo en Panamá lo hace. Como en Irlanda, es un deporte. Las decisiones políticas nacionales controlan tu vida cotidiana. Había habido terribles disturbios en Panamá, dictadores, guerras de la droga y una invasión de Estados Unidos. ¿Qué persona inteligente se queda sentada a mirarlo sin hacer nada? Como dicen, o eres parte del problema o eres parte de la solución. Rubén es definitivamente un hombre de solución. Su familia tiene un historial político largo. En algún momento en 1970 la familia tuvo que dejar Panamá y mudarse a Miami por razones políticas. El tío de Rubéncito, Rocque, era un boxeador y un diplomático y trabajaba para las Naciones Unidas entre los años cincuenta y los sesenta. El tío abuelo de Anoland, Juan Bellido de Luna, fue activo en el movimiento revolucionario de Cuba contra España y fue luego un escritor y editor en Nueva York.