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A las diez de la mañana sale Manuel Cámara de su casa. Es martes pero (hoy) no tiene apuro. Tiene puesta una gorra para el sol y una chaqueta para el frío, preparado para los cambios del tiempo caraqueño. Tiene 26 años, vive en El Paraíso —oeste de la ciudad—, estudia Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y trabaja en Chacaíto —este de Caracas—. Una línea de casi ocho kilómetros de distancia une a esos puntos. Se prepara con una lista de canciones aleatoria, se pone sus audífonos y sujeta el termo del bolso, con agua fría para aguantar el trayecto.

La primera canción se reproduce. «Tell me what you are waiting for». [We Come Running de Youngblood Hawke]

10:18 am. El camino comienza en la parroquia El Paraíso, al final de la avenida Páez, cerca de la mansión Villa Zoila. De tanto recorrer esas calles un caminante se convierte en historiador (o guía turístico).

—Esta mansión se llama así en honor a la esposa de Cipriano Castro, Doña Zoila —dice Manuel mientras pasa cerca de un «Espacio recuperado por la Revolución».

10:26 am. Acaba de pasar una camioneta, «pero no llega a la universidad”.

—Lo sé por los colores, si ves el color del cartel no es necesario leer lo que dice.

La camioneta pasa, Manuel continúa caminando.

—Detesto este sol, es mortal —dice mientras se voltea y señala el final de un camino que ya fue recorrido—. Esa parte parece un desierto y me dan ganas de estar en una playa tirado en la arena, no como si estuviese huyendo de ella.

10:38 am. Centro Comercial Victoria Plaza a la vista. Comienza la avenida Victoria y «aquí es donde viene lo bueno».

Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco cuadras recorridas. 10:50 am. Las aceras se quedan pequeñas para la cantidad de gente que hay en el camino. Acelerados, tostados por el sol. Ocho cuadras.

—Mira esa camioneta. Es la misma que pasó cuando estábamos por El Paraíso y ya va de regreso. Por eso es que no me quedo esperando en una parada, porque prácticamente hay una sola trabajando.

11:00 am. Nueve cuadras. La avenida Victoria termina, el paseo de Los Ilustres comienza.

«Y me ayuda a subir a toda prisa, a toda prisa». [La quiero a morir, versión de DLG —Dark Latin Groove—].

11:10 am.

—¿Por qué hay tanta gente y tantos carros en la entrada? Algo pasó.

Paro de obreros en la UCV. La Policía Nacional Bolivariana (PNB) cumple el rol de fiscal de tránsito. Los accesos de la universidad están cerrados, sólo pueden entrar los que andan a pie, como Manuel. Acorta camino entrando por la Facultad de Farmacia en dirección a la Biblioteca Central y luego conecta con el pasillo de la Facultad de Humanidades y Educación hasta Plaza Venezuela.

—¡Nooo! Me metí por ese barro, me ensucié los zapatos —Manuel observa sus zapatos blancos llenos de tierra. Camina hasta un chorro de agua y los limpia con la mano—. Cosas que siempre pasan.

11:37 am. Recorre Plaza Venezuela, el tramo más corto ha comenzado.

—Por lo general me tomo como 45 minutos desde mi casa hasta el trabajo, yo voy rápido pero hoy fue una excepción.

Manuel es alto, delgado y tiene resistencia. Juega fútbol y ha corrido carreras de diez kilómetros y un maratón CAF (Banco de Desarrollo de América Latina). Pero no es lo mismo caminar por deseo que caminar por necesidad.

—La verdad ya no quiero caminar. Digo, quisiera no tener que caminar todo esto para poder llegar a algún lugar porque no es lo normal.

12:00 pm. Manuel trabaja en un gimnasio en Chacaíto. Su horario es de dos de la tarde a nueve de la noche pero tiene pensado renunciar.

—Salgo muy tarde, y por lo general uso Metro. Pero en 2017, época de protestas, todo estaba trancado y más de una vez me tocó hacer esta ruta casi que corriendo de noche para llegar a mi casa. En algún momento me va a tocar hacer lo mismo y no vale el riesgo. Caminar de noche no cuadra.

[You Say Run — OST de Boku no Hero]

Manuel llega después de dar doce mil novecientos pasos. Recorrió siete mil ochocientos metros en dos horas, a paso moderado. Su termo de agua está casi vacío, ya no tiene frío y decidió quitarse la gorra por un rato. Está cansado pero ya llegó al trabajo.

Fotos: Carlos Bello