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Uno no necesita mucha concentración para encontrar momentos para encuadrar en el Maasai Mara, porque Kenia aparece con toda su voluptuosidad y contraste en frente de tu objetivo. Fotografiar y disparar comparten la misma palabra en inglés: to shoot. Esa coincidencia siempre ha sido de mi interés. En Kenia uno no deja de disparar, pero como cazador de instantes. El paisaje (casi japonés) contrasta con la exuberancia de su fauna (leones, rinocerontes, elefantes, cebras, jirafas, leopardos, ñus). Fascinan sus habitantes, la tribu de los Maasai, ya no por sus vestimentas (que han inspirado numerosas colecciones en el mundo de la moda), sino por su amabilidad y por su sonrisa permanente. El pasado mes de noviembre tuve la oportunidad de convivir con ellos, gracias a la marca de zapatos Pikolinos, que me invitó a documentar el proyecto solidario que allí desarrollan. Aquí he realizado una pequeña selección de algunas de las fotos que tomé en estos días, que fueron (y no es una exageración) realmente mágicos.