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Fotos de Carlos Bello

Una versión peculiar del tradicional juego de bolas criollas está de moda entre los mototaxistas de la ciudad. #EstoEsCotidiano en Caracas

Los semáforos están apagados. Los autobuses, que no dan abasto a la cantidad de pasajeros, maniobran para evitar el tránsito. La multitud camina a pasos largos para llegar a su destino en este nuevo apagón. Entre el bullicio y el incesante corneteo de los carros, lo único que se distingue son las carcajadas y los gritos de un grupo de hombres en la esquina de la calle El Parque de El Rosal. 

Ahora sí que la dejaste a pata de mingo se burla de su rival un hombre robusto de candado canoso y chemise turquesa con el logo de alguna empresa. Su amigo lanzó una moneda intentando darle a un bolívar fuerte o soberano en el piso improvisando un juego de bolas criollas callejeras, pero que termina cayendo en la base de un árbol que adorna la vía. 

Arrecostados de un muro se encuentran cuatro más acompañándolos. Tres de ellos usan la misma indumentaria corporativa que los otros dos, pero el otro viste un chaleco de mototaxista fluorescente. Todos esperan su turno entre risas y el tintineo de la calderilla en sus manos. Si se sumaran todas las monedas de la contienda no alcanzaría para costear el pasaje en autobús de alguno de los jugadores. Con o sin electricidad, la especulación y el sobreprecio se mantienen con firmeza. 

Ajá, así es que se le pega al mingo comenta uno de los uniformados antes de seguir burlándose de su compañero que le dio al árbol—. Rescata ahí, José. Aprende a darle como es, porque no te voy a durar toda la vida. 

Con tal de que el apagón no sea lo que dure toda la vida no hay peo dice con semblante serio el motorizado antes de echarse a reír junto a todos los jugadores.

En el juego de bolas criollas callejeras, con monedas, no vale el boche, lo que importa es el arrime. Tampoco hay chacero árbitro. Todo queda a la buena voluntad de los jugadores que sólo buscan una distracción que les permita sortear el aburrimiento del día a día en una Venezuela sin energía eléctrica. 

Mira, pa lo que quedaron las monedas comenta una mujer de rizos plateados a su esposo mientras siguen su caminar en una Caracas con poca luz pero con mucha inventiva.